Los trucos de belleza que siguen las asiáticas para tener la piel de porcelana este otoño (y para siempre)
Descubre la doble limpieza facial, la rutina 'beauty' con la que cuidar el rostro para que tenga un aspecto sano
La rutina de limpieza que debes seguir según tu tipo de piel
La piel de tu rostro bien podía pertenecer a dos personas distintas. Por un lado, tienes zonas excesivamente secas y cuarteadas, fruto de los cambios de temperatura, y por otro, has descubierto que hay zonas que parecen estar viviendo una segunda adolescencia. El frío, las calefacciones, el viento y, ahora, las mascarillas, afectan al aspecto y la salud de nuestra piel. Por eso, su cuidado específico es fundamental.
El cambio estacional, unido al uso prolongado de mascarillas (y todo parece indicar que su uso se extenderá bastante en el tiempo) son los factores que hay que tener en cuenta a la hora de establecer una rutina de cuidados faciales. Hemos cambiado nuestro concepto de maquillaje, hemos adaptado nuestra rutina de belleza a nuestro tipo de piel y ahora hemos descubierto el truco que siguen las asiáticas para que ni el otoño ni las mascarillas les impidan lucir un rostro de porcelana.
Los productos cosméticos asiáticos, sobre todo los que vienen de Japón o Corea, cuentan con grandes adeptas. Viendo las pieles tan perfectas que tienen y lo bien que envejecen es normal haber sucumbido a la korean beauty y seguir sus rituales de belleza. Somos conscientes de que las asiáticas se toman el cuidado de su piel muy en serio y no sólo se desmaquillan e hidratan su piel antes de irse a dormir, como hacemos la mayoría.
Las asiáticas siguen una rutina con gran cantidad de pasos que, si bien pueden parecer eternos, dan buenísimos resultados. Nuestras vecinas orientales empieza, al igual que nosotras, por la limpieza, pero ellas la realizan de manera doble. Ese pequeño truco es el que hace que la piel quede impoluta para que los tratamientos que se apliquen después sean mucho más efectivos.
Un doble proceso con doble finalidad
La idea es sencilla, hay que limpiar la piel dos veces antes de aplicar cualquier producto de hidratación o tratamiento. Al igual que el cabello, la piel también necesita una segunda fase de limpieza, aunque en esta rutina los productos empleados no son los mismos. La primera limpieza (o el primer paso) debe hacerse con un producto limpiador rico en aceite, mientras que la segunda es un lavado con base de agua y jabón específico.
La clave del éxito reside en que el aceite, en lugar de obstruir los poros como muchas personas aún creen, es capaz de arrastrar las impurezas más pesadas de la piel, como las siliconas de muchas bases de maquillaje, incluso los aceites de la propias cremas faciales y las propias células muertas de la superficie de la piel y del interior de los poros. Todo ello de forma suave y respetuosa con la piel. Este primer lavado con aceite ayuda a eliminar mejor los restos de maquillaje, ya que es capaz de retirar hasta las bases de larga duración y los productos waterproof.
Una vez se han eliminado los residuos más pesados se procede a aplicar el limpiador a base de jabón y agua, que elimina el resto de residuos más ligeros de forma más sencilla y menos agresiva. Hay que destacar que con la limpieza a base de agua se prepara la piel con una ligera película de hidratación
Esta doble limpieza, justo por el hecho de ser doble, es menos agresiva que una limpieza normal. Cada producto tiene una finalidad y eso ayuda a evitar irritaciones y preservar el colágeno, importantísimo para no acelerar el proceso de envejecimiento.
Una nueva rutina que vas a querer hacer siempre
El resultado final es un cutis terso y con aspecto de porcelana en el que no se precian impurezas ni está irritado. Además, esta doble limpieza produce una sensación de limpieza fresca y reconfortante, sobre todo los días en los que usamos demasiado maquillaje o pasamos demasiado tiempo con la mascarilla.
Es evidente que no se trata de un proceso rápido. La doble limpieza requiere que le dediques algo de tiempo, unos minutos antes de ir a dormir que se convierten en ese momento del día en el que sólo existís tú y tu rostro. Esta nueva rutina puede convertirse en el hábito con el que relajarte después de un largo día de trabajo y, además, tener resultados maravillosos a la mañana siguiente. Una vez que empieces a practicar la doble limpieza no vas a querer simplificar el proceso nunca más.
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