La ascendencia de Rubi en el paso adelante de Chumi, Pozo o Gui y la irrupción de Perovic

UD ALMERÍA | Contracrónica

Jugadores que parecían venidos a menos han resurgido de la mano de Rubi, que además está dándole oportunidades a los jóvenes de mostrar su valía

El Almería es un ciclón ante el Córdoba y se mete en ascenso directo (4-0)

Lopy carga con Pozo para celebrar el 1-0 ante el Córdoba / Javier Alonso

Almería/Rubi ha obrado el milagro de los panes y los peces. Cuando el Almería perdía con motivo de la disputa de la séptima jornada liguera un 29 de septiembre en el feudo del Levante (4-2) y caía al puesto 20º de la tabla clasificatoria pocos podían pensar que apenas dos meses después iba a entrar en ascenso directo. Las sensaciones entonces eran terribles, el plantel arrastraba los mismos males de la temporada del descenso, la desconfianza cundía en el vestuario y los jugadores parecían haber tocado fondo.

Pocos, salvo el técnico catalán, que reiteró en varias ocasiones que el objetivo seguía siendo el ascenso, creían entonces en la remontada. La dirección deportiva y la propiedad también mantuvieron la calma cuando el pesimismo había cundido entre la afición y se apuntaba incluso a certificar cuanto antes la permanencia para evitar disgustos de última hora. El 'arquitecto de Vilassar' siguió a lo suyo, dándole cariño a futbolistas que dudaban ya incluso de su profesionalidad, y esa confianza ciega en sus capacidades ha provocado el resurgir de muchos jugadores que parecían perdidos para la causa.

Es el caso de Chumi. El central gallego, capitán cada vez con más galones, se ha convertido en el baluarte sobre el que Rubi ha construido un nuevo modelo defensivo que realiza menos concesiones al rival y no expone tanto en la salida de balón. Ante el Córdoba el equipo dejaba la portería a cero por tercera vez en lo que va de curso (antes fue en Tenerife y contra el Burgos en casa), una de las premisas para convertirse en un aspirante real al ascenso, que no solo se conseguirá a base de pegada, por abrumadora que sea.

Otra pieza del puzzle que ya encaja es Alejandro Pozo. El propio jugador admitió que había atravesado un calvario en el aspecto anímico, dudando de sus cualidades, hasta que Rubi regresó y le hizo ver que contaba con él, que le toleraba el fallo porque sabía que iba a terminar respondiéndole. Contra el Córdoba abría la lata con un golazo y también marcó ante el Burgos, recuperando su versatilidad tanto en su faceta de lateral diestro como de extremo incisivo.

Qué decir de Gui Guedes. Pocos contaban con el carácter y la personalidad del portugués. Al propio Rubi le costó tiempo verlo, pero en su titularidad ante el Deportivo de la Coruña demostró que había mediocentro para rato y frente al Córdoba, teniendo que suplir tras el descanso al lesionado Baba, fue decisivo en sendos robos de balón en las acciones que originaron porteriormente el 1-0 y el 2-0. Su aparición en la medular han motivado que la dirección deportiva ponga en barbecho la opción de reforzar esa demarcación en el mercado invernal y quizá se decante mejor por un '9' que cubra un posible resfriado de Luis Suárez, lo que motivaría probablemente la salida de Marezi vía cesión.

Baptistao ya suma 5 goles, rebasa a Arribas (4) y se convierte en el mejor escudero de Suárez / Javier Alonso

Y la guinda al pastel está siendo el atrevimiento de Rubi para darle minutos a jugadores jóvenes, faceta que le costaba más trabajo en su primera etapa como preparador indálico. Hizo debutar en Copa del Rey al meta canterano Bruno Iribarne, probó a Valen en Tenerife, le está dando minutos a Gui y en el marco de la goleada al Córdoba hizo estrenarse a un juvenil como el montenegrino Marko Perovic, que apunta maneras con una zurda de seda.

A todo lo ya expuesto hay que sumar el rol de jugador número 12 que recae sobre Arnau Puigmal, que suele aportar cosas interesantes bien desde el banquillo o bien como titular, la apuesta hasta el momento arriesgada pero acertada de alternar a Fernando y Maximiano en la portería, los minutos de responsabilidad para Rachad o la notable mejoría de Édgar.

Eso sin olvidar el que tal vez sea el mayor acierto hasta la fecha, equilibrar el equipo con el doble pivote africano Baba-Lopy, que ha tenido mucho que ver en la mejoría defensiva de las últimas jornadas. Melero, Radovanovic y Marezi son los únicos puntos negros a estas alturas, sin olvidar que Nico Melamed, muy apagado en sus últimas apariciones, debe dar un paso al frente y, visto lo visto, seguro que Rubi lo propicia.

Del resto está todo dicho porque su currículum y hoja de servicios los avalan. Lo normal es que Luis Suárez y Leo Baptistao marquen goles y repartan asistencias, así como Sergio Arribas, que ya lució en Primera en un contexto muy complicado, pero lo realmente trascendental es que Rubi haya conseguido sacarlos del fango en el que parecían haberse sumido y llevarlos a otra dimensión. Y un punto no menor, no se ha obcecado con un sistema táctico fetiche e inamovible, sino que ha sabido ajustar el dibujo a las piezas de las que dispone para sacarle el mejor rendimiento. Un entrenador de la E a la R.

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