José Martínez Olmos

Xenotrasplantes y futuro

Salud sin fronteras

España cuenta con uno de los sistemas de trasplantes mejores del mundo

24 de marzo 2024 - 01:00

Hemos conocido que un hospital de Boston ha anunciado, este pasado jueves, que ha logrado por primera vez en la historia trasplantar el riñón de un cerdo modificado genéticamente a un paciente de 62 años afectado de una enfermedad renal en etapa terminal.

Este tipo de trasplante, el que se hace entre especies distintas, se denomina xenotrasplante (del griego xenos, que significa que extraño, extranjero), es un trasplante sobre el que se viene trabajando desde hace tres décadas con la idea de poder suplir la falta de órganos que condiciona listas de espera en todos los sistemas del mundo. De hecho, en 2021 se realizaron intentos en un hombre en muerte cerebral y, después, se realizaron dos corazones de cerdo aunque los pacientes fallecieron poco después.

Los trasplantes de órganos han supuesto un enorme avance desde que, en 1967, el doctor Cristian Barnard realizó el primer trasplante de corazón en un hospital de Sudáfrica. A partir de ahí, comenzó un camino que ha permitido salvar miles de vida y ha hecho aflorar (en los sistemas bien organizados con donación altruista) ejemplos de solidaridad ciudadana que merecen ser aplaudidos.

En mi anterior responsabilidad como secretario general de Sanidad en la que tuve a mi cargo la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) pude comprobar que España es en este campo un país puntero al disponer de un sistema de donación de órganos y de trasplantes que tiene indicadores de resultados de los mejores del mundo; con los responsables de la ONT pude colaborar para que el sistema español de trasplantes se adoptara como el sistema de referencia por parte de la OMS y son numerosos los países que disponen de idéntico sistema en cuya construcción ha colaborado y colabora el sistema español.

La ciudadanía española lleva decenios siendo ejemplo de solidaridad batiendo año tras año el récord de donación de órganos (siempre altruista) y España dispone de un procedimiento de gestión de listas de espera en el que hay plena garantía de acceso, en función de criterios de necesidad clínica independientemente de cuál sea el territorio de origen del órgano o el territorio de destino donde viva el paciente receptor.

Pero es verdad que hay listas de espera inasumibles en muchos países del mundo y que ello supone pérdida de vidas humanas o pésima calidad de vida en muchos pacientes porque no disponen de un sistema tan eficiente como el español; eso explica por qué llevamos años con el debate y con el intento de avanzar en el ámbito del xenotrasplante con la idea de conseguir suficiencia en el suministro de órganos y que nadie quede sin una respuesta a cualquier problema de salud que requiera un trasplante de órganos.

Evidentemente esto supone tener que superar límites éticos aunque sea necesario algún tiempo para ello y, sobre todo, conseguir demostrar una efectividad clínica que supere las dificultades técnicas garantizando que no haya ningún tipo de efecto adverso. Está por ver como evoluciona el debate ético y el avance técnico; ello determinará en buena medida el futuro de los xenotrasplantes.

Entre tanto sistemas como el español, no deben dejar de trabajar intensamente en mantener e incrementar la predisposición social al altruismo de la donación, al tiempo que explorar el potencial del xenotrasplante. En mi opinión, es muy probable que el xenotrasplante sea una realidad cada vez más presente en el futuro. Veremos.

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