Amanece la oportunidad de agarrar plata, algo que no acontece desde aquel baño a Italia en Kiev, verano de 2012. Once años ya sin levantar un título en un tiempo que fuimos de experimento en experimento con Del Bosque, Lopetegui y Luis Enrique más el experimento mayor de la mano del desconocido Robert Martínez y la interinidad de Fernando Hierro en el Mundial de Rusia 2018, conque a ver quién duda de la cosa.

Y el jueves empezaron a surgir brotes verdes gracias al buen segundo tiempo contra Italia. Ahí se maquilló bastante la imagen de Luis de la Fuente, ciertamente dañada por la derrota con Escocia el reciente mes de marzo en Hampden Park. Pero ahora se ven las cosas de mejor manera, ya que el fútbol vive de resultados y el gol de Joselu sobre la última campana del jueves no sólo alegró las pajarillas sino que se mira a lo de esta noche en Rotterdam con cierto optimismo.

Eso no quiere decir nada, pues nos espera un equipo que tiene de la competitividad y de darle al partido lo que el partido demanda sus características más acentuadas. Tras la dolorosa guerra de los Balcanes y la desmembración yugoslava, los croatas se convirtieron en herederos de aquella amalgama con serbios, bosnios y montenegrinos que peleaba bajo el pabellón azul de Yugoslavia. Un pabellón que infirió más de una herida grave a nuestra selección.

Hoy los de la casaca ajedrezada están en lo más alto del concierto mundial y su tercera plaza en Qatar así lo atestigua. Lo último es que para llegar a la cita de hoy en el campo del Feyenoord se quitaron de encima a los anfitriones mediante una prórroga en la que arrollaron. Es la Croacia del monumental y eterno Luka Modric, palabras mayores, por lo que sólo repitiendo la segunda parte con Italia será posible volver a tocar plata. Han pasado once años y ya toca, ¿no?