El nazareno y su cruz
Semana Santa
Hoy podemos ver a Jesús con la cruz en diferentes momentos, cada cual digno de ser comentado o interpretado
Profesemos esa fe en Cristo

La Real Academia Española (RAE), entre sus ocho acepciones, la palabra nazareno o nazarena como “Natural de Nazaret, ciudad de Galilea”, “Perteneciente o relativo a Nazaret o a los nazarenos”, “Dicho de una imagen de Jesucristo: Vestida con túnica morada”, “Que profesa la fe de Cristo” o “Penitente que en las procesiones de Semana Santa va vestido con túnica, por lo común morada”.
Hoy, Lunes Santo, resulta que realizan estación de penitencia las dos hermandades cuyas imágenes de Jesús van portando una cruz (con permiso de la Hermandad del Silencio, que también tiene una imagen de Jesús llevando la cruz, preciosa, pero que ya no realiza estación de penitencia el Jueves Santo).
Hoy, Jesús, natural de Nazaret, el nazareno, es más que nunca uno de los penitentes anónimos que se ponen la túnica para acompañarle en su camino al Monte Sinaí. Profesando su fe, todos a una en el mismo camino, con cruces y velas en lo que serán los cortejos de la Hermandad de Pasión y de la Hermandad del Gran Poder.
Hoy, podemos ver a Jesús con la cruz en diferentes momentos, cada cual digno de ser comentado o interpretado.
El Gran Poder. En silencio, lleva una cruz que perfectamente puede simbolizar los problemas que tenemos, los pesares de la humanidad, y lo hace en un camino que para nada es sencillo y que está lleno de obstáculos. Él, saca todas las fuerzas que tiene porque sabe que debe de cumplir su objetivo, la voluntad del Padre, que para nada va a ser agradable ya que terminará en muerte, pero se repone una y otra vez de todos sus pesares y levanta la cruz con más ganas que nunca hacia su final. Aunque a veces los problemas o nuestras cruces nos superen, Jesús nos recuerda que no estamos solos: si Él pudo con lo suyo, no nos va a dejar solos y nos va a ayudar a cargar con lo que tengamos. A veces solos y otras acompañados de todos nuestros seres queridos, amigos o personas que aparezcan para momentos determinados de la vida.
Nuestro Padre de Salud y Pasión en su Tercera Caída. El hombre es el único ser que tropieza dos o más veces en la misma piedra y eso no es malo. Lo importante es saber levantarse, ya que caer es muy fácil. Jesús también cayó, pero con su entrega y perseverancia en mostrarle al mundo el amor del Padre siguió su camino y demostró que, en la vida, todo lo que hagamos lo tenemos que hacer con pasión y creer en ello, pues solo así seremos auténticos y terminaremos cumpliendo aquello que queramos que a veces será bueno y otras no tanto, pero no nos debe de importar ya que no debemos de tener miedo a caernos.
En una humanidad que colectivamente se ha enfrentado y se está enfrentando a tantas cosas a nivel colectivo como el COVID-19, la guerra, erupción de un volcán o circunstancias meteorológicas no muy favorables (como la calima que hace unas semanas ‘visitó’ Almería) y que también debe hacer lo propio con sus propias causas personales, convendría que nos parásemos y, sin dejar de agarrar nuestra cruz, cogiéramos aire para seguir siendo nazarenos, sin túnica, y saber que todo acabará bien. Aunque no lo entendamos. Aunque el final no sea el que deseemos. Hagamos nuestra esa definición de la RAE y profesemos esa fe en Cristo que nos ayudará a ser más fuertes. Porque caeremos, más de tres veces, pero a buen seguro Él nos sacará ese ‘gran poder’ que llevamos dentro para sacar lo mejor de nosotros y seguir, con nuestra cruz, de nazarenos por nuestro camino.
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