Almería

Cuando “El coche de las viudas” circuló por Almería

  • El Renault Gordini era un lujo de los años sesenta y un modelo habitual en rallies y carreras automovilistas

Cuando “El coche de las viudas” circuló por Almería

Cuando “El coche de las viudas” circuló por Almería / D.A.

Hace unos años, cuando por primera vez escuché a un pariente lejano decir “Mi gor” no sabía a qué se refería. Ni por el contexto de la frase lo adivinaba. A algo suyo; seguro, por la evidencia del pronombre personal. Pero eso de “gor” podía ser cualquier cosa. Luego supe que se refería a su marido a quien, coloquial y cariñosamente llamaba así por no decirle gordo. O gordito. En mi época, a tu novia o a tu ligue no le podías decir eso, ni aún con diminutivo, porque peligraba el color de tu mejilla.

Y pensando qué podía ser lo de “gor” me acordé de aquel modelo de coche, chulísimo, inventado por la Renault y que bautizaron con el apellido de Amadeo Gordini (1899-1979), uno de sus ingenieros: “el Gordini”. Aunque, en verdad, el automóvil se llamaba “Dauphine Gordini” y se fabricaba en Valladolid.

Los primeros Renault Gordini comenzaron a circular por las calles y carreteras de Almería a finales de los años cincuenta y principio de los sesenta. Algunos de nuestros abuelos o bisabuelos seguro que lo condujeron por las maltrechas carreteras de la provincia. Calzadas mal peraltadas y asfaltadas que, junto con el reducido peso del coche, su motor trasero y los más de 105 kilómetros a la hora que alcanzaba de velocidad, fueron escenario de innumerables accidentes mortales.

El “Gordini” corría mucho y en las curvas se iba una cosa mala. Por eso, el modelo fue bautizado como “el coche de las viudas” aunque era común verlo competir en rallies y pruebas automovilísticas. Y eso que tardaba 21 segundos en pasar de 50 a 100 kilómetros por hora. Algún conductor colocaba en el maletero un saco de arena o alguna piedra gorda como lastre, para que el vehículo pesara más y no se saliera en los tramos sinuosos o en los badenes.

El vehículo pesaba muy poco y corría mucho; por eso tenía muchos accidentes

Un Gordini, matriculado en 1963, en la reciente exposición de vehículos clásicos que tuvo lugar en el Palacio de la Cámara de Comercio Un Gordini, matriculado en 1963, en la reciente exposición de vehículos clásicos que tuvo lugar en el Palacio de la Cámara de Comercio

Un Gordini, matriculado en 1963, en la reciente exposición de vehículos clásicos que tuvo lugar en el Palacio de la Cámara de Comercio / D.A.

SORTEO

La compañía “Fosforera Española” se encargó desde febrero del 62 de popularizarlo porque entre los compradores de las “cajas de mistos” del modelo “Bengala” sorteaba uno cada mes. El coche ya tenía fama de dejar viudas por doquier, por lo que bastantes ganadores del concurso de cerillas, que estaban casados, preferían recibir su importe en metálico (100.000 pesetas) al propio vehículo y tranquilizar así a su señora esposa.

En noviembre de 1965 Ángel Sos Lite, que era jefe de equipo de “Telefónica” en la capital y miembro de la escudería “Costa del Sol”, organizó junto a Ramón Gómez Vivancos y otros la vuelta automovilística Almería-Laujar Dalías, de 99 kilómetros. El matrimonio formado por Jaime Díaz y señora resultó ganador de la prueba en una de las tres categorías, a bordo de un “Gordini”. Ese año, en la segunda edición de la prueba automovilística “Almería-Costa del Sol”, José A. Molina y M. Montero quedaron segundos con el modelo de Renault.

