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Joaquín Aurioles
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UD ALMERÍA | EL ACTA DE VIVANCOS
Almería/Al final, la UDA de esta aciaga temporada no fue el Elche de la pasada campaña, colista solitario. Pero sólo lo decía por lo de colista, porque el conjunto ilicitano logró sumar hace un año 25 puntos, pese a ser el último de la fila, cuatro más que el actual Almería, aun siendo penúltima.
Este preludio numérico viene a colación por la paupérrima temporada de un equipo que, si bien ha maquillado el final del curso, ha seguido mostrando carencias hasta el último día, pese al lógico autobombo del bueno de Mel. Y es que lo que suele ocurrir en los dos o tres últimos partidos de cada campeonato con equipos que nada se juegan, suele tener su intríngulis.
El extraño choque ante el Cádiz apenas merece atención y lo que nos concierne a partir de ahora es saber si con el paso atrás se darán dos hacia delante en un próximo y ojalá que cercano futuro. Para eso, amén del técnico a contratar, se presenta una primera disyuntiva: ¿se conserva la base de la temporada recién finalizada o por el contrario se apuesta por una renovación total?
Quienes me han seguido durante la temporada intuirán mi pretensión, que pasa por darle a esta plantilla la vuelta como a un calcetín, conservando no más de cinco efectivos en plantilla, sin contar con los jugadores que a buen seguro se venderán. Si se pretendiera mantener la base actual, me temo que no sólo se perdería la opción de ascender, sino que la propia categoría de plata peligraría.
Me explico. Un equipo tan endeble como el actual no estaría preparado para pelear en una Segunda División tan aguerrida. Visiono frecuentemente los choques en esta categoría y la diferencia entre los últimos de Primera y los primeros de Segunda es mínima, tan sólo algún delantero que marca diferencias (la UDA con Sadiq) hace desequilibrar la balanza.
Y si esa diferencia es mínima, este proyecto de plantel, más flojo físicamente que un pato de goma, no podría competir en Segunda con los de arriba, como no pudo competir en esta campaña con los de abajo de Primera. Puede que algún jugador de la UDA si esté preparado técnicamente para ayudar en Segunda, pero la concepción de este proyecto desde que llegó Turki está yendo por el camino contrario por donde transita el fútbol más actual, repleto de músculo.
De ahí que la UDA siempre fue un conjunto que en las últimas temporadas encajó demasiados goles y al que le crearon ocasiones de más con paradones incluidos de sus guardametas. Por todo ello, los rumores que sitúan a Rubi de nuevo en el banquillo rojiblanco me hacen dudar del giro de 180 grados que se debería de dar. Puede salir bien o mal, como todo en la vida, pero lo consideraría cuando menos un fichaje cobarde, futbolísticamente hablando. Hay cientos de opciones que encajarían dentro de un modelo antagónico al de ahora.
Por cierto, no querría olvidarme de los cánticos que la Grada Joven dedica últimamente durante los partidos al entorno del club y a los jugadores. No seré yo quien opine solo, pues el resto del estadio recrimina con buen criterio una y otra vez dichos cánticos. La libertad es lo más bonito del mundo, pero puede que esa juventud, como reza el nombre de la propia peña, no les esté dando la calma que en estos momentos necesita el club y el proyecto, en el cual sigo confiando.
P.D. Las vueltas que da la vida, hace un año nos dejábamos el corazón en lucha con el Valladolid por continuar en Primera, y los blanquivioletas acaban de volver a la máxima categoría mientras la UDA retorna a Segunda. Por eso, nunca hay que perder la paciencia.
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