El cuidado ritual de la mantilla

Es una tradición que nunca se ha perdido, pero que ha reavivado en los últimos años. Vestirse con mantilla tiene sus propias normas, un protocolo que hace de esta forma de sentir la Semana Santa un ápice más de todo el sentimiento que la envuelve. "No es tan difícil como parece, pero sí que tiene que estar sujeto a una ceremonia y mantener cuidado", explica María Teresa Sánchez, de la Cofradía de Los Ángeles. Ella, como muchas otras mujeres de la provincia, cada año se viste de mantilla. Mabel Peralta, estilista, es la encargada de colocarle esta parte de la vestimenta.

Hay distintos tipos de mantilla: de chantilly o de seda (entre otras) y pueden ser bordadas a mano o a máquina, pudiendo tener varios niveles en cuanto al calado del bordado. Eso sí, el vestido que se lleve con la mantilla negra en Semana Santa tiene que ser de color negro, al igual que la media y los guantes. Se complementa con un rosario y, en el caso de María Teresa, un detalle floral hecho a mano en la parte izquierda. La manga larga o francesa y largo debe ir por debajo de la rodilla. Las telas pueden ser: de terciopelo, seda, muaré, crepé, sin ser de encaje. No se puede utilizar la minifalda, tampoco los pantalones. Se deben evitar los escotes pronunciados. Se lleva rosario. En este caso, la mantilla que ha elegido María Teresa es Chantilly, bordada a mano.

Para el proceso de colocación de la mantilla hay que comenzar con el moño y a continuación clavar la ceja. El cabello debe estar bien firme y alineado con el cuello y la espalda en postura erguida, y dibujar un perfecto ángulo de 90 grados con la coronilla. Después se coloca ajustándola al máximo la mantilla de forma que ambas puntas queden a la misma altura. La mantilla debe caer de forma natural y sin tirones tanto en el frente como por detrás. Luego se ajusta la mantilla a la base de la peineta y esta se ajustará finalmente con un broche.