Andrés Roca y Rey de Pamplona

Sexto festejo de Sanfermines

El limeño repite triunfo con clamor en una plaza que le adora 

Tomás Rufo, especialista en abrir puertas grandes acompañó a Roca

El estoque le privó a Perera salir en hombros

Fallece el banderillero sevillano Pepín López

Andrés Roca Rey, ídolo número uno de los navarros, y el toledano Tomás Rufo salieron triunfalmente en hombros por el Paseo Ernest Hemingway. / EFE

Ficha de la corrida

Plaza de toros Monumental de Pamplona

GANADERÍA: Seis toros cinqueños de Fuente Ymbro de presentación extraordinaria y buen juego en general con el sexto como menos colaborador del torero.

TOREROS: Miguel Ángel Perera, de verde y oro, saludos y oreja. Andrés Roca Rey, de grana y oro, dos orejas y una oreja. Tomás Rufo, de azul marino y oro, dos orejas y silencio tras aviso.

CUADRILLAS: Destacaron a pie Antonio Manuel Punta, Francisco Durán ‘Viruta’, Andrés Revuelta y Fernando Sánchez; a caballo, Manuel Jesús Ruiz ‘Espartaco’ y Sergio Molina.

INCIDENCIAS: Tarde de mucho calor y cartel de ‘no hay billetes’. Andrés Roca Rey y Tomás Rufo salieron en hombros por la puerta grande.

ECUADOR de esta desmesura que es la gran fiesta pamplonica y tarde triunfal en la que los tres toreros tocaron pelo de una gran corrida de Fuente Ymbro. Y en el corazón de un festejo para el recuerdo hay que dejar constancia del peso que Andrés Roca Rey tiene en el presente de la Fiesta. Con un tirón de gente que va de los más jóvenes, legión de niños incluida, hasta los más veteranos, este limeño es una máquina de llevar gente a las plazas y aunque en Pamplona eso es a diario, sí se diferencia en el clímax que rodea cada actuación de este torero. Con un puñado de salidas en hombros por el Paseo Hemingway, ayer lo hacía por enésima vez desatando una tremenda pasión. Es la primera figura del este toreo contemporáneo y ayer en Pamplona resolvió la tarde mediante jugarse los muslos en cada muletazo.  

Es un caso digno de estudio el de este torero que nada tiene que ver con aquello de que más cornadas da el hambre. Instalado desde la cuna en una familia de la clase alta limeña, Andrés se vino a España siendo un niño con el propósito de ser torero, se puso bajo los conocimientos de José Antonio Campuzano, se asentó en Gerena y ahí sigue, ahora de la mano de Roberto Domínguez y la cercanía diaria del cordobés José Luis Moreno, arrasando por donde quiera que va. Ya en su primero, que atendía por Pijotero y que era una monstruosidad de pelo castaño y con cuernos pavorosos, dejó bien claro cuáles eran sus cartas credenciales. Con el acelerador pisado hasta la tabla, Andrés lo cuaja a la verónica y hasta replica al quite de Tomás Rufo con unas saltilleras ciertamente escalofriantes. Brindó a la plaza, en realidad los tres brindaron sus primeros toros a la plaza, y junto a la montera se arrodilló para una larga tanda de redondos que puso a hervir a la concurrencia. Concurrencia que está entregada al limeño desde el primer día y que vibra con su toreo de cercanías. Andrés, como en su tiempo Diego Puerta, sabe qué teclas hay que tocar para que el pamplonica deje el calimocho y las albóndigas y atienda a lo que ocurre en el ruedo. Es una comunión de una fidelidad tan grande que el torero sabe cómo rentabilizarla. Las dos orejas del primero y una de Jarrero, toro quinto al que pudo desorejar también doblemente tras una faena hecha en una loseta, a un toro soso y que remató con una estocada de libro, perfecta de ejecución y rica en efectividad.

También Miguel Ángel Perera goza del fervor de esta plaza y también pudo acompañar a sus compañeros de terna en la salida en hombros, pero el estoque le jugó una mala pasada en el que abrió plaza, primer cinqueño de la tarde, de nombre Historiador y de noble pero sosa embestida. Perera estuvo cumbre con él mediante una lección de poderío que repetiría con Cazador, un toro guapo que le brindaría a Ricardo Gallardo, el ganadero de Fuente Ymbro. Toro desabrido que va, poco a poco, entrando en el canasto que le ofrece su matador. Faena de poderío y técnica impecable que tiene su cénit en el toreo al natural hecho de pases largos y muy poderosos. Y aquí sí le respondió el estoque y cortó una oreja.

El toledano Tomás Rufo se ha convertido en un especialista en abrir puertas grandes y esta vez también abrió la de Pamplona. Con su primero, de nombre Manirroto, estuvo ambicioso, con mucha torería y con un inicio espectacular de rodillas en los medios y toreando con ligazón, temple y largura en unos redondos excepcionales. Recobra la verticalidad y saca a relucir temple, pureza y relajación para conectar por vía rápida con los tendidos. El toro tenía mucha clase y Rufo lo aprovechó rematando la cosa con unas manoletinas muy del gusto de esta plaza y aunque la estocada cayó desprendida, las dos orejas fueron a su esportón. En el que cerró plaza, Hortelano de nombre y con una guadaña como pitón derecho, Rufo quiso sacar agua de donde no había. Fue el toro menos lucido del excepcional encierro y Rufo se puso muy de verdad, pero aquello no tenía futuro, en su afán de triunfo alargó la cosa y le sonó un aviso, pero se iría por la puerta grande en compañía de Andrés Roca y Rey de Pamplona. 

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