Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Política decente
TDAH
La creencia de que el azúcar influye en el comportamiento temprano de los niños y en que funciona como desencadenante de enfermedades como el TDAH tiene su origen en los años 90, una década en la que el estudio de estos casos tuvo mayor incidencia. A partir de este momento, la creencia de que el azúcar aceleraba los procesos nerviosos de los más pequeños fue afirmada con vehemencia por muchos padres. Muchos hemos estado en fiestas de cumpleaños de niños y los hemos visto corriendo de un lado al otro, cada vez más excitados e imposibles de controlar... Sin embargo, y al contrario de estas hipótesis, varios estudios científicos han desmentido esta creencia descartando una relación directa entre ambos factores.
Lo que se sabe bien es que las golosinas azucaradas causan una hiperglucemia transitoria. Pero los síntomas asociados a esta situación incluyen sed, micción frecuente, fatiga, irritabilidad y náuseas. No incluyen hiperactividad.
De hecho, en 1995, JAMA publicó un meta análisis que analizó los resultados de 23 experimentos en 16 artículos científicos. Este artículo resumía los datos de 23 estudios en los que básicamente los niños recibían azúcar o un placebo, sin que ellos y sus padres por un lado ni los propios investigadores por otro, supieran qué es lo que habían tomado, el placebo o el azúcar, en lo que se denomina un estudio doble ciego. Los autores del estudio concluyeron que el azúcar no afectaba al comportamiento o rendimiento cognitivo de los niños. Sin embargo, añadieron que no se podía eliminar la posibilidad de un “pequeño efecto”.
Un estudio que apunta a las expectativas de las madres con respecto al comportamiento de sus hijos apareció en el Journal of Abnormal Child Psychology en 1994. Los investigadores reclutaron niños con madres que los describieron como «sensibles al azúcar».
Estos fueron divididos en dos grupos. Todos recibieron aspartamo como placebo, pero a la mitad de las madres se les dijo que cada uno de sus hijos había recibido un placebo. Por su parte, a las demás, que habían consumido una gran cantidad de azúcar. Tras documentar las reacciones, los autores manifestaron que, aquellas madres con expectativas asociadas al exceso de azúcar, calificaron a sus hijos como más hiperactivos. Sin embargo, la creencia era completamente ficticia.
Entonces, según los hallazgos, para la gran mayoría de los niños, el azúcar no causaría hiperactividad. Pero en el caso de los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) existe la pregunta de si este carbohidrato podría exacerbar la sintomatología. Otros plantean si una dieta alta en azúcar podría aumentar el riesgo de desarrollar TDAH.
Por su parte, una revisión sistemática y un metanálisis, publicados en el Journal of Affective Disorders en 2019, analizaron la «evidencia de la asociación entre los patrones dietéticos y el TDAH». Los autores concluyeron que «una dieta alta en azúcar refinada y grasas saturadas puede aumentar el riesgo» de TDAH, mientras que una dieta rica en frutas y verduras tiene un efecto protector.
Además, existe evidencia de que las personas con TDAH son más propensas a comer en exceso que las personas sin este trastorno. Esto podría implicar que el aumento del consumo de alimentos que activan las redes de recompensas en el cerebro, como los alimentos azucarados, podría ser el resultado del TDAH, y no un factor que aumenta el riesgo de este trastorno.
Así, cada semana, los científicos evaluaron el comportamiento y el rendimiento cognitivo de los niños. Después del análisis, los autores concluyeron: “Para los niños descritos como sensibles al azúcar, no hubo diferencias significativas entre las tres dietas en ninguna de las 39 variables conductuales y cognitivas. Para los niños en edad preescolar, solo 4 de las 31 medidas diferían significativamente entre las tres dietas, y no hubo un patrón consistente en las diferencias que se observaron”.
En 2017, apareció un estudio relacionado en el International Journal of Food Sciences and Nutrition. En él, los investigadores investigaron el impacto del consumo de azúcaren el sueño y el comportamiento de 287 niños, de 8 a 12 años.
De esta forma, los científicos recopilaron información de cuestionarios de frecuencia de alimentos y cuestionarios demográficos, de sueño y de comportamiento. Un sorprendente 81% de los niños consumió más de la ingesta diaria recomendada de azúcar.
Aun así, los investigadores concluyeron: “El consumo total de azúcar no estaba relacionado con problemas de comportamiento o de sueño, ni afectó la relación entre estas variables”.
El escenario clásico es una habitación llena de niños en una fiesta de cumpleaños. En este entorno, se divierten y es probable que sean excitables, independientemente de los dulces que consuman. Del mismo modo, si los dulces son un regalo especial, el simple hecho de recibir una deliciosa recompensa podría ser suficiente para generar un estallido bullicioso de actividad.
Los niños pueden portarse mal en esas situaciones porque están cansados o abrumados. En otras palabras, podría ser la situación en lugar del azúcar lo que los estimula.
Eso sí, la cantidad diaria recomendada de consumo de azúcar es cero. Y eso aunque no cause hiperactividad.
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