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Con una equipación que se relaciona con la mala suerte y que le daba un inusual color gaditano, se plantó en la tarde de ayer el Almería en Castalia. Podría entenderse como una declaración de intenciones, una manera de mostrar que quería hacer borrón y cuenta nuevo después de haberse repuesto ante el Fuenlabrada de unas pésimas jornadas iniciales.
Claro, todo esto había que demostrarlo sobre el césped. No bastaba con un cambio de colores, había que prolongar ese atisbo de reacción ante los madrileños, en una semana que podía situar a los rojiblancos en puestos más acordes a su potencial. De primeras el Almería salió medianamente bien, a jugar en campo contrario y agobió con varias contras al conjunto 'orellut'. Sin embargo, la más clara fue para Muguruza, con un centro al segundo palo de Mateu donde el local remató solo a la espalda de Centelles.
El partido no era ni por asomo el de Las Gaunas o Gran Canaria, el Almería había decidido tomárselo más en serio y encontraba espacios con relativa facilidad. En un desmarque de Carvalho, Sadiq remató con la cabeza y el balón salió lamiendo el palo. Los de Gomes estaban haciendo daño, cuando conseguían triangular y conectar jugadas de tiralíneas se olía el peligro, pero la presión adelantanda del Castellón y la estrategia también les ponía entre las cuerdas. Zlatanovic le estaba ganando todos los balones por alto a Maras y Cuenca, era la principal baza ofensiva de los del exejidense Óscar Cano.
Cuando un choque está igualado a intensidad y ganas, al final lo que decide es la calidad. Y eso ocurrió rozando el descanso, tal cual el pasado sábado. Por eso mismo desde estas líneas se le ha criticado y exigido tanto al conjunto de Gomes, en unas primeras jornadas en las que los jugadores deambulaban por el terreno de juego. Entre Morlanes y Villalba se inventaron una triangulación al más puro estilo Neymar-Messi en sus buenos tiempos, con pared en la frontal del área. El valenciano pone el pase de la muerte, que no remata Sadiq, pero sí Corpas en segunda instancia. Cuando un jugador está de dulce como el capitán, todo le sale. Cuando un equipo con la clase que tiene el Almería quiere, puede. El 0-1 era oro en paño en una primera parte igualada, que iba a aumentar su peso en kilates según arrancara la segunda.
Quiso el Castellón salir del vestuario con el cuchillo entre los dientes y se encontró a un Almería, que gritó “al abordaje”, al más puro estilo pirata Barbarroja. Una recuperación en el centro del campo, con los 'orellut' demasiado volcados y descolocados en defensa, fructificó en una contra de manual. Carvalho, que se está gustando y está maravillando, Corpas y Villalba, que remachó, con fallo incluido nuevamente en primera instancia de Sadiq. Sin gol, pero engañando a defensa y portero el africano.
Si bien con el 0-2 lo normal es dormir el partido, apaciguar los ramalazos de orgullo rivales, el Almería se confió en exceso y permitió al Castellón meterse en el partido. Además, lo hizo tal cual lo había intentado a lo largo de todo el encuentro, con una segunda jugada que la medular almeriense no había cerrado. Jorge devolvía un nerviosismo que ni Óscar Cano en la grada esperaba. Casi media hora por delante para colgar un balón tras otro, viendo que el Almería flaqueaba.
No fue capaz el Almería de volver a coger el timón, por lo que Gomes prefirió ponerle al equipo el traje de la obra y a picar piedra. El Castellón embotelló, pero los amarillos supieron defenderse con orden. El míster había movido el banquillo con sentido común para que la calidad dejara paso a la capacidad de sufrimiento. Esto se llama adaptación y ayuda a marcar diferencias en la categoría.
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