Letanía del dolor, Cristo de la Escucha
La imagen que tallase el almeriense Jesús de Perceval impregna a sus fieles gran devoción y fervor
Todos los años he realizado para este Diario, la crónica narrativa del Vía Crucis de la Hermandad capitular del Santísimo Cristo de la Escucha durante la madrugada del Viernes Santo, una imagen que impregna a sus fieles gran devoción y fervor, especialmente, cuando llega la Cuaresma, con la celebración de su Quinario, su Vía Crucis todos los viernes de esta época litúrgica y la salida en cortejo procesional de silencio por el casco histórico de la ciudad, rezando con unción, bajo la dirección espiritual de un canónigo, las catorce Estaciones del Vía Crucis.
Hay que asistir a este Vía Crucis del Cristo de la Escucha para poder comprender perfectamente la emoción que a pie de calle se siente por parte de los fieles y devotos que le acompañan, en una madrugada inigualable de la Semana Santa almeriense con la negritud de la noche silenciosa, y que conforme avanzan las Estaciones comienza a esclarecer el alba de la mañana con la luminosidad eclesial del Sol de Villalán – Portocarrero-.
Visualizar y participar en el Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Escucha solo nos produce suspiros de exclamación, de admiración, al ver realizado ese milagro de esta imagen salida de la gubia de Jesús de Perceval, cuyos dedos rozan los balcones de las casas y oráculos de las Iglesias por donde discurre. No hay saetas, ni carrera oficial, solo hombres y mujeres en oración comunitaria e individual, máxima expresión del catolicismo popular almeriense, en un diálogo permanente con Dios.
A quienes dudan del sentido religioso de nuestra Semana Santa, les invitaría que presenciaran y asistieran al Vía Crucis del Cristo de la Escucha, cuyo cuerpo de nazarenos es todo el público, para que observen y vean, que sin vestir la túnica y el antifaz, se vive de forma especial la tradición conforme al espíritu del Evangelio en penitencia y sacrificio, y que quienes pueden estar presentes lo hacen por devoción.
Este año la Covid-19 no ha permitido realizar en una madrugada austera, la letanía del dolor con el Cristo de la Escucha por la ciudad convirtiéndose en templo, al florecer en sus calles y plazas monacales la oración y la plegaria, en este año dirigidas para quienes permanecen postrados en el lecho del dolor para que puedan recuperarse y para las almas de los difuntos puedan ser acogidas en los brazos extendidos y abiertos del Cristo de la Escucha por intercesión de nuestra patrona coronada y alcaldesa perpetua, la Santísima Virgen del Mar.
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