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Una parroquia siendo la casa de Dios es la casa de todos, lo malo es cuando se cumple el refrán que reza “de la calle vendrán y de tu casa te echarán”. Eso es lo que sienten desde varios años la comunidad de feligreses de la Iglesia Parroquial de San Isidro ubicada en barrio de mismo nombre de la localidad de Huércal-Overa. Aseguran que “la parroquia está ‘okupada’ por un grupo de cristianos ucranianos”, afirma Silvia Valera Ramos, una de las personas afectadas y que luchan por la defensa y recuperación de la Iglesia de San Isidro.
“No se dice la verdad cuando se afirma que la Iglesia Parroquial de San Isidro se comparte con nuestros hermanos ucranianos, mejor dicho, que nuestros “hermanos ucranianos comparten la iglesia con nosotros”, matiza. En esta línea apostilla que “no nos está permitido acceder libremente al templo con llave propia y en mano, como ellos sí pueden. El uso de la llave que posee una vecina, por haber sido catequista, requiere que ella, a su vez, pida permiso al párroco, pero antes de que pudiéramos llegar, ya estaría ahí Igor, miembro de la comunidad ucraniana”.
“Somos personas non gratas en nuestra propia iglesia y nos dicen además que la iglesia es de la iglesia y hace con ella lo que considera oportuno. Nos dijo el vicario parroquial”, afirman quienes luchan a diario por recuperar la Iglesia Parroquial de San Isidro. En esta línea recuerdan que la donada a la Iglesia “fue subvencionada por todos y cada uno de los vecinos del barrio, y desde que fue erigida en 1964 han cuidado y custodiado sus instalaciones y sus pertenencias”, apostillan.
No solo no pueden acceder con libertad a la casa de Dios, sino que los nuevos ‘okupantes’ han transformado el interior de la parroquia incluyendo la ornamentación acorde al rito bizantino, paño bordado sobre el altar ocultando el que siempre ha lucido la iglesia de San Isidro, además, se interrogan “quién custodia, y dónde, el Vía Crucis de madera con el que se inauguró el templo y que nuestros ‘hermanos’ ucranianos sustituyeron por el suyo propio”.
Una situación que llevan años denunciado, y no solo de palabra sino mediante escritos al Obispado de Almería, pero de la que no han obtenido solución alguna. “Han sido cuantiosos los escritos que hemos dirigido a ese obispado poniéndoles en antecedentes de lo que ocurre en la Iglesia Parroquial de San Isidro, y en solicitud de ayuda. Cuantiosas han sido también las peticiones de ser recibidos por su Excelencia estos dos últimos años”. Además, desde la propia parroquia aseguran que “ellos son más de medio centenar de personas, algo que falta a la verdad porque son unos 12 ó 15 fieles las que acuden a misa semanalmente y solo se supera esa cantidad de personas de manera puntual”. Han llegado a dirigirse incluso al Ayuntamiento de Huércal-Overa conscientes de que “solo pueden actuar en lo civil no en lo eclesiástico, pero aún, así nos escucharon y aseguraron que hablarían con el párroco para conocer la situación”.
Mientras tanto, desde la propia comunidad eclesiástica de la provincia de Almería, a través de las redes sociales han entrado en disputa con los feligreses que luchan por recuperar su parroquia.
Aunque son muchas las evidencias que respaldan la denigración sufrida por la comunidad de fieles, una de las últimas ha tenido lugar durante las fiestas en honor al patrón San isidro Labrador, donde “se ha producido un hecho impensable para esos colonos que tantas veces sacaban la imagen del santo por el barrio llegando, incluso hasta la iglesia parroquial, mezclando la música y la algarabía propia de una romería con el ruido de los tractores que en los remolques engalanados llevaban a pequeños y mayores vestidos con sus trajes típicos y a San Isidro en su trono rodeado de espigas de trigo y claveles rojos”, afirma Ana Martínez, otra de las afectadas por esta ‘okupación’ de la parroquia.
Y es que este año no ha podido ser, aunque según nos explican se desconoce la causa dado que desde la “parroquia no se dio ninguna razón para ello, solo se comentó se que tenía que pedir permiso, pero desde entonces no sabemos nada”. Así las cosas, la imagen del patrón no pudo procesionar como tradicionalmente ha hecho el domingo de su fiesta, y tampoco la cuadrilla de parrandas ‘Rambla Grande’ pudo acompañar la misa que este año se celebraba en sábado y no en domingo como es tradición, impidiendo así a un mayor número de devotos poder rendir honor a su patrón.
“Un grave atropello a una comunidad vecinal por la que se ha mostrado poco respeto y una penosa falta de sensibilidad desde la parroquia que ha impuesto su criterio aleatoriamente, sin otra consideración que la defensa a ultranza de los intereses de la minoría recién llegada, la comunidad ucraniana”, concluyen dolidos e indignados.
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