Este equipo es una caja de sorpresas (1-0)

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Alcaraz se inventa otro golazo desde la frontal de falta en el descuento, segundos antes de que René se luzca al atajar un penalti

El míster manda un mensaje a la dirección deportiva con el cambio de Juan Muñoz

René detiene con las dos manoplas el penalti lanzado con fuerza y poca colocación por Vico. / Fotos: Javier Alonso
Pablo Laynez

07 de enero 2018 - 22:31

Si en el último partido de 2017 en Alcorcón el Almería no entró en juego hasta que no se vio por debajo en el marcador a los 30 segundos, en el primero de 2018 le ocurrió tres cuartos de lo mismo. Cristian Herrera remató igual de mal que cuando lo hacía vestido de rojiblanco y, por suerte, el primer disgusto del año no cayó a los dos minutos de haber comenzado el duelo.

Lucas Alcaraz puso músculo en la medular y confió en las arrancadas poderosas de su tocayo de apellido y la calidad de Pozo y Fidel de tres cuartos en adelante. De primeras, el balón estaba siendo del Lugo, comandado con autoridad por Azeez. El Almería no robaba, por lo que no podía contraatacar como buscaba. Corría detrás del balón y llegaba siempre un par de segundos después que los gallegos.

Como las leyes de Murphy se cumplen a rajatablas en el Almería, todo lo que le puede salir mal, le termina ocurriendo horrible. Así se lesionó Morcillo, de una forma fortuita, solo, al arrancar para presionar a Cristian. Ni llegó al balón, los pequeños saltos que daban denotaban que se había roto y las manos en la cara eran el indicador de que era grave. Otro problemas más... y gracias porque en la jugada inmediatamente posterior, Verza regaló un balón peligrosísimo y el contragolpe del Lugo fue detenido por Motta en la línea de gol.

Todas las señales que manda la plantilla es que necesita nuevos efectivos en el mercado invernal. Y urge que llegue un nueve que por lo menos remate a portería, porque Juan Muñoz ayer volvió a cubrirse de gloria en una acción que difícilmente fallaría un cadete. La acción que buscaba el Almería, contra a la espalda de la defensa, acabó con el balón en los pies del sevillano que pudo controlar en el punto de penalti, perfilarse, mirar al portero y chutar donde quisiera. Lo echó fuera. Ni tan siquiera la detuvo el portero ante el enfado de la afición, la perplejidad de sus compañeros y la impotencia de su técnico.

No se lo perdonó Lucas, que lo cambió al descanso. Hicham hizo más que él en sólo 27 segundos: cayó en banda a recoger un balón, cedió a Pozo y buscó el desmarque, que encontró aunque en fuera de juego. Palmas por la jugada y protestas al colegio, aunque estuviera bien señalado. Con sólo ese descaro, la segunda parte pintaba diferente, el Lugo ya no salía tan cómodo por la presión del canterano, cuyos desmarques tenían en vilo a la defensa de Francisco. Cada vez los regalos lucenses eran más y en uno de ellos, Pozo se sacó un centrochut que se estrelló en el palo de la meta de José Juan. No era un dominio contundente, pero sí que el Almería pisaba ahora con más peligro el área. Verza la tuvo poco después, pero no se fió de su zurda y la continuación de la jugada iba a acabar con un cabezazo alto de Hicham.

El hispanomarroquí es voluntarioso, tiene muchas más ganas que Juan Muñoz y Caballero juntos, pero todavía no está hecho para ser el líder de un equipo de Segunda División. Se busca bien las jugadas, pero le falta la tranquilidad que dan los partidos. Si la hubiera tenido, habría logrado el primero tras un gran pase en largo de Pozo, en el que se anticipó a José Juan, pero cuando la jugada pedía avanzar metros y buscar un buen ángulo, chutó forzado y se marchó fuera.

La afición se tiraba de los pelos porque tenía el caramelo de la victoria en la boca, pero creía que no lo iba a saborear. Hasta que cogió Alcaraz una falta en la frontal, después de la jugada genial de Pozo de cada fin de semana, y la puso en la escuadra. Lo de Granada no se podía repetir, los equipos de Lucas aprenden... pero el árbitro primero no pita una falta a Verza y luego Motta se duerme en los laureles. Penalti, parecía que el Día de los Inocentes se había cambiado de fecha. Nadie quería mirar, todo el mundo se había quedado 'chof', pero René, con un paradón a su izquierda, hizo olvidar, por lo menos por una noche, todos los sinsabores de las últimas temporadas.

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