El culpable tiene nombre y apellidos
El acta de Vivancos
De inicio Curro Torres le ganó la partida a FF de cabo a rabo, pero este rodillo en que ha convertido a la UDA pasó por encima del Córdoba casi por propia rutina mientras ellos perdían fuelle físico
Toda acción del presente suele estar influenciada por tarea del pasado. La vida misma no se mide por un día ni por un mes, sino por la unión de un trabajo continuado. Durante toda una temporada futbolística ocurre lo mismo; un partido, o incluso un pequeño tramo del mismo, puede hacer mella de forma limitada si aparecen desajustes o el contrario te toma la medida por un rato, pero la laboriosidad del pasado recompensa cualquier contratiempo. Ayer mismo el conjunto de FF se vio en una tesitura similar.
De inicio, Curro Torres le ganó la partida a Fran Fernández, de cabo a rabo. Sin embargo, conforme pasaban los minutos tal adversidad se fue minimizando por sí sola, casi sin mover pieza. El trabajo acumulado de tantos meses, el rodillo en el que FF ha convertido a esta Unión Deportiva, comenzó a pasar por encima del Córdoba casi por propia rutina. A la vez, los cordobesistas iban perdiendo fuelle, tanto táctica como físicamente, hasta que se diluyeron en la segunda mitad como un azucarillo. De nada le valió a Curro Torres plantear un partido casi perfecto si detrás se esconde un equipo frágil en todas sus facetas, aun yendo por delante en el marcador. Si además tu rival es antagónico al tuyo en todos los aspectos, sin amilanarse por mal que le vayan las cosas, ocurre lo que aconteció ayer en el Mediterráneo.
Esta modesta percepción que me viene a la mente mientras redacto estas líneas, puede que se sustente en una base aún más sólida, al no disponer la plantilla rojiblanca de ningún jugador que marque diferencias en la categoría. Por el contrario, el éxito se basa en un abnegado trabajo comandado por un técnico humilde, pero a la vez ambicioso. Voy a volver a repetir, por si algún querido lector todavía no lo tiene claro, una teoría que cada jornada se consolida: la clave de este Almería que sorpresivamente se ha subido al carro de los aspirantes al ascenso, tiene nombre y apellidos, Francisco Javier Fernández Díaz. ¿La razón? Es casi imposible que se haya acertado a la vez en tantos jugadores a la hora de confeccionar el actual plantel.
Con ello no pretendo restar el mérito alguno a los encargados de escoger a los futbolistas que por presupuesto encajaban, pero hacer coincidir en una misma temporada el mejor rendimiento histórico en Segunda de Álvaro Giménez y de Juan Carlos Real, no solo por las sensaciones, sino estadísticas en mano, junto a modestos debutantes como Corpas o Rioja, es que como acertar una Primitiva. Y digo Primitiva porque la puntería no pudo ser más certera, incluyendo a suplentes y a supervivientes de infaustas campañas precedentes. Entrando ya en modo ambición por el sexto puesto, si echamos un vistazo a la misma jornada de la temporada anterior, el desde ahora anhelado sexto lugar lo ocupaba el Numancia con 44 puntos. Los mismos que tiene el Cádiz, sexto en la actualidad. Equipos como el Valladolid, que al final ascendió, o el Zaragoza que también estuvo ahí, tenían 42 y 37 puntos respectivamente, Por lo tanto, se está en la pomada. PD: El presidente sigue sin destacar a su entrenador.
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