Garitano encuentra con Édgar el equilibrio necesario para este Almería

UD ALMERÍA

El técnico vasco decidió adelantar al central como mediocentro posicional y acertó de pleno en el duelo contra el Girona

Un cambio que favorece a los interiores, liberados de tareas defensivas, y a los centrales, auxiliados por la figura de un pivote

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El futbolista catalán, en la última cita liguera contra el Girona. / Javier Alonso
Aarón Martínez

19 de enero 2024 - 17:54

Almería/A lo largo de las temporadas, siempre se pueden rescatar momentos que se traducen en puntos de inflexión en el aspecto táctico. Los entrenadores ajustan desde la pizarra para que el equipo cambie de rumbo y acaban dando con la tecla. Rubi tuvo varios encuentros vitales para darle forma a su equipo, como la victoria en Santo Domingo el curso del ascenso o el triunfo contra el Rayo Vallecano la pasada campaña.

En ambos encuentros, la solución fue posicionar a un futbolista en la base de la jugada como pivote único y rehuir de dos figuras en paralelo o defensa de cinco. Un ancla que equilibra y sostiene al equipo desde la sobriedad necesaria para este puesto y con suficiente calidad para armar juego como distribuidor. Ese hombre para el técnico barcelonés fue César de la Hoz.

En el caso de Gaizka Garitano, podemos encontrar ciertas similitudes con lo que pasó en el último duelo liguero contra el Girona. El entrenador rojiblanco formó teóricamente con tres centrales sobre el verde, aunque en los primeros compases se pudo percibir rápidamente que uno de ellos jugaba por delante de la línea defensiva. Édgar González cogió las riendas desde la medular para completar una sobresaliente hora de partido hasta que unas molestias físicas le retiraron del terreno de juego.

Édgar González conduce el balón en campo rival. / Javier Alonso

No obstante, quedó claro entonces que la tecla de esta temporada, con distinto nombre, seguía siendo la aparición de la figura de un mediocentro posicional. La naturaleza de Édgar se ve beneficiada en defensa de cinco, arropada junto con dos centrales pero, sobre todo, como centrocampista. Con jugadores que le vigilan las espaldas, el catalán tiene la posibilidad de arriesgar y generar más.

Alberto Lasarte, en su corta etapa como entrenador del primer equipo, probó a Édgar en esta posición. Solo pudo jugar media hora al tener que ser sustituido por un fuerte golpe en la cabeza, pero dejó una grata impresión. Entre los dos encuentros, en los que ha sumado menos de cien minutos, solo ha fallado un pase (45/46), demostrando ser el mejor perfil para lanzar al equipo, con experiencia previa en Real Oviedo o Real Betis actuando en esta demarcación.

A partir del beneficio individual, queda mirar lo que va sucediendo en el aspecto colectivo. La primera consecuencia de esta modificación es la liberación de tareas defensivas de dos jugadores del corte de Dion Lopy y Lucas Robertone. Ambos son interiores con piernas para trabajar, pero sin el instinto necesario para formar un contundente doble pivote.

Édgar González y Marc Pubill, juntos antes de un saque de esquina. / Javier Alonso

Y no es solo por lo que hay, sino por lo que no hay en la plantilla. Iddrisu Baba, en las oportunidades que ha tenido, no ha acabado de demostrar su mejor versión como figura vertebral en parcelas interiores. El ghanés es el único que, por condiciones, puede ocupar esa posición, ya que otros futbolistas como Gonzalo Melero están lejos de ser ese perfil.

En la parcela defensiva, claramente condicionada ahora con el regreso de Marc Pubill, un perfil mucho más defensivo que Alejandro Pozo y Houboulang Mendes, los centrales tendrán más ayudas, especialmente en segundas jugadas, uno de los lastres durante muchas jornadas de este equipo. César Montes, Chumi y Kaiky, a la espera de la posible llegada de Aleksandar Radovanovic, se verán beneficiados si acaba asentándose este sistema.

Quizás los efectos no acaben de materializarse en el Santiago Bernabéu, pero a partir de la jornada contra el Alavés podríamos ver una continuidad de lo visto en el duelo contra el Girona y, de cara al medio plazo, un sistema que acabe consolidando en la segunda vuelta del campeonato. La primera ilusión que florece después de tantos meses de espera.

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