UD ALMERÍA | EL ACTA DE VIVANCOS
Lo difícil no es llegar, sino mantenerse
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almería/Si las 41 jornadas precedentes no habían sido martirio suficiente, la UD Almería 'regaló' a sus aficionados un último partido de agonía innecesaria. No tanto por la combatividad del rival, que resultó nula, sino por las grandes dosis de incompetencia propia a la hora de definir un reguero de ocasiones que se marchitaban en el área del Reus.
El conjunto catalán, poco dispuesto a consentir la salvación del Nástic -su eterno rival- encaró el choque como lo que para ellos ya era, unas vacaciones anticipadas, por lo que hubo más nervios por encajar en propia puerta (Casto estuvo cerca de lograrlo en la segunda mitad) que porque lo hiciese el contrario.
Que a los diez minutos de juego el Almería hubiera dispuesto de más ocasiones que en toda la Liga ya daba una idea del grado de oposición del adversario, particularmente débil en el flanco derecho, donde Alberto Benito dejó una autovía despejada para las incursiones de Nano y Fidel, que se inflaron a colgar balones en el área de forma infructuosa, ya que no era la noche de Quique.
Toda la primera mitad se resumió en eso: juego volcado a la izquierda para que Nano y Fidel buscasen el remate del pichichi local, que nunca fue certero, en una acumulación de fallos que desesperó al más pintado.
Y como quiera que no funcionó el plan A, se pasó al B, personalizado en Pozo. El malagueño cuajó uno de los mejores partidos que se le recuerdan el presente curso y apareció por esa suerte de 'pasen y vean' que era la banda diestra del Reus para hacerle un quiebro con requiebro a Benito y colocar el balón en el segundo palo, lejos del desacertado Quique, donde emergió la figura de Morcillo para cabecear a la red anticipándose a un marcador que tampoco puso demasiado afán en ejercer oposición.
Había transcurrido un cuarto de hora y antes del gol, en el recuento de ocasiones a favor, el Almería aparecía con media docena. Lo más difícil estaba conseguido, pero un minuto después el Alcorcón hacía lo propio ante el Lugo y aunque el triunfo mantenía a ambos equipos fuera del descenso, un solo gol del Reus, aunque fuera por accidente, mandaba a la UDA a Segunda B.
Y así, con esa congoja agarrada al cuerpo, estuvo la parroquia unionista durante 74 largos minutos con su correspondiente descuento, ya que en la segunda mitad los locales se mostraron igual de impotentes para abrir brecha en el marcador, mientras que a los visitantes, quizá por aquello de guardar mínimamente el decoro, se les vio espabilar e intentar aproximarse al área de Casto, ya que en el primer acto ni siquiera tiraron a puerta.
Entre ocasiones falladas de Quique, que mantuvo el mismo tono todo el encuentro, llegaban noticias de la goleada alfarera sobre el Lugo y del penalti marrado por el UCAM de Francisco ante el Nástic, pero nadie cantaba victoria hasta que se consumieron los 90 minutos y el añadido.
El pitido final trajo mezcla de sensaciones. Desde aplausos por el objetivo cumplido hasta gritos de ¡jugadores, mercenarios! y la desbordada emoción de Ramis dedicándole la salvación a la grada tras coger a un equipo enfermo terminal y acertar con el tratamiento para su recuperación.
Sería un error, un inmenso error, que la propiedad del club vuelva a quedarse de brazos cruzados como ya hiciera el curso pasado tras sellar la permanencia in extremis en Córdoba. Entonces Alfonso García no se atrevió a hacer la limpieza que el vestuario requería y toda esa dinámica negativa se ha arrastrado durante el presente curso.
Es hora de adoptar decisiones drásticas, premiar a los pocos que han cumplido con su trabajo y descartar a una gran mayoría que ha jugado con los sentimientos de una afición y con quince años en la LFP.
La angustia final fue de tal calibre que apenas dio tiempo a despedir como se merece al capitán Corona, el jugador que más veces ha vestido la elástica rojiblanca en la historia de la UDA, quien tuvo que conformarse con los aplausos del graderío cuando entró en lugar de Joaquín.
Es de ley reservar este último párrafo a hacerle justicia a Fran Fernández, que hoy se la juega con el filial en Mareo, ya que sin los 4 puntos que sumó ante Lugo y Huesca este Almería un poco de todos habría caído a Segunda B.
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