Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
La casita de Jesús
UD ALMERÍA
Almería/La debilidad defensiva ha marcado la temporada de la UD Almería a lo largo de las 29 jornadas ligueras que ha disputado hasta ahora. En estos dos tercios de la competición, el equipo ha encajado 57 goles en contra, una media de prácticamente dos tantos encajados por partido. Con esos guarismos, el reto para el cuadro rojiblanco era mayúsculo, al afrontar los encuentros con el desafío de tener que ver portería varias veces para poder puntuar.
En esta tesitura, el destino quiso que la primera victoria llegase a domicilio, el talón de Aquiles de los almerienses durante todo el pasado curso, y con una portería a cero. Una combinación tan particular que hay que remontarse a finales de 2014 para encontrar un triunfo similar de los indálicos, con la victoria 0-1 en Balaídos en el estreno en el banquillo de Juan Ignacio Martínez y el heroico encuentro de Julián Cuesta.
Y es que sin la seguridad desde la portería, la construcción de una fortaleza defensiva se desvanece, como levantar un edificio sin unos pilares sólidos. En este curso, Luis Maximiano ha vivido una notable evolución. Sus primeras actuaciones con la casaca rojiblanca llegaron a provocar tales dudas que Gaizka Garitano, en su llegada, optó por alinear a Fernando. Sin embargo, el portugués recuperó su sitio para, esta vez sí, asentarse en el arco.
En las primeras catorce jornadas, los porteros rojiblancos encajaron cinco goles más de los esperados (xG). Sin embargo, en los siguientes quince enfrentamientos, los números son radicalmente diferentes, con una media que supera los tres goles evitados. Es decir, de la primera mitad de la temporada a la segunda, la mejora es de 8,5 goles esperados (xG).
Por lo tanto, el diagnóstico que se puede extraer de estos datos es que Luis Maximiano ha dado estabilidad y solidez a la portería unionista. En la línea defensiva, el mayor cambio se ha producido, nuevamente, por la mejora individual más que por sistema o colectivo. Cronológicamente, el regreso de Marc Pubill es fundamental para entender el cómo y el porqué de todo lo que ha ido ocurriendo.
Con la ausencia del lateral derecho, el equipo se desangraba por el sector derecho. Pozo y Mendes suponían un déficit en labores defensivas que perjudicaba a la pareja de centrales. Sin embargo, con la vuelta del catalán, las piezas comenzaron a encajar y Garitano, siempre buscando ajustes de cara a ese primer triunfo de la temporada, posicionó a Édgar como pivote único. Quizás el tramo del curso en el que se vio a un mejor Almería en todas las fases del juego.
Sin embargo, tras el mercado invernal, las bajas de César Montes y Chumi le abrieron las puertas de la titularidad a Aleksandar Radovanovic. Con el serbio en el once junto con Édgar, el equipo acabó encontrando a su pareja de centrales. En solo unas jornadas, el defensor se ha convertido en uno de los cinco jugadores con más despejes del conjunto almeriense, con una media de ocho por partido. Una incorporación absolutamente clave con la que no se entiende esta mejora.
Por otro lado, Bruno Langa también ha supuesto un salto de nivel en el lateral izquierdo. Sin la explosividad ni la llegada a área rival de Sergio Akieme, el mozambiqueño ha demostrado que su fuerte está en la defensa, aunque con alguna patinada como la expulsión en Vigo. Sin Édgar ya en el puesto de cinco, Iddrisu Baba y, en el último choque, Marcos Peña, siguieron aportando equilibrio.
Por todo ello, la evolución en defensa no se explica tanto desde el cese de oportunidades concedidas, ya que durante toda la temporada el equipo ha recibido una media de cinco disparos a portería por partido. No obstante, se entiende mejor desde el crecimiento individual de los principales protagonistas, especialmente Luis Maximiano, el regreso de Marc Pubill y la llegada de Aleksandar Radovanovic. Los tres son el fiel reflejo de un Almería que, por fin, logró vencer.
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