El Almería o el enfermo que no quería sanar

UD ALMERÍA | Análisis

El discurso autocomplaciente de la directiva, clave en la deriva autodestructiva que describe el club en el peor momento de la era Turki Al-Sheikh

El Almería se asoma al abismo 2211 días después

Mohamed El Assy, mano derecha de Turki Al-Sheikh en la UDA, sigue sin abrazar la autocrítica
Mohamed El Assy, mano derecha de Turki Al-Sheikh en la UDA, sigue sin abrazar la autocrítica / Javier Alonso

Almería/No hay peor enfermo que el que no quiere curarse. La Unión Deportiva Almería anda inmersa en esa paradoja. Externamente cada día parecen más claras y evidentes las circunstancias que han abocado al equipo a la compleja situación deportiva en la que se encuentra en la actualidad, pero el análisis interno sigue pecando de la misma soberbia que ya lo condujo a Segunda División. Muchos pensaban que con el maquillaje de la vuelta de Rubi y el caramelo del fichaje de Melamed sería suficiente, pero a la vista está que se equivocaban. Atrás quedan las excusas arbitrales, apuntar a los entrenadores o refugiarse en la gran inversión acometida, el primer paso para sanarse es reconocer los males que asolan a la entidad y su directiva todavía no parece por la labor de hacerlo, al menos a tenor del discurso de su CEO, Mohamed El Assy, en su reciente aparición pública. Pongamos a continuación el foco en los problemas que saltan a la vista y nadie parece querer atajar.

Carencia de autocrítica

La directiva de la UDA, que es lo mismo que decir Mohamed El Assy, pues como mano derecha de Turki Al-Sheikh tiene poderes plenipotenciarios, sigue instalada en un discurso autocomplaciente que no admite errores y convive mal con la crítica. Esta actitud es clave en la deriva autodestructiva que viene describiendo la entidad los dos últimos años. En su reciente comparecencia pública el director general tuvo una ocasión de oro para entonar el 'mea culpa' y exponer cómo se está trabajando desde dentro para atajar el problema, pero en lugar de eso se dedicó a tirar balones fuera delante de la prensa en una comparecencia de más de una hora de duración que dedicó en buena medida a vender su libro, una obra que ya pocos le compran porque tiene argumentos caducos. Para El Assy siguen teniendo el mejor equipo de la categoría y solo habría dos problemas a subsanar bajo su perspectiva: A) El equipo no ha adaptado su fútbol a la categoría en la que se encuentra. B) Exceso de confianza entre los jugadores, que han entrado en una dinámica de creérselo. Si la persona que tiene que cambiar el chip no lo hace, mal camino.

Vestuario roto

Esta circunstancia nadie quería verla por peligrosa, pero el propio Rubi ya la ha verbalizado en alguna rueda de prensa. El técnico catalán ha insinuado que nunca imaginó encontrarse con un vestuario tan tocado a nivel anímico y ahora está saliendo a la luz que las relaciones entre buena parte de sus componentes también son tóxicas. El descenso dejó marcados a muchos de ellos. Eso, unido al hecho de que el club no los dejó marcharse con ofertas a la baja que llegaron a la dirección deportiva durante el pasado verano, ha provocado una bomba de relojería que puede explotar en cualquier momento. En el Ciudad de Valencia ya se atisbaron algunos roces entre compañeros como los reproches que Luis Suárez le dedicó a Arnau Puigmal -casi llegan a las manos según se indicó en la propia emisora oficial del club- tras encajar uno de los goles. Rubi quiso en su aparición postpartido recordar que ese no era el camino: "Hay que ser persona cuando las cosas no van bien y no calentarse buscando el culpable en el de al lado cuando lo somos todos. Yo soy el primero y esas cosas las hablaremos dentro del vestuario". Esa fue la declaración textual del de Vilassar de Mar. Un tuit de Igansi Pubill, padre de Marc Pubill, elogiando la entrega colectiva del Levante al término del encuentro, es bastante clarificador acerca de lo que debe estar viviéndose ahí dentro. Luego lo borró convenientemente debido al revuelo originado.

El nivel real de la plantilla

Los entrenadores rivales se prodigan en elogios a la plantilla rojiblanca. En las previas de cada encuentro es ya un clásico escuchar las alabanzas del entrenador de turno para el plantel indálico. ¿Pero realmente tiene el nivel que se le presupone? Hasta el momento la cruda realidad es que no lo han demostrado. Quizá vaya siendo el momento de abrir el melón de que la calidad real de estos jugadores dista mucho de la que se imaginaba. Tal vez individualmente brillen, pero son incapaces de hacer piña como grupo, de convertirse en un equipo con mayúsculas pese a los denodados esfuerzos de Rubi y su staff técnico en ese sentido. Muchos ya piensan que sobran bailarines y faltan mineros que sepan interpretar la complejidad real de la categoría de plata, donde la intensidad y competitividad suele dar más puntos que la calidad.

