No hay mal que por bien no venga

UD Almería

Quien sabe si con una victoria ante Las Palmas la concentración para afrontar el choque en Zaragoza hubiera sido distinta

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Banquillo rojiblanco en las gradas de La Romareda.
Banquillo rojiblanco en las gradas de La Romareda. / Carlos Gil
Ramón Gómez Vivancos

20 de junio 2020 - 23:02

Ahora es cuando más rabia da el haber perdido, de la forma que fue, el encuentro ante Las Palmas. Quien sabe si con una victoria ante el conjunto amarillo la concentración para afrontar el choque en Zaragoza hubiera sido distinta. Por eso se dice aquello de, no hay mal que por bien no venga, porque el de La Romareda era un partido vital por aquello de ser un rival directo y de ganar el gol average a los maños.

Los que seguimos tiempo ha el mundo del fútbol (uno ya rebasó el medio siglo), conocemos las características de un técnico como Víctor Fernández. Su trayectoria es tan extensa como predecible, ya que sus equipos suelen tratar el balón con delicadeza, pero carecen de garra a la hora de presionar al contrario. Esa característica le sirvió a los rojiblancos para explotar uno de sus puntos fuertes, las transiciones ofensivas. De hecho los dos goles llegaron de esa forma, gestándose en los tres cuartos de campo rival, donde los de JM Gutiérrez se mueven como pez en el agua. Pudieron caer más, pero bastó con golpear en dos ocasiones y controlar a base de juntar líneas y ser expeditivos en defensa. Una vez que se logró cortocircuitar la mayor virtud del adversario, su fluidez ofensiva, la bondad defensiva del Zaragoza desde el centro del campo hacia su defensa permitió desplegar una imaginaria alfombra roja para un equipo, que es máximo goleador de la categoría a base de encarar a los zagueros en transiciones mortales.

Todo el choque discurrió por los mismos parámetros sin que ni siquiera Fernando tuviera que intervenir de forma decisiva. A medida que avanza esta mini temporada sobresale la figura de un jugador que llegó a ser internacional en las categorías inferiores de la selección nacional. Hablamos de Costas, tan criticado a su llegada como ensalzado ahora. Es como si el confinamiento le hubiese proporcionado la calma que necesitaba, a tenor de sus absurdas pérdidas de balón durante los primeros partidos que disputó. En Soria ya comenzó a dejar destellos, pero incluso en la derrota ante Las Palmas destacó el central vigués. Esta transformación nos debe servir de experiencia a la hora de evaluar a cualquier jugador, en espera de que dispute al menos más de media temporada. Criticar a las primeras de cambio es el recurso fácil de los que piensan que cualquiera tiene los genes de Sergio Ramos o de Messi.

El que parece tener siete vidas como los gatos es Vada. Al argentino lo hemos visto en situaciones extremas al borde de una grave lesión, pero parece estar hecho de otra pasta. En este caso su gen competitivo entronca con su nacionalidad. Bravo por él. Otro hecho destacable supuso la ausencia durante todo el choque de Juan Muñoz. Puede que el utrerano hubiese roto por completo la endeble zaga maña con su visión y pegada, pero no dejó de ser un lujo su descanso de cara a futuros encuentros. Si JM Gutiérrez sabe manejar esas situaciones, no solo se le daría descanso a Darwin (encomiable su esfuerzo en defensa), sino que se podría llegar en condiciones óptimas al tramo final, donde la acumulación de partidos puede que depare más de una sorpresa agradable para los que logren hibernar entre jornadas a sus mejores piezas.

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