Adiós al murciano que forjó una época dorada
A Alfonso García se le tenía miedo, le pitaron en su primer choque como presidente y al final se ha convertido en un símbolo del fútbol almeriense
El fútbol almeriense andaba revuelto a finales de la década de los noventa. Almería CF y Polideportivo Almería mordían más de lo que podía ofrecer el pastel y parecía demasiado evidente que una convivencia no le depararía éxito alguno a ninguno de los dos equipos. Y en esas llegó el murciano. Alfonso García Gabarrón, un total desconocido para los aficionados almeriense del que se tenía la misma desconfianza que hoy genera Tarik Al-Shaikh.
El caso es que en 2001, la ciudad pasó a tener un solo equipo. Se ponía punto y final a la rivalidad entre aficiones de una misma ciudad y se buscó una alianza para crear una masa social sólida en la que apoyarse. Así que lo que surgió como Almería CF se reconvirtió en UD Almería y su denominación ha llegado viva hasta nuestro días porque aquella persona a la que se miraba con recelo procuró que así fuera.
Pero Gabarrón no fue bien recibido. Por entonces, Juan Casuco, técnico de la UDA, o un Dios para la afición tras haber ascendido al equipo desde Tercera a Segunda División, había dejado caer que la llegada del de Águilas podría no ser lo mejor para la entidad. Y Alfonso García fue pitado en el primer encuentro. A pesar de todo, ese partido se le ganó al Málaga B. Era el 30 de agosto de 2003. El tándem formado por Casuco y García comenzó funcionando. El Juan Rojas había dado una primera alegría. Pero la relación no duraría demasiado. El Almería encadenó 18 partidos consecutivos sin conocer la victoria y García tuvo que tomar su primera decisión complicada, echar al técnico del que la afición rojiblanca coreaba su nombre aún llevando meses sin ganar un encuentro.
Le sucedió en el cargo Luis Ángel Duque, quien también sería despedido y llegó el gallego Fernando Castro Santos, quien se convirtió en el salvador, al igual que lo hizo con el Poli Ejido. García salvó su primera temporada en el Almería y logró mantener al equipo en Segunda División. El primer síntoma de que el Almería comenzaba a aspirar a algo más se produjo en la temporada 2005/2006, con Paco Flores en el banquillo. La UDA firmó una campaña impecable pero se desinfló en las últimas jornadas.
Y entonces llegó el vasco, el entrenador que impondría un estilo y cambiaría el rumbo del equipo. Y todo a pesar de un inicio desastroso en el que García estuvo muy cerca de soltar el látigo. Fue la temporada de nombres como Westerveld, Bruno, Carlos García, Acasiete, Cisma, Soriano, Cabrera, Ortiz, Mané, Kalu Uche y Míchel, Corona o Mario Bermejo.
Almería logró el ascenso, la ciudad tuvo por segunda vez en su historia a un equipo en Primera División. El cuadro de Emery acabó segundo con 80 puntos solo por detrás del Valladolid.
Y ya en Primera, Alfonso García se convirtió en el presidente revelación, llegando incluso a saltar al césped para hacerse la foto con el equipo inicial de cada partido. Le dio minutos en pantalla, pero le ayudó a ganarse la simpatía del fútbol nacional. Y no solo por eso, García acertó de lleno a la hora de confeccionar la plantilla con la que comenzaría su andadura en la máxima categoría del fútbol nacional.
Llegó Álvaro Negredo procedente de la cantera del Real Madrid, seguramente el mayor acierto de gestión deportiva de García. Sus 13 goles en la primera temporada hicieron que el empresario murciano ejecutará la opción de compra por más de cuatro millones. El Almería quedó clasificado en la octava posición, pudo jugar la Intertoto para optar a la UEFA, pero finalmente decidió no hacer efectiva la oportunidad.
En 2008, García se gastó ocho millones de euros en fichar a Pablo Piatti, convirtiéndose hasta el día de hoy en la incorporación más cara en la historia del club rojiblanco. Aunque también es cierto que García se había desprendido de Felipe Melo, a quien incorporó siendo un futbolistas que ofrecía serias dudas y vendió a la Liga italiana llamando a las puertas de la selección brasileña. Esta segunda temporada, el Almería volvió a demostrar que con el fútbol que imponía Emery no tenía dificultades para mantenerse en la élite.
Pero Emery se fue y los problemas comenzaron a llegar.
La 2008/2009 fue la temporada del mayor ‘pelotazo’ mediático de Alfonso García. Tras un mal arranque liguero, el de Águilas decidió fichar a Hugo Sánchez como entrenador. El fútbol español giraba su rostro hacia Almería, que se convirtió, partido tras partido, en uno de los equipos a los que darle protagonismo en los espacios deportivos nacionales debido a su entrenador. El mexicano salvó los muebles y comenzó la temporada posterior. Pero también cayó. Y entonces García decidió dar otro giro inesperado, buscó a un técnico cuyo fútbol recordara al de Unai Emery, lo encontró en Juanma Lillo y se acertó. El Almería sumaría cuatro temporadas en Primera División. Pero no habría más. La 2010/2011 fue un auténtico desastre. Por el banquillo pasaron Lillo, José Luis Oltra y Roberto Olabe. Tras una etapa gloriosa, se consumaba el descenso.
Y allí abajo, en Segunda, el Almería se postulaba como el conjunto a batir. No era para menos. Por nombres, como los de Ulloa o Bernardello, y por presupuesto, era el equipo a batir. Pero Lucas Alcaraz no pudo o no supo conseguir eso que tanto cuesta, regresar a Primera tras un descenso. Pero no costaría demasiado porque García volvería a acertar, apostó por un Javi Gracia por entonces un tanto desconocido. Los goles de Charles ayudaron para conseguir un nuevo ascenso en los play-off ante el Girona.
Y, entonces, García decidió apostar por gente de la tierra. Francisco, sin apenas experiencia, debutó en Primera. García, en contra de lo que solía decidir, confió en el exdelantero rojiblanco a pesar de los malos resultados iniciales. La apuesta salió bien. El equipo se salvó por un punto. Pero ahí seguía. Entre los grandes. La 2014/2015 fue otra mala temporada. Ni Francisco ni Sergi Barjuán fuera capaces de enderezar el rumbo del cuadro rojiblanco. Se comenzó a fichar a coste cero. El equipo andaba muy lejos de las cifras millonarias de su anterior etapa en Primera División. Así que se descendió. Y desde entonces, el cuadro almeriense sufre en Segunda División.
Tras un primer esfuerzo en el que llegaron jugadores como Pozo, procedente del Manchester City, Alfonso García decidió que el fútbol ya no era prioritario para él. Almería ya no disfrutaba el fútbol de Emery ni de los goles de Negredo, pero con el esfuerzo de los equipos que tras haber estado en lo más alto se desangran por caer en el pozo, el equipo ha ido salvando con más pena que gloria los envites de una categoría que cada año es más exigente.
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