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El desembarco a Cartagena, el nuevo reto de un Almería en estado de gracia
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Almería/Lo que le está ocurriendo al actual Almería durante esta campaña pasará a la historia, y no por las estadísticas en sí, extremadamente negativas, sino por las diferentes circunstancias en forma de tormenta perfecta que precisamente han llevado a esta UDA al precipicio. Cuando no es una cosa es la otra, si por fin funciona la pareja de centrales para mantener la portería a cero, ya se encargarán otros de minimizar la bendita irrupción de Radovanovic.
Si Maximiano comienza a justificar su fichaje y a reivindicarse como un guardameta de futuro, ya acontecerá otra circunstancia para empequeñecer las facultades del cancerbero. Y así podríamos seguir, sin obviar las carencias de un equipo que roza la victoria ante los grandes pero que ante los pequeños, los de su liga, borra de un plumazo cualquier atisbo de recuperación. Ocurrió recientemente ante el Alavés por partida doble, frente a Osasuna o contra el Mallorca.
En líneas generales, la estructura de equipo va apareciendo, pero las referidas circunstancias castigan a un conjunto de por sí maltrecho. Y no solo intervinieron negativamente en el partido algunos jugadores, sino que el propio entrenador se unió al típico desaguisado que impide celebrar la primera victoria. Cierto es que Ramazani se cargó medio partido con su expulsión, privando a los suyos en un porcentaje elevado de continuar con la dinámica que se estaba exhibiendo durante la primera mitad, en espera de que con el paso de los minutos se le sacara rédito a una de las transiciones bien llevadas hasta el área contraria, pero desperdiciadas por la mala elección en el instante clave.
Y se cargó el belga dicha posibilidad por su mala cabeza al cometer dos infracciones de libro, de tarjeta, que apenas llevaban peligro real. Sin embargo, como antes indicaba, Garitano contribuyó a que eso sucediera, porque una de las primeras labores de un técnico es la de conocer al dedillo a sus jugadores. De hecho, a nadie le sorprendió que Ramazani hiciera algo así, pero un entrenador está para anticiparse a esas circunstancias provocadas por jugadores con los que convive deportivamente cada día. Seguir contando con Ramazani durante la segunda mitad no dejó de ser una temeridad por parte de Garitano, que a la postre pagó caro su propio equipo.
La ausencia del nuevo fichaje, Luka, que calienta banquillo y corre de suplente por la banda como si estuviera en Italia, sigue sorprendiendo, ya que vino a España y a un equipo como el Almería para lo contrario. Y a Luka precisamente no le faltan cualidades para la Primera División. Pero había más, la salida de Marezi se antojaba innecesaria dado el nuevo escenario de partido, no ya por bajar el nivel con respecto al Choco Lozano, sino por el nuevo encuentro tras la casi voluntaria ausencia de Ramazani. Se precisaba un planteamiento para contragolpear, alejado de las características de Marezi.
El concurso del delantero serbio no pudo ser más cómico y trágico a la vez. Lo siento por el chaval, pero la apuesta de Garitano por delante de la de Marciano (en poco tiempo veremos la evolución de ambos), le salió más que rana al técnico vasco. Por encima de acertar o no de cara al marco contrario, ese movimiento del que pudo ser el tanto de la victoria rojiblanca careció de un mínimo de sentido futbolístico, ni siquiera en Tercera sería admisible. Por lo tanto, fue casi un combate de la UDA contra la UDA, de lo bueno que en este equipo comienza a florecer frente a las meteduras de pata de jugadores y entrenador. A ver si en Granada se alinean al unísono, por fin, los mejores atributos.
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