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Psicología
Cuando se habla de ''complejo'' en psicología, el término se refiere a un conjunto de emociones e ideas reprimidas asociadas a las experiencias de una persona. La falta de confianza y autoestima es uno de los más comunes en la sociedad global. Derivado de ello, las personas que padecen estos síntomas psicológicos en su día a día, pueden experimentar complejo de inferioridad. En este caso, el afectado en cuestión puede experimentar una sensación continuada de no contar con las habilidades necesarias para enfrentarse al mundo, especialmente en los ámbitos que impliquen relaciones con los demás.
Su padecimiento provoca un deterioro en la percepción propia y suele derivar en mucha frustración personal y ansiedad. Si es tu caso y te preguntas en qué momento o por qué has desarrollado este trastorno, te lo contamos. Y, además, aportamos algunas herramientas para que puedas combatirlo.
El término fue acuñado por Alfred Adler, discípulo de Freud, psicoterapeuta y médico austriaco, y de acuerdo con él, los niños que estaban afectados por este complejo era por consecuencia inevitable de su talla y/o falta de poder. Para Adler el hombre nace sintiéndose incompleto e irrealizado, con un profundo sentimiento de inferioridad, todo lo que se encuentra frente al recién nacido es mejor, más grande, mayor y más completo que él, ahí es donde, según el psicólogo austriaco, puede originarse el complejo.
La infancia, como en todo lo referente a lo psicológico, tiene un papel clave. En este caso, cuando el niño ha sido criticado constantemente por los padres, profesores y/o compañeros, puede calar negativamenre en el niño. Si el menor, además, tiene un éxito menor a sus hermanos o compañeros, nunca recibe reforzamientos positivos, etc, irá depositando pensamientos negativos del tipo ''no soy lo suficiente bueno'', ''todos son mejores que yo'', ''soy inferior''.
Esto provoca que se vaya alejando emocionalmente de sí mismo, que tienda a retraerse, a no mostrar iniciativa propia, que piense que es menos inteligente o agradable que sus pares y en definitiva que sus expectativas en la vida se reduzcan decisivamente.
Por otro lado, igual que el desamor de los padres contribuye a la aparición del complejo, la sobreprotección también puede forjar niños inseguros e incapaces de enfrentarse al mundo y las situaciones de la vida adulta.
Las personas pueden desarrollar complejo de inferioridad por alguna característica física que no le agrada a la persona, por ejemplo: el peso corporal, la altura (ser demasiado alto o bajo), algún rasgo físico específico como el tamaño y/o forma de la nariz, de los dientes, el color de la piel, etc.
La autoexigencia es una cualidad que, llevada al extremo, hace que las personas sientan malestar y ansiedad al estar disconformes con sus vidas. Una de las cualidades más perceptibles de esto, se traduce en poner el foco en las debilidades o los supuestos defectos y olvidarse de las virtudes.
En este sentido, el nexo se encuentra en poner el Tiene mucho que ver con una mente sobresaturada y con mucha dificultad para reconocer y expresar nuestra vulnerabilidad que es inherente al ser humano.
La falta de habilidades sociales y las herramientas que se desarrollan de sus experiencias, pueden derivar en una sensación de no sentirse adaptado en ningún entorno o con miedo excesivo a cometer errores que te hagan quedar mal delante de los demás.
Debemos aceptar la vida que llevamos y las circunstancias que nos ha tocado vivir. Identificar las cosas que producen malestar y los sentimientos de inferioridad nos ayudará a tomar conciencia de la situación y empezar a mejorar en lo que haga falta.
Un error que cometen las personas con sentimientos de inferioridad es compararse constantemente con otras. Cuando eso suceda, hay que recordar que siempre van a haber personas más atractivas, inteligentes, con más o menos salud, etc., así como también existen personas menos atractivas, menos inteligentes, con menos salud, entre otras cosas. Sin embargo, no se trata de compararse sino, simplemente, de ver las cosas desde otra perspectiva, reconociendo que cada persona es única y especial a pesar de sus defectos y virtudes.
Normalmente, las personas con un complejo de inferioridad tienen continuamente pensamientos negativos e irracionales acerca de sí mismos. Lo que sucede con estos pensamientos es que al final se terminan convirtiendo en emociones. Una persona que piensa constantemente que no es capaz, que es inferior que otra, que siempre hace mal todo, etc., seguramente se va a encontrar triste, enfadada consigo misma y/o deprimida. Por ello, la importancia de cambiar nuestros pensamientos negativos por otros más positivos y que nos ayuden a sentirnos mejor, centrándote más en tus fortalezas que en tus debilidades.
Si solo escuchas y aprendes de un grupo de personas, estás limitando tu forma de pensar, por eso es importante que salgas, conozcas y hables con distintos tipos de personas para sentir distintas respuestas. Eso hará que vayas ganando confianza en los entornos sociales y que te sientas más adaptado en las conversaciones.
Las demás personas no van a valorar aquello que nosotros mismos tampoco valoramos. Para ello, establece límites claros y normas, que permitan generar unas mejores relaciones, tanto en el ámbito profesional como laboral.
Identifica tus creencias, ideas y valores, una vez que los tengas identificados, sé firme con ellos y actúa en concordancia con eso. Date cuenta qué es lo que estás haciendo ahora que no va de acuerdo con tu manera de ser y analiza porqué lo estás haciendo. Puede que descubras que muchas de esas cosas las estés haciendo por sentirte aceptado por los demás y por tratar de complacerlos. Comienza a cambiar eso y a ser tu mismo(a) porque si pretendes agradar a todos, lo cual es imposible, pierdes el respeto hacia ti mismo, dejas de aceptarte como eres y dejas de ser auténtico.
Deja de criticarte continuamente porque solo va a despertar en ti sentimientos de malestar. Ten cuidado con lo que te dices a ti mismo(a), no seas tan duro, recuerda que nadie es perfecto.
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