El medio y el ambiente

Quien habla sólo espera hablar a Dios un día

Con esos mimbres no me costó ningún esfuerzo ejercer de padre el día que me toco hacerlo

Todos tenemos hitos en nuestra vida. De los primeros hitos de mi vida de los que tengo, tanto conciencia como consciencia, puedo mencionar, a los 12 años una enfermedad que me hizo repetir 4º de Bachiller y que propició mi primer viaje a Madrid, para que me viera el médico. Otro hito importante tuvo lugar en el Junio del 68 cuando fuí, junto con unos amigos, a Granada a examinarnos de PREU en su Universidad, y que significó el comienzo de una nueva etapa de mi vida, pues en Octubre comencé mi andadura universitaria.

Llegué siendo forofo del “Retrato”, de Antonio Machado cantado por Serrat: “... / Converso con el hombre que siempre va conmigo / quien habla solo espera hablar a Dios un día / mi soliloquio es plática con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía. / ...” y a quienes agregué, de momento, Federico García Lorca cantado por Carlos Cano: .” ¡Qué maravilla! ¡Parece que tiene argumento y no lo tiene!” palabras inmejorables de Dalí a Lorca después de leer el Romance Sonámbulo.

Con esos mimbres no me costó ningún esfuerzo ejercer de padre el día que me toco hacerlo, ni me costó ningún esfuerzo descubrir cuánto cariño encierra el comportamiento de los hijos para con los padres y que con el paso de los años se hace cada día más “jondo”, en una palabra que tan bien se puede aplicar tanto al cariño hijo / padre como al cariño padre / hijo.

De hecho, cada vez recibo más hechos, y dichos, que así lo testimonian. De hecho, hace unos días tuve que llamar a un amigo médico para que me recetara algo para unos dolores nuevos y, en cuanto se enteraron, aquí que se presentaron los dos. ¡Y encima sin avisar!

Pues que sepan que a pesar de todo, voy a seguir coincidiendo con Serrat en que “.../ Esos locos bajitos que se incorporan / Con los ojos abiertos de par en par / Sin respeto al horario ni a las costumbres / Y a los que, por su bien, hay que domesticar / … / Y nada ni nadie puede impedir que sufran / Que las agujas avancen en el reloj / Que decidan por ellos, que se equivoquen / Que crezcan y que un día / Nos digan adiós”.

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