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UD Almería I Contracrónica
No ha aprendido la lección el Almería. Ni los jugadores ni la directiva. Por supuesto, al cuerpo técnico no hay que excluirlo de este desastre colectivo. Millones de euros derrochados para no jugar a nada, para ser peor que un equipo del montón, para disparar a puerta una vez en dos partidos. Y de falta, de Aketxe. Tiene pinta de ser un año de esos en los que un especialista como el vasco, que ha marcado auténticos golazos con su zurda, no es capaz de ver ni una vez puerta a balón parado.
Son cuatro jornadas las que se llevan disputadas, quizás demasiado pronto para una crítica dura, despiadada, siempre se habla de ese margen de cien días para que los proyectos echen a andar. Pero con tres puntos de doce, con el equipo en zona de descenso (con dos partidos todavía por jugar, que no se sabe si es mejor o peor visto lo visto) y con un juego que consiste básicamente en tener supuestamente mucha calidad pero no sacarla a relucir, o se critica de forma constructiva o se pone un tupido velo que justifica todo lo que se hace con petrodólares. A ver si después de tantos petardos por la remodelación del Estadio de los Juegos Mediterráneos y de años soñando con la Ciudad Deportiva, va a llegar antes la vuelta a Segunda B que las obras. Sí, exageración, que se lo digan al Deportivo de La Coruña o el Mallorca.
El Almería juega mejor en las negociaciones de fichajes y ventas que sobre el terreno de juego. Un equipo que se ha gastado por segunda temporada consecutiva lo que se ha gastado y que presume de la millonaria venta de Darwin Núñez, no puede hacer lo que hizo en Logroño y no lo que hizo ayer en Las Palmas. No puede. No puede porque en Lugo jugó bien y ante el Sporting cayó dando la cara. Es decir, que físicamente no está mal como se trata de excusar y que si pone las ganas de esos dos partidos, por lo menos se pierde con honor, sudando las camisetas, algo que no se ha hecho en las dos últimas y sonrojante derrotas.
Esta crónica no busca poner la cabeza del entrenador en una bandeja, no es la manera de solucionar los problemas. Pero ya se comprobó la temporada pasada cómo se la gasta esta temporada, algo que también pasaba cuando a Alfonso García se le hinchaba la aorta. De hecho el proyecto se asemeja mucho al que confeccionó el expresidente rojiblanco, con Sergi Barjuán al mando de la nave.
Ese verano se firmó a base de talonario a grandes nombres, por lo menos sobre el papel, como Chuli, Montoro, Cuéllar, Lolo Reyes, Morcillo, Casto... Todas las quinielas le daban como favorito y el inicio del campeonato, con un 3-0 al Leganés al descanso (el encuentro acabó 3-2), hacía presagiar que Segunda División se iba a quedar pequeña, que llegar a Champions era cuestión de unos meses. No hace falta recordar cómo acabó aquello, con una dramática salvación en Córdoba. A un conjunto hecho para jugar como los ángeles, es difícil pedirle que baje al fango y se embarre. Para eso hay que tener obreros y es justo de lo que está careciendo el equipo de Gomes en estas jornadas. De hecho, ya habrán leído las declaraciones de Petrovic, vean cómo no va muy desencaminada la lectura de los problemas que está leyendo en esta crónica. Sus palabras fueron duras, incendiarias y tuvo alguna frase que habría sido mejor que se ahorrara, pero estaba caliente y se desahogó en los micrófonos de la radio del club.
El serbio enumeró todos y cada uno de los problemas con pelos y señales. Como hizo el míster después del fiasco de Logroño, habló de falta de actitud y hasta que se atrevió a nombrar la Segunda División B, poniendo de ejemplo al Deportivo de La Coruña. Caliente, se dicen cosas así, lo que demuestra que hay parte del vestuario que está herida en el orgullo y que detecta que el camino no es el correcto. Ahora, donde también hay que hablar es en el terreno de juego. En Las Gaunas se hizo la promesa de que el equipo iba a volver a dar la cara desde el entrenamiento del pasado martes pero ayer en Las Palmas no fue así.
Frente a un buen equipo, un conjunto hecho gracias a la base de la temporada pasada y que se notaba que se había empollado los vídeos del partidos ante el Logroñés, se vio a un Almería sin sangre, sin entender de lo que va la categoría. Te puede ganar el Logroñés o Las Palmas, por supuesto. Es más, se puede tener un mal día y no dar la imagen que se espera de este equipo. Sin embargo, no se puede saltar al campo con la apatía por bandera y volver a estar varias marchas por detrás de un rival que mete la sexta. ¿Alguien podría imaginarse después de lo prometido por Gomes que a los 6 minutos el Almería ya iba a ir perdiendo? Pues no hay que ser más papista que el Papa, algo sí que se podía intuir, pero todo el mundo quería hacerse la idea de que el equipo iba a salir como mordiendo, como los leones que exhiben en su camiseta.
"Si no cambiamos algunas cosas lucharemos por no descender. Esta actitud es una mierda (sic), así no se puede jugar al fútbol".
Ni mucho menos. Las Palmas volcó el juego por la banda derecha y provocó un agujero a la espalda de Balliu. Maras, al que el viaje con la selección le ha sentado francamente mal, también puso lo suyo. Así, Araujo hizo el primero con suma facilidad y puso el partido no ya cuesta arriba, sino que los rojiblancos tenían que subir al Angliru con la bici de paseo en la que se han subido.
Pase en horizontal, pérdidas constantes en la frontal del área y un centro del campo que ni recupera ni construye. Cuando no se juega, qué mínimo que colgar balones, sobre todo si te has gastado un pastizal en un hombre como Sadiq. Ni eso. El Almería hacía más méritos para que le metieran el segundo que para empatar y Araujo terminó de encender a una afición que si pudiera ir el miércoles al Mediterráneo, veríamos cómo recibía al equipo.
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