Leyendas y Perceval

La imagen de estilo románico fue rota a raíz del éxodo de los malagueños en febrero del 37

El Cristo de la Escucha durante su salida en Vía Crucis.
El Cristo de la Escucha durante su salida en Vía Crucis.

24 de marzo 2016 - 01:00

LA pereza me hizo desistir de un libro dedicado al anecdotario, leyendas y particularidades escasamente divulgadas en Prensa de la catedral de La Encarnación, con el Cristo del Escucha como prólogo y epílogo. En cualquier caso, los interesados en la historia, arquitectura y patrimonio material e inmaterial de la seo diocesana, dispondrá no muy tarde de una Guía general (seguro que magnífica y casi definitiva) que por encargo del Instituto de Estudios Almerienses están elaborando las cualificadas especialistas y amigas Rosario Torres y Mª del Mar Nicolás. En plena semana pasionista de los cristianos retomamos una de las señas identitarias que distinguen a la talla cristífera que ahora cumple 75 años desde que Jesús Pérez de Perceval y Moral (1915-1985) le diera forma, en madera de nogal, a una réplica más oscura que la encarnadura original, destruida, esta sí, durante la guerra civil, "rota a raíz del éxodo de los malagueños en febrero del 37".

Con el nombre de "escuchas" se conocían a los centinelas que desde los baluartes de la ciudad daban el "alerta" a la Alcazaba en caso de peligro. Entre ellos los de las torres de la catedral, incluido el situado en la terraza del "cubo" defensivo que alberga la Capilla de Piedra con el sepulcro del prelado Villalán y que, finalmente, le daría nombre al crucificado de sabor románico. Jerga militar que se liga a una leyenda demasiada reciente para su antigüedad icónica. En realidad son tres -en prosa y verso- y las tres inciden, con matices, en su aparición "milagrosa" en una casa del casco histórico, en la Almedina.

LEYENDA CRISTÍFERA

Desechada por fantástica y carente de rigor documental la tesis del Santo Grial custodiado en una ermita del cerro (Layham) de San Cristóbal, llevado a Italia en tiempos de de Alfonso VII, mayor verosimilitud cobra -al menos en su hipótesis semántica- el descubrimiento fortuito del Cristo del Escucha. Advocación tradicionalmente asentada entre las gentes más humildes de la ciudad.

Publicadas ya muy avanzado el siglo XX, las tres versiones (romanceadas) que idealizan la leyenda coinciden en que el crucificado se hallaba emparedado en un domicilio privado, sin especificar exactamente donde. Habría pertenecido a algún mozárabe o cristiano que al marchar de Almería en 1157 la ocultó por miedo a una presumible profanación sarracena. Cuentan asimismo que en el silencio de la noche una inquietante voz repetía, monocorde, ¡Escucha, Escucha!, como si alguien tratara desesperadamente de hacerse oír y que lo liberaran del cautiverio. Escucha pasaría así al acervo popular unido a la imagen que ya se veneraba, muy presumiblemente y al margen de leyendas, en la primitiva catedral-mezquita de la Almedina, según un inventario. Los textos publicados en distintos soportes y fechas corresponden al poeta Fernández Doris, al profesor Castro Guisasola y a la archivera Isabel Millé, aunque difieren en el quién y cómo del hallazgo:

1º) Un albañil que al golpear con la piqueta, la pared donde realizaba reformas se derrumba y surge la dolorida imagen

2º) Unos pequeños se desvelan asustados al oír el inquietante ¡Escucha!; los padres dudan de los niños, pero también ellos lo oyen y abandonan la casa "encantada". Años después otra familia, al reparar el mismo tabique de donde surgió el lamento, descubren al Cristo; y

3º) La más romántica obedece a Isabel Millé. Relata como un escultor mudéjar, de apellido Beltrán, no lograba plasmar el rostro de Jesús en la talla de madera encargada por el Cabildo de la catedral. Desesperado, lanzó la gubia contra la pared y al desclavarla encontró, entabicado, el Cristo que la tradición hacía presidir la capilla funeraria del obispo Diego Fernández de Villalán, al parecer muy devoto de ella.

PÉREZ DE PERCEVAL Y DEL MORAL

"Por un notable artista local, construyese una copia fidelísima de la desaparecida imagen, tan de la tradición almeriense del Cristo del Escucha… ". El artista local era Jesús de Perceval. Su estudio en la posguerra no daba abasto a los pedidos de obra nueva y de restauración que le llovían tras la gratuita agresión al patrimonio cultural-religioso. De especial interés fue la intervención integral del asolado santuario de la Patrona y el interesante catálogo escultórico en su faceta de imaginero. Para la catedral trabajaba en dos encargos simultáneos: el patrono san Indalecio y el Cristo del Escucha. Terminado este en el verano de 1941, el domingo 17 de agosto fue bendecido por el Vicario general de la Diócesis y "colocad a la veneración de los fieles en su capilla la nueva imagen del Cristo del Escucha, bellísima y fidedigna copia debida al talento del joven pintor y escultor almeriense, Jesús Pérez de Perceval". Proseguía Yugo, diario del Movimiento:

Como detalles de la valiosa obra ejecutada, hemos de consignar que está hecha a base de un bajorrelieve que poseía el autor, copiado directamente del original en el año 1934. La talla, trabajada en nogal, presenta la pátina de los siglos; han sido cuidados con exquisito esmero los detalles anatómicos; las tonalidades parduscas y tostadas, conseguidas con feliz acierto; la expresión dolorida del original tan lograda, que la sensación visual es absolutamente idéntica a la experimentada ante la imagen primitiva, con el verde oscuro del madero santo, los pies superpuestos, el afiligranado de los pliegues y las huellas flagrantes de la Pasión del Señor… Al año siguiente salió a las calles de Almería en su viacrucis del viernes Santo.

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