Rubi no sospechaba hasta qué punto cundía el desánimo en el vestuario rojiblanco
Rubi no sospechaba hasta qué punto cundía el desánimo en el vestuario rojiblanco / UDA

Un sistema defensivo circense

No hay peor ciego que el que no quiere ver y El Assy en ese sentido lleva mucho tiempo ciego. Hace apenas una semana, sin ir más lejos, presumía de contar con la mejor pareja de centrales de la categoría, invitando a los periodistas a que le señalasen otra más efectiva. Lo cierto es que a día de hoy la pareja de cualquier equipo de Segunda mejora las prestaciones de la rojiblanca, que acumula la nada desdeñable cifra de 15 goles en contra, siendo ya el conjunto más goleado de Segunda y saliendo a una media de más de dos goles por partido. En honor a la verdad este problema no es exclusivamente de los defensores, sino del sistema defensivo en general y no viene de ahora, sino que se arrastra desde hace tiempo. En el intento por mejorar las prestaciones de la dupla Babic-Ely, que el año de la permanencia también fue de las más goleadas, el equipo dio un paso atrás en vez de dos adelante. La apuesta por César Montes salió rana y de aquellos barros llegan estos lodos. Aunque hay que recalcar que sería injusto señalar únicamente a los zagueros, ya que el centro del campo es un auténtico erial en cuanto a labores de contención se refiere, permitiendo pasillos interiores jornada tras jornada y corriendo poco hacia atrás para corregir. Con esa falta de solidaridad entre líneas se hace imposible medrar en el fútbol moderno.

Discutir a Rubi, un tiro en el pie

Quienes empiezan a discutir al entrenador señalando directamente al banquillo parecen tener mal diagnosticado dónde está el verdadero cáncer y deberían saber que Rubi permanecerá como entrenador sí o sí los tres años que ha firmado. El Assy se ocupó de dejar muy claro en rueda de prensa que el club apostó de forma muy ambiciosa por el regreso del autor del tercer ascenso (3 millones brutos por cada una de los 3 años firmados a repatir entre él y su staff) y están dispuestos a retenerlo ocurra lo que ocurra. El mensaje para el vestuario es muy claro: os guste más o menos esto es lo que hay y con esto hay que tirar adelante. Sería absurdo por otra parte pensar que la etapa de desgracias que asola a la UDA se debe al entrenador. La campaña pasada por aquí desfilaron Vicente Moreno, Gaizka Garitano o Pepe Mel y ninguno pudo sacarle punta a este equipo. El primero fue particularmente señalado desde la directiva y está protagonizando un gran arranque al frente del Osasuna, que lo prefirió antes que a Rubi. La única vía para que en un futuro pudiera abandonar el barco es que acabe presentando su dimisión en caso de ver que se hace imposible darle la vuelta a la situación. Un escenario por otra parte sumamente improbable.

Límite salarial desbordado

En esta acumulación de errores y palos de ciego que viene dando el club sin duda el que compromete más el futuro deportivo a corto y medio plazo es haber rebasado el límite salarial, precisamente por apostar en buena medida por la continuidad de futbolistas con contratos sobredimensionados pese a haberse visto revisados tras la pérdida de categoría. Aunque la cifra real mejorará considerablemente cuando se presenten los nuevos patrocinadores oficiales, en particular la compañía que lucirá en las camisetas, lo cierto es que el dato actual hipoteca en buena medida que la dirección deportiva pueda operar con libertad de movimientos en un mercado invernal que se antoja clave en caso de que el equipo no remonte el vuelo en las próximas jornadas. El inconveniente no es que no haya dinero, sino que no se puede gastar con la alegría que ha acostumbrado hasta la fecha la UDA desde el aterrizaje de Turki Al-Sheikh en la propiedad. En el mes de enero el club quizá se vea en la tesitura de tener que renovar profundamente el plantel, algo que no quiso hacer en verano confiando en la varita mágica de Rubi, pero en las ventanas invernales es muy difícil acometer reformas de ese calado. Ahora mismo se encuentra en un callejón sin salida del que para salir probablemente tenga que recurrir a malvender alguna de sus piezas más codiciadas que, no obstante, están ofreciendo un pésimo bagaje en lo futbolístico. Tocará traer hombres por encima de nombres para apuntalar la permanencia haciendo los sacrificios necesarios.

Peligrosa brecha equipo-afición

Con todo lo expuesto, tal vez el mayor peligro que acecha ahora es la peligrosa brecha que sigue abriéndose entre el equipo y la afición. Hasta el momento muchos seguidores han apostado por optar por la cautela, reservándose de pitar al equipo para no incrementar la presión sobre el mismo en los partidos en los que actúa como local en el Juegos Mediterráneos, pero cada jornada el propio equipo le da más combustible a la vertiente de seguidores que abogan por cargar las tintas contra la plantilla, proponiendo actuaciones antes, durante y después de los encuentros. Si la fractura acaba produciéndose, sería sin duda la mayor catástrofe para un grupo que ha demostrado ser frágil hasta el extremo a nivel psicológico. Por eso extraña que El Assy y su equipo de colaboradores no se haya ofrecido como chaleco para las balas que cada vez llegan en mayor número desde la grada. Al fin y al cabo ellos fueron quienes confeccionaron un grupo humano que no está sabiendo alcanzar los estándares de profesionalidad acordes a la categoría.

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