Breve guía a la imaginería del Viernes Santo
Semana Santa
Seguimos con esta aproximación con la intención de que sea una breve guía para que el lector conozca e interprete la imaginería que va a procesionar durante nuestra Semana más Santa del año

Seguimos con esta aproximación con la intención de que sea una breve guía para que el lector conozca e interprete la imaginería que va a procesionar durante nuestra Semana más Santa del año/En la particular madrugada almeriense se hizo presente el Cristo del Escucha, tallado por Jesús Miguel Pérez de Perceval y del Moral (Almería, 1915, +1985) en 1941 para el Cabildo catedralicio, su hermandad homónima se creó más tarde en 1957. Es una copia del anterior existente y desaparecido durante la Guerra Civil. El autor realiza su propia reinterpretación de la imagen original, aunque bien es cierto que respetó una serie de peculiaridades como la expresión dolorida dramática y expirante sin más apoyo que los clavos que atravesaban pies y manos. Tallada en madera de nogal con una hechura de dimensiones menores al natural, lo que se denomina como de tamaño académico, y policromada en tonos oscuros, queriendo aportar una sensación de sabor antiguo. Iconográficamente alude a una imagen severa del crucificado difunto. Sus rasgos apuntan a una anatomía esquematizada, los cabellos confundidos con la corona de espinas, a modo de bordes rizados, y de gran patetismo en la expresión del rostro.
Entierro
Ya en la jornada vespertina el Cristo yacente en el sepulcro de la Hermandad homónima del Santo Sepulcro, realizado por el granadino Nicolás Prados López (Granada 1913, +1990) en 1945 en madera. Cristo yace sobre una sábana de lienzo tras ser descendido del madero, con la cabeza apoyada sobre un almohadón, reclinada hacia el pecho y ladeada hacia la derecha, sin corona de espinas ni potencias. Cabello y barba sutilmente trabajados. Rostro sereno por la llegada de la muerte, ojos cerrados, la nariz recta y los labios entreabiertos, dejando ver la lengua y los dientes superiores tallados, surgiendo finos hilos de sangre de sus comisuras. Los brazos aparecen alineados con el cuerpo y las manos abiertas con los dedos ligeramente contraídos. El paño de pureza cordelífero, a modo de lienzo escueto cubre la desnudez. Las piernas algo flexionadas, conservan cierta rigidez de la postura en la cruz. De pálidas carnaciones que se evidencian sobre todo en los párpados.
La titular mariana del Santo Sepulcro es una dolorosa bajo palio bajo la advocación de los Dolores, también realizada por Prados López en 1945. En madera con candelero troncocónico y base ovalada. La cabeza inclinada a la derecha con mirada hacia abajo, cejas muy elevadas y frunciendo el ceño. Boca entreabierta no apreciándose los dientes, marcándose la curvatura hacia debajo de las comisuras de los labios para reflejar aún más el dolor. Porta corona de espinas entre ambas manos extendidas. El afligido semblante muestra los párpados abultados, ojos de cristal, pestañas postizas, barbilla pequeña y cinco lágrimas de cristal que surcan las mejillas, tres en la izquierda, y dos en la derecha. Ancho cuello, de sección tubular, con un modelado suave en su parte inferior.
Caridad
Le sigue la más joven hermandad en entrar en el Viernes Santo almeriense, La Caridad. El sevillano Juan Manuel Miñarro López (Sevilla 1954) realiza al Cristo de la Caridad en 1999. Representa el traslado al Sepulcro de Cristo sobre una sábana por Nicodemo, José de Arimatea y San Juan Apóstol y Evangelista, quienes sujetan su cuerpo mientras el primero le sostiene las piernas con ayuda del propio lienzo. Tallada en madera de caoba del Brasil y de gran envergadura, con las carnaciones oscuras y al óleo. Imagen muy realista influenciada por la sábana santa de Turín. Cabeza sin corona de espinas ni potencias, inclinada hacia el pecho y girada a la derecha. Rostro enmarcado por ondulada cabellera, conserva el rictus del dolor, ojos entreabiertos y policromados al óleo, de perfil hebraico, las mejillas muy marcadas y la boca entreabierta y desencajada, dejando ver la dentadura tallada. La barba es bífida, y al igual que el largo cabello, modelada a base de sinuosas guedejas. Todo su cuerpo aparece severamente castigado por los tormentos infligidos, observándose un gran número de cortes, contusiones y regueros de sangre. De la llaga del costado mana un abundante caudal de sangre y agua, y la espalda, normalmente no visible por la postura que adopta, se encuentra completamente lacerada a consecuencia de la flagelación. Jesús se halla representado semidesnudo, con un arrugado paño suelto y dispuesto sobre el pubis para cubrir su desnudez y mostrando el muslo derecho. De complexión atlética, con el brazo izquierdo reposado sobre el vientre, mientras el derecho se desploma hacia el suelo.
