La última parada para trescientos refugiados de ‘La Desbandá’
Su huída terminó en el Barrio Visiedo, Buenavista-Zorreras, el viejo Camino y la carretera nacional
Eran 300, aproximadamente. No eran espartanos ni luchaban por defender el avance persa en el paso de Las Termópilas, como contaba en su legado Heródoto, sino malagueños que trataban de, igualmente de forma épica, escapar de la masacre que estaba por llegar en su ciudad con el ataque del Ejército sublevado, en lo que constituye uno de los episodios más negros de la Guerra Civil Española.
Entre 200.000 y 300.000 mil personas, según diferentes datos, salieron de Málaga aquel 6 de febrero de 1937, cuando se dio orden a la evacuación de la ciudad con motivo de la entrada en ella de las tropas nacionales. Muchos de esos malagueños se quedaron en zonas de La Alpujarra, concretamente en Berja, o Roquetas de Mar, donde se establecieron y trabajaron en la pesca. Hasta Almería terminarían llegando, salvando los bombardeos por la carretera de la costa, en torno a los 150.000, según los estudios realizados por los autores almerienses Eusebio Rodríguez Padilla y Juan Francisco Colomina en su libro ‘La Desbandá de Málaga en la provincia de Almería’, unos datos en sintonía con los que ofrecía por entonces el Gobernador Civil, que advertía a Madrid que la población de la ciudad se había triplicado.
Almería se colapsó. No entraba nadie más y se empezó a enviar a gente a todos aquellos lugares que pudieran servir de acogida. Hubo quienes siguieron su travesía por todo el Levante almeriense y bordeando todo el Mediterráneo español hasta llegar Francia. Para otros, el Bajo Andarax fue su última parada.
Cerca de 300 exiliados malagueños terminaron estableciéndose en Huércal de Almería. 80 familias llegadas desde Málaga, dentro de un amplio grupo de 726 que también se asentaron procedentes de toda la provincia de Almería y también desde Granada, Bilbao, Segovia oSantander, para un total de 3.036 personas refugiadas. Este exceso de población llevaría al Gobernador Civil de Almería a pensar una solución: aquellos hombres comprendidos entre los 18 y los 35 años quedarían encuadrados en dos unidades militares, y por ello se formaron batallones de choque, como los Lenin, Cervera, Motril o Antonio Coll; la 221ª Brigada Mixta en Viator o el Batallón de Conductores Avance en Benahadux que luego tendría un importante papel en el frente del Ebro, Teruel o la retirada de Cataluña y que luego quedarían repartidos entre Valencia y el frente de Granada. Estos batallones los formaban principalmente los almerienses junto a los malagueños exiliados. A estos últimos se les dio cobijo en diferentes puntos del municipio huercalense, siendo algunos de estos puntos el Barrio Visiedo, el antiguo Camino de Huércal, las calles de Buenavista-Las Zorreras o los cortijos que por entonces estaban situados en la carretera nacional.
En el libro ‘La Desbandá de Málaga en la provincia de Almería’ quedan recogidos los nombres de los cerca de 300 malagueños que se asentaron en Huércal de Almería, único municipio, junto a Vélez-Rubio, cuyo Archivo Municipal guarda los documentos de acogida de los refugiados, como los que, firmados por el delegado de Evacuación del Comité de Refugiados, Hermógenes Cenamor, dan constancia de la consideración como tal a dos ciudadanos procedentes de Estepona, José Arrocha Guerrero, por entonces de 57 años y acompañado de su esposa y siete hijos, y Juan Martín López, de 56, igualmente acompañado de su esposa y, en su caso, tres hijos; familias que terminarían siendo testigos del crecimiento y evolución del municipio.
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