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Vistió de flamenca a la Reina Sofía y Grace Kelly y sus diseños son todo un referente a nivel mundial. Después de seis décadas siendo la Maestra indiscutible de los trajes de flamenca, Lina, la diseñadora más querida y el mayor de los referentes ha muerto a los 88 años en su domicilio. La diseñadora, que llevaba varios años retirada de la vida pública, nos ha dejado colecciones de trajes de flamenca que son de ensueño.
Fiel a sus cita con Simof, Lina quiso hacer un homenaje al sesenta aniversario de su firma y presentó en enero del 2020 la que sería su última colección de trajes de flamenca. Bajo el nombre de Gratitud, así es la última colección de trajes de flamenca que Lina dejó para los amantes del lunar y los volantes, que hoy quedamos un poco huérfanos con la marcha de Lina.
Bajo el nombre de Gratitud, 60 años vistiendo el flamenco, la última colección de trajes de flamenca de Lina se presentó como una revisión de toda la trayectoria de la firma. Al desfile, que se celebró en enero de 2020, siendo el pistoletazo de salida para las pasarelas de moda flamenca que vendrían luego (y que, curiosamente, también serían las últimas) acudieron diversas personalidades, seguidoras de la firma y amigas personales de Lina (como María del Monte o la cantante Joana Jiménez) que quisieron estar con la diseñadora en un día tan especial.
Lina, que ha vestido a reinas, princesas y artistas y revolucionó la moda flamenca, por eso con la colección Gratitud la firma fue un paso más allá para reafirmarse como lo que siempre ha sido: el referente máximop de la moda flamenca. Todo un icono en el universo de los lunares y volantes.
Compuesta de 30 diseños, la que que ya es la última propuesta de Lina mantenía el sello personal e inconfundible que la caracteriza. Diseños elaborados de forma completamente artesanal en los que lo clásico y la vanguardia se funden en uno.
En esta colección, desde la firma (desde hace tiempo con Mila y Rocío Montero a la cabeza) apostaban por los clásicos blanco y negro, ya sea de manera individual o jugando al bicolor. Vestidos de neja con voluptuosas faldas y mangas en los que el movimiento de volante cobra especial importancia. Los lunares estaban muy presentes en los vestidos de esta bicromia, aunque también había lugar para el color. Turquesas, amarillos, rojos y estampados se aprecian en una colección en la que Lina buscaba que cada mujer tuviera su propio vestido. Enaguas de color en los vestidos monocromáticos y mucha vaporosidad en los diseños estampados.
Los cortes son simples y rotundos, resultando favorecedores y muy femeninos. Escotes a la caja, de pico; mangas de capa que salen desde el hombro, combinación de tejidos y estampados; talles que descienden hasta el medio muslo o que suben hasta el culo. Todo tenía cabida en aquella propuesta de Lina, porque todo forma parte de la historia de la firma. De su colección destacan las propuestas en negro con lunar bordado y metalizado, en rosa, verde y naranja. Este último en versión bata de cola.
En cuanto a los tejidos, en la colección se apreciaban algodón orgánico, seda y poliéster, así como un tejido novedoso, soroma, compuesto por fibra de maíz. Combinación de tendencias actuales con la forma que la firma tiene de entender la moda flamenca, una elaboración puramente artesanal y la riqueza en los adornos artesanales, como sus bordados flecos y las enaguas de organdí son la carta de presentación de la consagración de la maestra de las maestras.
Para descontextualizar los diseños y colocarlos a la vanguardia, la firma incorporó creaciones de LeCoop, la línea de accesorios de piel. Los complementos, inspirados en joyas antiguas, eran de la diseñadora Patricia Quero.
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