Perteneciente al mismo grupo escultórico del misterio Miñarro López realiza la Virgen de las Penas en 2007. En madera de cedro, con la posición de la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada también baja. De pestañas postizas, ojos de cristal, y boca entreabierta que permite ver los dientes tallados. Cinco lágrimas sobre sus mejillas, dos en la izquierda y tres en la derecha. La posición de las manos extendidas, en la izquierda lleva un pañuelo y en la derecha un rosario. Como característica destacable es que esta Virgen se corresponde con la edad que se estimaría que debía de tener en el momento de la muerte de Cristo, próxima a la cincuentena.
El resto del grupo escultórico del misterio lo componen ocho imágenes, todas obra de Miñarro López, realizado entre los años 1998 – 2008. San Juan Evangelista, José de Arimatea y Nicodemo (1999 – 2004), Santa Marta de Betania (2007), la Magdalena arrodillada en actitud de besar los pies de Jesús (2006), los Santos Varones (2004) y María Salomé y María de Cleofás (2008).
Soledad
La nómina del Viernes Santo la cofradía decana de la ciudad, La Soledad. En el primer paso el grupo escultórico de ocho imágenes que representa el retorno del sepulcro una vez que se ha dado sepultura al cuerpo de Jesús, realizado por el sevillano Juan Manuel Miñarro López (Sevilla 1954) entre los años 1997 – 2004, en madera de cedro. Con una singular iconografía puesto que sin ser de carácter ni alegórico ni simbólico, no aparece ni Jesucristo ni su madre la Virgen. Lo componen San Juan Apóstol y Evangelista (1997) el Discípulo Amado, con ojos de cristal, boca entreabierta mostrando los dientes superiores tallados, que se convierte en el gran protagonista de la escena, situándose en el primer plano del conjunto mientras conversa con Nicodemo (2001); justamente detrás las Santas Mujeres (Tres Marías) con lágrimas de cristal surcando sus mejillas y portando los instrumentos de la Crucifixión: María de Cleofás que clama al cielo y lleva su mano izquierda al pecho en señal de consuelo, la Magdalena sosteniendo los clavos y María Salomé sosteniendo la corona de espinas (todas de 1998) se muestran en una actitud más callada y recogida; todos regresan afligidos del entierro, mientras que un asustado José de Arimatea (2002) les conmina a apresurar el paso ante la llegada del sanedrita (2004) y un soldado romano (2003). Todas las imágenes presentan facciones semíticas, cabello ondulado y peinado al centro, ojos de cristal, nariz prominente, pómulos afilados y carnaciones aplicadas en tonos brillantes, con ropajes hebreos propios del momento histórico del siglo I d.C.
La dolorosa en la advocación de Ntra. Sra. de los Dolores en su Soledad, realizada por el villarrealense José Pascual Ortells López (Villarreal de los Infantes, Castellón 1887, + 1961) en 1941. Iconografía del séptimo dolor de María, concebida como Virgen sola volviendo del sepulcro de Cristo, con el sudario y el rosario en sus manos. Tallada en madera policromada y pulimentada al óleo, de candelero para vestir de estructura troncocónica y base ovalada. De discreta aflicción, labios cerrados, mirada baja y entornada, y cejas elevadas en señal de dolor. Cabeza inclinada hacia la derecha sobre un cuello ancho de delicado modelado. Pestañas postizas. Cinco lágrimas de cristal en su rostro, tres en la mejilla izquierda y dos en la derecha, de afilada nariz y puntiagudo mentón. Las manos aparecen con las palmas extendidas y dedos levemente flexionados.
No hay comentarios