Semana Santa de Almería: Pasión se vuelve al templo entre lágrimas de dolor
Semana Santa
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A las seis de la tarde, la puerta de la Iglesia de Santa Teresa de Jesús está abarrotada de fieles esperando ansiosos la salida de los pasos. Con puntualidad británica, sale Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída. Un aplauso atronador envuelve la escena. Es Cristo con la cruz a cuestas, en el momento de su Tercera Caída. Bajo Él, se encuentra un monte de iris morados
La bajada por la rampa al son de los compases de la Banda de cornetas y tambores Monte Calvario de Martos (Jaén) es sobrecogedora. La muchedumbre observa en silencio, entre aplauso y aplauso. Los capataces (Juan Sagredo, Manuel Márquez y Juan Antonio Pérez García) dirigen los pasos seguros del Cristo.
Los fieles lo viven con pasión, y se reúnen las familias enteras, las abuelas muestran con orgullo la imagen a sus nietos, las pandillas de adolescentes, comentan y hacen fotos y vídeos para poner añadir a sus redes sociales, y hasta las mascotas más devotas, acompañan a sus dueños.
Trescientos nazarenos con túnica de capa y antifaz morados y cíngulo dorado acompañan el cortejo. El futuro, siempre se hace presente con los niños de la guardería, en este caso más de ochenta y cinco. Su alegría e inocencia impregnan el aire. La imagen es impresionante, el color morado lo ocupa todo y le da cohesión.
Las cincuenta y cinco mantillas, bellamente ataviadas, inician la salida de la Iglesia. Llevando su broche característico y luciendo sus mejores galas, preceden la llegada de María Santísima de los Desamparados. Nuestra Virgen Dolorosa, con el manto rojo al igual que el palio. Su vestido es blanco, como las jarras de rosas y orquídeas. La Virgen está majestuosa cuando baja la rampa y llega a la altura de los fieles. Los aplausos envuelven la escena mientras que la Banda de música Santa Cecilia de Sorbas, entona sus melodías para acompañar el baile de los costaleros dirigidos por sus capataces Manuel Vicente Barranco y Javier Barranco.
Y el cortejo procesional inicia su camino hacia la calle Artés de Arcos. Pero a la altura de la calle Los Picos llega el agua. Empieza a chispear y aumenta la intensidad. La comitiva se detiene y toman la decisión de dividir el cortejo. El Cristo continúa hasta el sentido descendente de la Rambla Federico García Lorca, pasando por la espalda del instituto Celia Viñas. Sin embargo, el tramo de la Virgen baja por las Jesuitinas. Es increíble ver a los dos Titulares descender en paralelo por la Rambla, cada uno con su música y cada uno con su pena.
Por un momento parece que escampa y vuelven a encontrarse las imágenes en la Plaza Circular y comienzan el ascenso por el Paseo, pero de nuevo llega ella, la lluvia. Y todo vuelve a cambiar, la Virgen gira sobre sí misma y vuelve sobre sus pasos para retornar cruzando la Rambla, hasta su sede canónica.
Los penitentes del Cristo se reubican y avanzan con Él por la calle General Segura, bajando de nuevo la Rambla. La banda acompaña más que nunca, en estos momentos de dolor, de asombro y de duda.
Y se produce un encierro distinto a todos, donde es María Santísima de los Desamparados quien espera a su Hijo, Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída, dentro de la Iglesia. Lo espera como Madre dolorosa que acoge a su Hijo con amor.
Los fieles que se congregan en ese momento son tantos como los que había en la salida, y viven con intensidad, este momento único y que perdurará en nuestros recuerdos durante muchos años. La hermana mayor, María del Carmen Pantoja y su junta de gobierno, habrán tomado decisiones muy difíciles en esta noche y seguro que habrán sentido el apoyo de los almerienses, que han mantenido el acompañamiento y la devoción durante todo el recorrido.
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