UD ALMERÍA | EL ACTA DE VIVANCOS
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Cuando una enfermedad grave golpea a un deportista, se usa el tópico de que es su partido más importante. “Noventa minuti en el Bernabéu son molto longos”, le decía Juanito a un jugador del Inter en una eliminatoria de Copa de la UEFA en 1985. Imagínense entonces lo que tienen que ser ciento ochenta minutos; unas semis y una final en los que de tus goles depende una heróica remontada ante el Cáncer FC.
Nadie mejor que Anita París, centrocampista de la UDA femenina, sabe lo que es jugar este tipo de partidos a todo o nada. Hasta dos tandas de penaltis con su vida en juego, en las que no le tembló la pierna. Punterazo y adentro, punterazo y adentro. Por más que el portero rival tratara de ponerla nerviosa, la rojiblanca sabía que el balón debía acabar en las mallas y así fue. Pitido final y celebración todos y cada uno de los días de su vida desde entonces.
“Ahora soy mucho más fuerte que entonces. Con 18 años, todo te lo tomas a cachondeo, no aprecias las cosas, hasta que recibes una noticia tan desagradable. Ahora valoro cada minuto de mi vida, no dejo nada para mañana”, afirma la jugadora almeriense de 29 años, recién salida del trabajo y con el móvil prácticamente si batería a diario desde que el programa televisivo de El Chiringuito contara su historia.
Antes de dar el salto al césped artificial a las filas de la UDA, cuando Anita todavía era jugadora de futbito [Bayanna, Comarca de Níjar, Vícar y Roldán de Murcia], recibió esa noticia que nadie espera ni se cree: cáncer de mama. “Era el momento de ser persistente, mantener la esperanza y ser una luchadora”, que nunca se iba a dar por vencido. Ni en 2010, dos años después de que se lo detectaran, cuando le dijeron que el cáncer había hecho metástasis y tenía ahora que sacar su mejor fútbol para doblegar a un sarcoma: “Todo lo que me rodeaba en ese momento era importante, mis compañeras, mis amigas, mi familia... El fútbol te ayuda mucho, te marcas pequeños objetivos contra tu enfermedad y ves que poco a poco los vas alcanzando. El deporte es vida, para mí es fundamental. Además, en esos momentos también necesitas tiempo libre para despejar tu mente y que esté lo más descansada posible”, asegura la almeriense con una voz cansada después de un largo día de trabajo, pero con la seguridad de sentirse una luchadora nata.
Tal es su fuerza de voluntad y su fe ciega en el poder del balón, que incluso durante el tratamiento Anita tenía fuerzas para sentirse jugadora de pleno derecho. “Siempre he sido muy cabezona y eso me ayudó. Iba los entrenamientos con el equipo y hacía lo que me permitían las fuerzas que me quedaban: correr, disparar a portería, alguna jugada... También iba a los partidos para estar distraída, sólo dejé de ir cuando me operaron, puesto que tenía que hacer la rehabilitación”, que ha tallado su alma de guerrera infranqueable.
"El fútbol para mí fue importantísimo esos días, aunque llegara a mi casa ‘reventá’”
Como toda la afición deseaba, Anita salió vencedora de los dos partidos. Llegaba el momento más esperado, el de volver a ponerse la camiseta, las medias y los tenis para saltar al terreno de juego. Una sensación especial recorrió todo su cuerpo. “Fue un momento raro. En ese tiempo llevaba peluca y tenía miedo de que se pudiera caer en un contrabalón, en un empujón... Los primeros goles se los dediqué a mi familia, a todos los que apoyaron en esos momentos tan importantes para mí. Me sentí muy bien, poco a poco fui recuperando mi vida”, para convertirse hoy en la referencia de miles de personas: “Me alegro si estás palabras llegan a la gente y pueden servirles. Cuando se está mal o se tienen dudas, hay que ser positivos. Quien quiere, puede. El cielo está lejos, pero escalón a escalón, se llega”. Pitido final con victoria gracias a dos golazos imborrables de Anita, ante un rival marrullero al que todo el mundo quiere ver descalificado.
Además de a la grave enfermedad a la que se enfrentó, Anita ha tenido también dos roturas de ligamento cruzado anterior. Ahora mismo se cumplen cuatro meses desde su segunda operación y todavía tiene por delante mucho trabajo: “Sé que es duro, pero con constancia me voy a recuperar. Tengo muchas ganas de volver a estar disponible”.
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