2018: el atroz asesinato del niño Gabriel Cruz conmocionó a España

15 Aniversario de Diario de Almería

La búsqueda del pequeño se alargó durante 13 días hasta que fue encontrado en el maletero del coche de Ana Julia Quezada

Ana Julia Quezada, la asesina confesa, participó en la búsqueda del niño.
Ana Julia Quezada, la asesina confesa, participó en la búsqueda del niño. / Javier Alonso
Redacción

05 de septiembre 2022 - 12:40

Diario de Almería cumple 15 años. Recordamos algunas de las noticias y reportajes más importantes publicados en estos tres lustros.

Esta noticia se publicó en noviembre de 2018 en la edición en papel de Diario de Almería, escrito por Rafael Espino.

Sábado 3 de marzo de 2018. Cuatro días de la desaparición de Gabriel Cruz. La Guardia Civil ya tenía sospechas fundadas sobre la posible autora de su desaparición. Era Ana Julia Quezada, la, por entonces, pareja del padre. Encontró la camiseta que Gabriel llevaba el día de su desaparición a cuatro kilómetros de Las Hortichuelas. Fue junto a una depuradora. Los agentes entendieron que el objetivo era incriminar a su expareja, el hombre con el que llegó hace cinco años procedente de Burgos y con el que finalizó su relación hace casi tres años.

De hecho, en sus declaraciones, la dominicana sugirió que su ex podría tener algo que ver con la desaparición de Gabriel. Pero la Guardia Civil no picó. Ya estaban en alerta. Hablaron con Ángel y este les comentó que él no vio la camiseta. Ana Julia le dijo de ir a pasear por la zona y se desvió justo antes de ‘encontrarse’ la prenda. Es posible que la llevara guardada y la soltara en ese mismo momento. Fue entonces cuando rastrearon en el pasado de Ana Julia y encontraron comportamientos y conductas que en muchos casos tenían un único fin, el económico. Ese fue el motivo por el que siempre se trabajó con la hipótesis de que Gabriel estaba vivo.

El viernes 9 de marzo, día de la concentración en Puerta Purchena, Ana Julia Quezada llegó a decir: “Hoy no, por la concentración, pero mañana seguro que aparece”. Eso le dio esperanzas a unos padres que por esas fechas ya sabían que la Guardia Civil apuntaba a Ana como la principal sospechosa. Ante miles de personas, todos los mensajes que lanzaron iban dirigidos a la dominicana: “Tenemos la esperanza más encendida que nunca y por ello apelamos al corazón de quién lo pueda tener para rogarle que, por favor, se ponga en su piel y entienda que Gabriel no tiene que pasar por esta situación tan amarga”, lloraba Ángel. “A los que lo tengan, si me estáis oyendo, por favor soltadlo, tiene que estar con nosotros. Cada noche me acuesto intentando hacer una lista para encontrar algún nombre de las personas a quien hayan podido hacerlo daño. No lo encuentro. Pero todos somos humanos, a veces nos equivocamos y por lo que sea a alguien hicimos daño, le pido perdón, de corazón, pero Gabriel no tiene culpa, Gabriel tiene que volver con nosotros”, explicaba Patricia.

Los padres tuvieron que hacer el papel más dramático de sus vidas. Ángel tuvo que convivir con la mujer que supuestamente había asesinado a su hijo días antes. Y Patricia tuvo que compartir muchos momentos a su lado. Y no podían flaquear porque la investigación dependía de ello. Los agentes pidieron a la familia que dejara a Ana actuar, que no pusieran oposición alguna y la permitieran moverse libremente. El objetivo era que no interfirieran en ninguno de sus pasos. Los agentes ya se iban a encargar de vigilar todos y cada uno de ellos.

El caso es que aunque durante días, la búsqueda se había centrado en torno a la depuradora cercana a Las Negras, o ese fue el mensaje que lanzaron desde la Guardia Civil simplemente para despistar y que Ana Julia no se sintiera perseguida, la investigación estaba ya enfocada directamente en ella. Por eso, Ana Julia tuvo que volver a prestar declaración. Y fue ahí donde comenzaron los nervios, porque, hasta entonces, la ahora detenida se había movido como pez en el agua (aunque estuviera bajo lupa). Participaba en entrevistas televisivas y batidas. Nunca tuvo reparo en prestase a los medios de comunicación. En definitiva, su presencia pública era notoria.

Pero la Guardia Civil le lanzó anzuelos. Hasta que finalmente, el domingo 11 de marzo, Ana Julia condujo su automóvil hasta Rodalquilar. El destino era la finca propiedad de Ángel que ella estaba adecentando para irse a vivir junto a su pareja. La pintaba y realizaba otras tareas. Allí, junto al aljibe, estaba el cuerpo de Gabriel. Lo desenterró, lo introdujo en el maletero y lo llevaba hasta su vivienda de Vícar. Antes de entrar a la cochera, la Guardia Civil la interceptó. Iba con Gabriel en el maletero. El pequeño había pasado 12 días en el mismo sitio. Ana Julia confesó que ella mismo lo enterró el mismo día en que desapareció. Según su versión, discutieron, ella le golpeó fortuitamente con un hacha con la que forcejearon y luego lo asfixió. Tendrá que demostrarlo porque la acusación piensa distinto.

Investigación en la finca de Rodalquilar donde apareció el cadáver.
Investigación en la finca de Rodalquilar donde apareció el cadáver. / Rafa González

La Guardia Civil no había registrado esa finca. La propia familia le confirmó que ellos mismos lo habían hecho. Sin embargo, Ana estuvo acudiendo regularmente a la propiedad durante los días de búsqueda para seguir con sus tareas. Gabriel estaba enterrado bajo tierra, piedras y elementos decorativos de jardinería.

El lunes 12 de marzo, Ana fue trasladada hasta la finca y a su vivienda en Vícar. En ningún momento se mostró colaborativa. Hasta que al día siguiente se derrumbó y confesó. Eso sí. A su manera, esgrimiendo una confesión inverosímil en la que fue Gabriel Cruz quien fue a agredirla con un hacha tras discutir.

Pero su declaración no ha sido creída por la Guardia Civil ni por el juez. Tras confesar también ante Rafael Soriano, el autor que se dicta descarta la versión de Ana. Se le acusa de “aprovechar un momento temporal en el cual sabía que se iba a encontrar a solas con el niño y que la abuela paterna no lo iba a controlar, para, mediante engaño o promesa devolverlo a jugar con sus primos, para así trasladarlo a la finca de Rodalquilar (...) un lugar apartado y aislado en el cual poder llevar a cabo su macabro plan criminal, asfixiándolo con sus propias manos hasta provocar su muerte, desnudándolo parcialmente y trasladándolo hasta el jardín, lugar donde previamente había hecho un hoyo con una pala, enterrándolo a continuación”.

El juez dictó prisión incondicional para la acusada y le imputa los delitos de asesinato y contra la integridad moral.

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