La Subida de Jesús y el Pregón del judío: una tradición centenaria en Vera
Semana Santa
El Viernes Santo se celebra en Vera el que quizás sea su evento más ancestral y arraigado
Miles de personas escuchan la sentencia a Cristo en la Plaza Mayor
El Viernes Santo, cuando a las ocho de la mañana tañen las campanas de la iglesia, las calles de Vera viajan varios siglos en el tiempo para vivir su tradición más ancestral: la Subida de Jesús y el Pregón del judío. Son los únicos vestigios que aún se conservan de la Semana Santa barroca, en la que eran habituales las representaciones de las escenas bíblicas.
No se conoce la antigüedad de esta tradición veratense, si bien el secretario municipal Pedro López aseguraba en un artículo publicado en 2016 que “probablemente supere los 250 años, como vestigio de la Pasión Viviente de finales del XVII”. Por su parte, el divulgador Gabriel Flores, autor de ‘La vida en Vera: capítulos de su historia’, señala que el primer dato al respecto del que hay registro en la Hermandad de Jesús es por el pago de 25 reales de vellón “para el pregón del judío” que aparece en el libro de cuentas de la cofradía del año 1877. A partir de ahí, “en los años sucesivos figura un asiento contable con ese concepto, incluso se hace mención en otro apunte para el traje del pregón del judío", indica.
Como manda la tradición, minutos antes de las 8:00 de la mañana todos los varones de Vera —solo los hombres— se encuentran en la ermita de San Ramón para acompañar a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su camino al Calvario en la llamada Subida de Jesús. Ataviados de “riguroso traje” para la ocasión, desfilan hasta la Plaza Mayor donde se reúnen con las mujeres para celebrar el tradicional Pregón del Judío. Abuelos, padres e hijos se reúnen para ‘subir’ y escuchar el Pregón del Judío. Las mujeres, observan desde los balcones y las aceras de las calles La Plata y Mayor para luego citarse en una plaza casi a rebosar.
No obstante, hay fotografías en blanco y negro que muestran a grupos de mujeres desfilando delante de la imagen de Jesús Nazareno. “Eran señoras que hacían promesas y se ponían delante. Hubo un momento en que las promesas eran tan numerosas y mayoritariamente de mujeres que se tomó la decisión de que estas se cumplieran acompañando a Jesús detrás del trono”, explica Gabriel Flores al respecto.
Abre la comitiva la cruz de guía, portada habitualmente en estos últimos años por Gabriel Martínez. Tras él, a ambos lados dos larguísimas hileras de hombres de todas las edades. A unos metros, dos niños vestidos de ángeles que serán los encargados de recitar el Pregón del ángel (tradición recuperada en 2017). Y más atrás, delante del paso de Jesús Nazareno, se sitúa el legionario romano encargado de leer la sentencia y las autoridades municipales y de la hermandad. En ocasiones especiales, también acompaña la imagen la brigada de la Legión, que canta ‘El novio de la muerte’ a su entrada en la Plaza Mayor. Los tambores y cornetas de los legionarios sirven así de antesala al Pregón del judío.
Durante su viacrucis, la imagen del Nazareno sufre tres caídas. Los portadores inclinan el trono a siguiendo las órdenes del capataz: un movimiento por cada uno de los tres toques de campana.
Ya en la Plaza Mayor, la patrona de Vera, la Virgen de las Angustias, espera la llegada de Jesús apostada frente a la puerta de la iglesia. A su lado se coloca la imagen del Nazareno. Cientos, o más bien miles, de personas llenan la plaza esperando escuchar el pregón, como lo hacían varios siglos antes sus antepasados.
Tras unas palabras del párroco, uno de los niños vestido con una túnica blanca con ribetes y cinturón morado, diadema plateada y alas de plumas blancas recita el conocido como Pregón del Ángel. Se trata de una tradición recuperada hace cuatro años, pues había desaparecido en 1958. Con un tono característico y único recitan un texto que explica por qué Jesús acepta el mandato de sacrificarse para salvar a los hombres. La primera referencia escrita al Pregón del ángel es de 1805, cuando se pagaron 68 maravedíes por los gastos. "Hay un apunte contable en el libro de la cofradía de 8 reales para azúcar que se le daba a los niños que hacían de ángel", cuenta Gabriel Flores.
Después, un soldado romano al que popularmente se le llama “el judío” recita con voz de pregonero la sentencia a muerte contra Jesús. “Esta es la justicia que manda hacer y obedecer el adelantado Poncio Pilato, presidente de la inferior Galilea”, comienza el texto que cualquier veratense se sabe casi de memoria.
De hecho, en algunos casos literalmente es así, como recordaba Gabriel Flores en una publicación en el grupo ‘No eres de Vera si...’: “En el año 1985 o 1986, la primera vez que vino la Banda del Regimiento de Regulares 5 de Melilla, estando Antonio el de Juana echando el pregón, el coronel que venía al mando, se inclinó, muy discretamente y nos dijo:
- El romano tiene el pergamino al revés.
Nosotros con la misma discreción le dijimos:
- No importa, da igual porque no sabe leer.
El coronel con cara de sorpresa y gesto de asombro, nos dice:
- ¿Quieren ustedes decir que todo esto que está cantando se lo sabe de memoria?
Al contestarle que sí, yo creo que su gesto fue de mayor sorpresa y cuando acabó el pregón nos comentó que no salía de su asombro”.
Este texto aparece en en la obra de Aurelio de Santos Otero “Los Evangelios Apócrifos” y fue encontrado en 1580 en la ciudad italiana de Aquila . Lo que nosotros poseemos probablemente no es sino una copia del original italiano hecha por algún soldado del siglo XVII durante alguna de sus campañas en el reino de Nápoles.
Tras leer la sentencia, el soldado romano le canta una saeta al Nazareno pidiendo su perdón. Algo que hace con mucho sentimiento Ramón Torres, actual encargado de encarnar al "judío" cada Viernes Santo desde hace unos años.
Concluye así la primera parte de un Viernes Santo cargado de actividad. Es tradición tomar un café (o una cerveza incluso) antes de volver a la calle La Plata para ver salir al resto de imágenes de la Hermandad de Jesús: el Lavatorio y la Piedad. Por la noche es el turno para la procesión quizás más emotiva de todas las de la Semana Santa veratense: con el pueblo casi a oscuras, las farolas apagadas, el incienso volando a ras del suelo y el acompañamiento de un trío de capilla y un cuarteto vocal en los últimos años, la Hermandad de la Virgen de las Angustias procesiona con el Sepulcro y la Virgen.
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