El compromiso como bandera
UD ALMERÍA | EL ACTA DE VIVANCOS
El cambio más importante ha sido un giro de 180 grados a un aspecto repetido hasta la saciedad desde estas líneas: la intensidad
Rubi suma una nueva baja para la próxima jornada liguera
Hace poco más de dos meses, a comienzos de octubre, la UDA disputaba un partido muy importante pese a solo ser la octava jornada de liga. Ante el Burgos se jugaban los de Rubi, y casi que el propio entrenador, parte del crédito de una plantilla supuestamente valorada con el que se partía desde el comienzo de la campaña. Se coqueteaba y se ocupaba de hecho la posición de descenso al verdadero pozo de la Primera Federación. El arrastrar la rémora de la infame temporada pasada no ayudaba precisamente.
Con seis míseros puntos partía la UDA justo antes del choque ante los burgaleses. Pasó ese corto periodo de tiempo y frente a otros burgaleses, los de Miranda de Ebro, diez semanas después, el conjunto rojiblanco ha logrado 29 puntos más y esta vez ocupa un puesto de ascenso directo. ¿Qué se corrigió? ¿La mentalidad? ¿El sistema táctico? ¿El sistema defensivo con solo cinco tantos encajados en las siete últimas jornadas?
Pues quizá un poco de todo lo contenido en cada pregunta, pero sobre todo se le dio un giro de 180 grados a un aspecto repetido hasta la saciedad desde estas líneas: la intensidad. Contemplad cómo presiona y muerde este equipo ahora, la cantidad de balones que se recuperan en el centro del campo en comparación a las primeras jornadas cuando se defendía con la mirada, embriaga de placer futbolístico a cualquier aficionado rojiblanco.
No es solo el compromiso que se percibe en todos los integrantes de la plantilla y del que bien habla su entrenador, sino la ejecución de todo ello en jugadores tan limitados físicamente como Melero o tan fríos como Lopy. Y eso que dos de los componentes del plantel, Baba y Gui, que ya llevaban de fábrica ese marchamo de la intensidad, por desgracia ya no son de la partida, sobre todo el ghanés.
Sin embargo, a través del buen hacer de Rubi, Baba comenzó a contagiar al resto de sus compañeros de lo que se precisa en el fútbol moderno, y más si hablamos de la Segunda División. Un ejemplo lo vemos en la transformación de Melero ante el Mirandés, conjugando su buen toque con un amplio despliegue físico hasta que pudo en una posición tan sacrificada, que nos muestra hasta dónde este equipo está de implicado.
Baptistao, en plena forma
No solo en este último encuentro, porque en Málaga el mismo Melero evitó el segundo tanto local tras una recuperación en defensa digna de la reciente revelación del fútbol nacional, Marc Casadó. Si a todo lo expuesto hasta ahora le unimos la prolífica generación en ataque que desde las primeras jornadas continúa, estén más o menos acertados (como ante el Mirandés) se obtiene ese cóctel perfecto que encaja en la categoría de plata y que debería llevar al éxito.
Y qué decir de Baptistao, otro jugador al que se le suponía en decadencia, pero que está en plena forma a nivel físico, técnico y mental, otro ejemplo a seguir por sus compañeros. El delantero brasileño al 100 % es diferencial en Segunda. En resumidas cuentas, la implicación para desarrollar sobre el terreno de juego todo de lo que carecía esta plantilla con respecto a ritmo e intensidad, se consiguió gracias a la paciencia y buen hacer de Rubi, que al igual que en las primeras jornadas recibió críticas, por lo contrario, ahora debe de recibir elogios por rectificar y darle la vuelta a esto como a un calcetín.
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