El 'grumet' en verano
academia andaluza de gastronomía
No hay una errata en el titular; grumet es una palabra que inventó una amiga mía a la manera del diccionario de Coll, y que significa persona que aprende a comer bien en un barco. Aunque, en realidad, gourmet no significa aficionado a la buena comida -que en gabacho se dice gourmand- sino al vino. Lo que pasa es que ya se ha admitido universalmente la palabra gourmet en relación con la buena mesa en general. A lo que iba es que aunque ya no está uno en edad de ser grumete, siempre se está en edad aprender, incluso en el relajado ambiente de las vacaciones agosteñas. Aunque sea sacando enseñanzas de cosas malas, como las que me han pasado en ciertas barras estivales, bastante buenas por otra parte y por eso me extrañaron los fallos.
Una fue con un Dry Martini, cóctel que prácticamente todos los profesionales y aficionados están de acuerdo en considerar como uno de los grandes clásicos. Casi diríamos 'el cóctel'. Cuando hacía critica de restaurantes, para hacerme una idea del nivel lo primero que hacía era entrar a los aseos y lo segundo pedir un Dry Martini. La de brebajes que han intentado darme con ese nombre... Incluso en una de mis barras favoritas por otros motivos, una vez que se me ocurrió pedir uno me pusieron un vaso bajo con hielo y rodaja de limón, y pretendieron echarme un copazo de vermú (seco, eso si) y un chorrito de ginebra. Protesté escandalizado y me contestaron que, bueno, que es que mucha gente se lo toma así. No me meto en los gusto de cada cual, pero un Dry Martini no es un vermú con ginebra, así que insistí en que me lo hicieran como dios manda y me lo sirvieron completamente aguado.
En las diversas recetas del Dry puede haber más o menos vermú, desde 1 parte por 5 de ginebra hasta 1:16; incluso se dice en broma que hay que poner la botella de vermú para que un rayo de sol la atraviese y le dé a la ginebra. La fórmula más clásica es llenar el vaso mezclador con mucho hielo muy frío, echar un chorro de vermú seco -preferiblemente Noilly Prat-, agitar y tirarlo, dejando sólo el hielo lavado y el aroma; añadir 6 cl de ginebra muy fría y muy seca (Tanqueray es mi preferida), agitar rápido y servir en copa helada. Una corteza de limón y una aceituna manzanilla (con hueso y sin aromas añadidos) coronan la obra maestra: el mejor aperitivo del mundo.
En fin, si no se llega a gourmet, aspiremos al menos a grumet. Aunque sea en tierra.
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