Aquel verano en que Jack Nicholson rodó en la plaza de toros de Vera

SOCIEDAD

En 1973 se grabó en Vera parte de la película ‘El reportero’, de Antonioni

Varios vecinos participaron en una escena mítica del cine

Fotograma de la película El reportero, durante el plano-secuencia grabado en la plaza de toros de Vera. / D. A
Víctor Visiedo

28 de abril 2019 - 06:30

Corría el verano de 1973. Vera era un pequeño municipio de apenas 5.000 habitantes, concentrado en un núcleo urbano no demasiado grande. Más allá del cuartel de la Guardia Civil, salvo algunas casas y almacenes aislados, todo era campo. Pero allí, a las afueras, camino de Garrucha, la plaza de toros más antigua de la provincia de Almería, en pie desde 1879, llamaba la atención de propios y extraños. Por ello, no es raro que el oscarizado director Michelangelo Antonioni (recibió el premio de honor de la academia de Hollywood en 1995) se fijase en ella para ambientar parte de su película Professione: reporter (1975, en español, El reportero).

Durante unos días, la tranquilidad del pueblo se vio alterada por el rodaje de unas pocas escenas de la película. Los protagonistas del film eran dos estrellas internacionales: Jack Nicholson, que ya era reconocido por su papel en Easy Rider, por la que fue candidato al Oscar, y María Schneider, que acababa de estrenar El último tango en París.

La película se rodó en varias localizaciones de Almería: la capital, Aguadulce, Rioja, Retamar, Cabo de Gata, Tabernas y Vera. Pero fue ahí, en su plaza de toros, donde se grabó su escena má recordada: un plano-secuencia de algo más de seis minutos que fue un enigma técnico en su época. Según los expertos, por ello esta película tiene un espacio destacado en la historia del cine.

Para el rodaje, se construyó un pequeño hotel de cartón-piedra, Hotel de la Gloria, enfrente de la plaza, tal y como recuerda Gabriel Flores, uno de los veratenses que participó en la película. “Allí no había nada, solo la plaza de toros y un muro de piedra que subía hacia el pueblo. Construyeron el decorado del hotel en donde hoy hay una vivienda con unos bajos comerciales, con un bar y una ludoteca”, recuerda.

Decorado del Hotel de la Gloria construido para el rodaje de la película. / Archivo de Gabriel Flores

Él, como otros muchos niños y jóvenes, acudió en cuanto supo que se estaba rodando la película. Blas Simón, uno de los chiquillos que salen corriendo frente a la plaza de toros, contaba sus recuerdos en un documental de Antonio Casado, José A. Guijarro y Andreu Fullana grabado con motivo del IFestival de Cine en Corto: “Llegó de su cortijo Juan Flores, conocido como ‘El cucaraña’, a encerrar sus mulas en su casa de la calle Sol y comentó que estaban rodando una película unos extranjeros y le habían ofrecido salir con las mulas y el carro cargado de paja”.

Partícipes de una escena mítica

Allí que fue al día siguiente toda la chiquillería del Barrio Jesús. “Los Perellones, El Latero, Moya, Zurdo, El Costas, Los Porcelanas y muchos más”, recuerda Blas en el documental. Allí estaban, observando resguardados del sol cuando se acercaron y les preguntaron si querían salir en la película. Solo tenían que correr hasta que la Guardia Civil los echase. Les prometieron unos tigretones y unas mirindas, “pero al final no nos dieron nada”.

Escena final de 'El reportero', con la imagen del Espíritu Santo al fondo. / Diario de Almería

Además de los niños y el carro con paja, en la película aparecieron varios vecinos más. “Recuerdo que cuando proyectaron la película años después en la Terraza Carmona vi a El Flamenco sentado en la puerta de la plaza de toros con su perro y un taxi negro que creo que era de Diego Ramírez El Lata”, explica Blas.

Para el rodaje de la famosa escena, a parte del decorado se instaló un raíl en el techo de la habitación y una gran grúa de 30 metros en el exterior. De aquellos días, Gabriel Flores recuerda una simpática anécdota: “María Schneider tropezó al salir del hotel del decorado y se cayó al suelo. Todos nos reímos y entonces, se nos quedó mirando y nos hizo un corte de manga”, cuenta. Por cierto, el sí que cobró, 200 pesetas de la época. Y El Cucaraña, cuentan, 2.000 pesetas por pasear el carro lleno de paja.

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