Breve guía a la imaginería del Lunes Santo de Almería

Continuamos con el Lunes Santo. Comenzando con la Hermandad de Pasión. Luis Álvarez Duarte (Sevilla, 1949 – 2019) realiza Ntro. P. Jesús de Salud y Pasión en su tercera caída en su taller de Villa Guadalupe en la localidad sevillana de Gínes en 1992. Imagen de talla completa con brazos articulados en madera de cedro real y caoba del Brasil policromada y pulimentada al óleo, con una altura de 1’20 mts. arrodillado, aunque la envergadura de la imagen erguida sería de 1’80 mts. Ofreciendo una interesante versión del Cristo de las Tres Caídas de Triana, al que el imaginero le realizó un nuevo cuerpo y mechón en el cabello en los años 80 del siglo XX. Jesús inclina levemente la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada hacia el suelo. La corona de espinas ha sido esculpida en el mismo bloque craneal y con potencias. Los ojos son de cristal y las pestañas son policromadas sobre la madera. Para acentuar el dramatismo de la composición lleva tres lágrimas de cristal, dos en la mejilla derecha, y una en la izquierda. La boca entreabierta permite ver la lengua y la dentadura talladas. La mano izquierda abraza el travesaño del madero mientras la derecha se apoya sobre una roca. Se observa un excelente trabajo de policromía, con el rostro lacerado por las heridas y surcado por abundantes regueros de sangre con un hematoma sangrante en el pómulo izquierdo a causa de un golpe, perforación de la ceja izquierda atravesada por una espina, con heridas en la espalda y en el pecho con desgarro de la piel, así como heridas en ambas piernas y manos, todas ellas producidas por el flagelum y desgarro con herida en la rodilla izquierda. El madero de la cruz es de sección cilíndrica y arbórea.

También Luis Álvarez Duarte gubia la imagen de la dolorosa, María Santísima de los Desamparados en el 2000. Es una imagen de candelero de base ovalada y para vestir, de madera de cedro real y caoba del Brasil policromada y pulimentada al óleo. Su estética nos recuerda a los modelos granadinos de la escuela y círculo de los Mora, con un afligido semblante de labios callados y boca cerrada, con ojos de cristal y de mirada ausente y caída hacia abajo, reflejando la absorción de María en su dolor. Inclina levemente la cabeza hacia la izquierda. Lleva siete lágrimas de cristal, en alusión a los Siete Dolores de la Virgen, tres en la mejilla derecha y cuatro en la izquierda. Las manos aparecen extendidas, portando un pañuelo en la derecha.

Cierra la nómina del Lunes Santo almeriense Ntr. P. Jesús del Gran Poder con la iconografía de Jesús con la cruz al hombro camino del monte Calvario. El sevillano José Antonio Navarro Arteaga (Sevilla, 1966) lo realiza en 1996 para la hermandad homónima del barrio almeriense del Zapillo. Réplica fiel de la de Juan de Mesa de la cofradía sevillana del mismo nombre, tanto en su decidido caminar, con amplia zancada, como en la abatida composición no exenta de serenidad. Realizada en madera de cedro real policromada y pulimentada al óleo, de 1’81 mts. de altura. El Señor aparece erguido y solo, con la cruz a cuestas. La imagen inclina la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada hacia el suelo. La corona de espinas ha sido labrada en el mismo bloque craneal, terminando en cabeza de serpiente y perforando una espina la ceja izquierda y otra la oreja del mismo lado, por lo que de la frente emanan dos regueros de sangre y otros dos del lado izquierdo del cuello. Cabellera y barba aparecen partidas a dos aguas y modeladas mediante ensortijados bucles que, a pesar de su proyección hacia adelante, dejan despejados el rostro y la oreja izquierda del varón, cayendo un grueso y apelmazado mechón por el hombro derecho. Los ojos y las pestañas se hallan pintados sobre la madera, la nariz acusa el tipo semítico y la boca entreabierta permite ver los dientes superiores tallados. Las manos abrazan delicadamente el travesaño (patibulum) del madero. La efigie, de brazos articulados, aparece revestida con túnica de terciopelo morado y orlada con potencias de plata sobredorada. El madero es de sección cilíndrica y arbórea.

El mismo Navarro Arteaga lo restaura en 1998, oscureciendo la policromía para asemejarlo a su homónimo sevillano y termina la corona de espinas con una cabeza de serpiente que originalmente no poseía.