Paco Crespo y José Martínez también pilotaron otro en el “Rallye del Sol”, que atravesó Andalucía y concluyó en Almería en diciembre de 1966. Ángel Gómez y Paco Marco Martínez, dueño de “Muebles La Valenciana”, tenían cada uno un “Gordini” con el que compitieron en pruebas provinciales, como la subida de “Los Atajuelos” o la “Subida de Alhama”. En V “Rallye Costa del Sol”, los equipos de los hermanos Maldonado y de Tévar-Calatrava compitieron con uno, aunque no obtuvieron premios. El año siguiente salieron siete “Gordinis”, pero solo uno acabó la prueba. Incluso una mujer, María del Carmen Espinar Serra, hija de Pedro Espinar Giménez (1907-1973) que era jefe en la delegación de Transportes, pilotó uno en el rallye “Espejo del Mar 71”.

En la 40ª edición del Rallye Internacional de Montecarlo, que partió del Paseo de Almería el 22 de enero de 1971 compitieron varios “Gordini”. Por cierto, en aquella edición de la prueba considerada como “la más famosa del mundo” corrieron los almerienses Antonio Martínez Casado, Juan María Cremer, Francisco Ruiz Utrera, Francisco Marco Martínez, Eduardo Botas, Ángel Gómez Vicente, Luis Gracián García y Francisco Navarro Pérez, con suerte desigual.

La casa Renault azuzaba el “gancho” de la velocidad en sus campañas publicitarias “Un pura sangre de gran comodidad” o “un motor nacido de la competición”.

Empresarios almerienses y amantes del motor compraron un Gordini en los años 60

Las clases sociales más pudientes reclamaban como objeto de lujo un “Gordini”, por lo que el Estado grabó su compra con una subida de los impuestos. En febrero de 1966 pasó de costar 113.216 pesetas a 114.777. Una cifra elevada si tenemos en cuenta que un Seat 600 costaba 74.088 pesetas y un Citroën 2 CV, 82.261 pts. En esa época, el modelo se podía reservar y adquirir en la propia casa Renault y en “Soto e Hijos”, que también vendían en sus instalaciones de la Carrera de Monserrat 22, motores Perkins, Barreiros y camiones ligeros y basculantes.

Entre mediados de los sesenta y setenta era habitual ver un “Gordini” entrar y salir del garaje del antiguo “Hotel Fátima”; había otro que solía estar por la calle Ramos; uno matriculado en 1966 circulando por Cabo de Gata y en Ciudad Jardín aparcaba un Gordini impoluto por la calle República Dominicana. Existía un interesante mercado de segunda mano y era posible comprarlo usado por algo más de 40.000 pesetas. En el mercado de ocasión de “Mosa” de José González Marhuenda, negocio que estaba en el Paseo, solían tenerlo en “stock”.

Un niño de los años 60, sentado en el asiento del piloto, hace como que conduce un Gordini Un niño de los años 60, sentado en el asiento del piloto, hace como que conduce un Gordini

Un niño de los años 60, sentado en el asiento del piloto, hace como que conduce un Gordini / D.A.

VICENTE ARANDA Y JUAN GOYTISOLO

Un día, tomando un café solo con Miguel Naveros en el “Cuisine Casa Juan” de la plazoleta donde vivía, me contó que el director de cine Vicente Aranda (1926-2015) le confesó que tuvo la suerte de recorrer Cabo de Gata y los Campos de Níjar a bordo de su Gordini. Dijo que eran los primeros años sesenta y que le acompañó Juan Goytisolo (1931-2017), un enamorado de nuestro paisaje, su futura esposa Monique Lange (1926-1996) y el amante de ésta. Hicieron tres o cuatro viajes desde Madrid y se alojaron en el “Hotel Simón”, desde donde partían para sus excursiones hacia Levante a bordo del “Gordini”.

Aquellos viajes por la provincia quedaron grabados en las mentes del director y del escritor; tanto, que rodaron en 2009 la película “El Regreso”, basada en esas vivencias maravillosas. El poder de nuestro inigualable paisaje. Y del “Gordini”. 

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