La liga regular, a debate
El Acta de Vivancos
Llegar en plena forma al último tramo del campeonato es trascendental, es la asignatura pendiente de la UDA sobre todo desde que arribó Turki
Las opiniones son unánimes, se critica la temporada de la UDA y se alaba lo que hasta ahora ha conseguido, por ejemplo, el Girona de Francisco. Sí, la plantilla de la UDA tuvo sus lagunas, eso es innegable, pero también tenía sus virtudes. Ahora bien, ¿es preferible estar toda la temporada jugueteando con el ascenso directo o es mejor permanecer gran parte de la campaña en mitad de la clasificación, a bastantes puntos del play-off, confiando en una reacción de última hora a la desesperada? Yo nunca en esta vida me la jugaría a ver qué pasa en las últimas jornadas, pese a haber planificado lograr el punto álgido al final de la competición.
Llegar en plena forma al último tramo del campeonato es trascendental, es la asignatura pendiente de la UDA sobre todo desde que arribó Turki, pero un equipo ganador debe de candidatar toda la campaña en pos de las posiciones de ascenso directo. Es lo que casi ha conseguido el segundo proyecto de Turki, y digo casi porque le ha faltado el empuje final y también que el ascenso directo no estuviera tan caro en esta temporada con la presencia del Espanyol y del Mallorca. De hecho, con 73 puntos (contando con el robo en casa ante el Leganés) se hubiera ascendido como campeón en la anterior temporada. Por eso es muy fácil centrar toda la ira principalmente en la eliminatoria perdida ante el Girona, olvidando todo lo logrado con anterioridad, ni más ni menos que disputarle el campeonato a todo un Espanyol. Los análisis no se deben hacer contando solo con el final. Otra cosa es el sistema de competición de eliminatorias, que choca frontalmente con el espíritu más justo, la liga regular.
Después de meses y meses de encuentros, de méritos y deméritos reflejados en la clasificación, todo se dilucida en tres días, con los choques de ida y vuelta del play-off. No importa si la diferencia de puntos, la justicia real, ha sido una u otra en la clasificación. Si se tiene la fortuna de llegar físicamente en forma justo para esos dos partidos, o cuatro, si es que se llega a la final, se triunfa. Si no, todo se echa por tierra. Cara o cruz. Ojo, con esto no le estoy restando mérito alguno al Girona de Francisco. Ellos supieron jugar sus cartas y llegaron como aviones supersónicos al tramo final del campeonato con un equipo inferior al del año pasado, pero eso no importa cuando de repente ese mismo equipo no es ni la sombra (para bien) del que fue durante siete meses de campeonato. A la UDA le ocurrió lo contrario, y ahí es donde se debería ahondar para que no se repita la historia, amén de las deficiencias en defensa que a la postre han ayudado a lastrar las aspiraciones de ascenso.
Sigo convencido de que el camino es el emprendido en esta campaña, el de competir todo el año en la parte de arriba de la clasificación. Por eso, las criticas centradas en el declive final no me parecen justas del todo, como tampoco me parece justo un play-off que elimine de un plumazo todo lo logrado en una temporada tan extensa como es la de la Segunda División. Esta reflexión nada tiene que ver con el que hubiese sido el ascenso directo de la UDA, pues en las dos últimas campañas se ocupó la cuarta posición al final, pero abogo por un sistema más justo que no dependa de un estado de forma concreto de cualquier equipo en un mes, un error arbitral o simplemente la diosa fortuna de un par de partidos.
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