Se cumple una década de la riada de Vera: "Mi casa se quedó sin paredes"

Sucesos

Hace diez años de una gota fría que dejó dos muertos y miles de viviendas destrozadas

¿Puede volver a ocurrir una riada similar hoy en día?

La riada de Vera de 2012 dejó dos muertos y miles de casas destrozadas.
La riada de Vera de 2012 dejó dos muertos y miles de casas destrozadas. / Carlos Barba / Efe

El viernes 28 de septiembre de 2012 quedó marcado en la memoria colectiva de los vecinos de Vera y de todo el Levante Almeriense. Es una de esas fechas que evocan malos recuerdos, los de una riada descomunal que arrasó con todo a su paso y se cobró la vida de dos personas en la playa veratense y otras dos en una rambla de Guazamara. Se cumplen diez años de la nefasta mañana, la del día de San Wenceslao, en la que una comarca entera se ahogó por culpa de unas lluvias torrenciales. Y lo peor es que muy pocas cosas han cambiado desde entonces.

Fue por la mañana cuando saltaron las alarmas. Se decretó alerta roja por fuertes lluvias y se cumplieron los peores presagios. El coche de la Policía Local pasó por la calle Juan Sebastián Elcano, paralela el río, y las colindantes avisando a la población para que desalojara sus casas. El actual alcalde de Vera, José Carmelo Jorge, era también entonces el regidor. “Recuerdo que el primer aviso nos lo dio la alcaldesa de Antas, Isabel Belmonte, que nos llamó y nos dijo que venía mucha agua desde la parte alta del río”, cuenta. De inmediato bajaron hacia Vera Playa él y su entonces mano derecha, Juan de la Cruz Belmonte (actual delegado de Salud). Muchos no hicieron caso al aviso, quizás porque eran extranjeros y no lo entendían. “Les pedimos que se fueran hacia la entrada de Garrucha, que está más elevado”, explica el alcalde.

En apenas unas horas cayeron más de doscientos litros por metro cuadrado en la zona alta del río. El agua fue bajando por las ramblas arrasando con todo a su paso, incluidos muchos árboles y suciedad amontonada en el cauce. Eso provocó un enorme tapón en el puente de la carretera Vera-Garrucha y en el de más abajo, en la vía que une la costa con Villaricos. Ambos puentes reventaron por la presión del agua. “El puente se convirtió en un embalse hasta que no aguantó y vino un auténtico tsunami”, cuenta Miguel Jurado, uno de los vecinos de la urbanización Playas del Sur, una de las más afectadas por la riada.

La calle Juan Sebastián Elcano tras la riada y, abajo, su estado actual.
La calle Juan Sebastián Elcano tras la riada y, abajo, su estado actual. / Carlos Barba / V. Visiedo

El periodista Ricardo Alba fue uno de los primeros en llegar a la zona. Era entonces el corresponsal de Diario de Almería en la comarca. “Allí había coches encima de otros, árboles tronchados, viviendas inundadas: se apreciaba en las caras de la gente cierta pérdida de la noción de lo que estaban viendo, no se podían creer en ese momento”, cuenta. “Fue una catástrofe que dejó mucho daño y mucho temor entre los vecinos”. Un miedo que hoy en día, diez años después, no ha desaparecido. Cada vez que hay amenaza de lluvias torrenciales temen que se pueda repetir lo de 2012. De hecho, no era la primera vez que Vera sufría una riada similar, pues ya había ocurrido en 1973 y 1989.

El agua alcanzó más de dos metros de altura en viviendas y locales de planta baja, destrozando puertas, muebles, coches, e incluso paredes. La riada se llevó a una mujer británica de 52 años que estuvo desaparecida durante cinco días. Su cadáver fue encontrado en avanzado estado de descomposición por un barco pesquero a 4,5 millas náuticas al sureste de Los Escullos, a más de 45 kilómetros en línea recta. Tuvieron que identificada por un collar que llevaba. También murió un anciano mientras era rescatado de una azotea por el helicóptero Helimer 211 de Salvamento Marítimo. Sufrió un infarto. En total tuvieron que desalojar en helicóptero a unos 80 vecinos de las urbanizaciones de la zona, mientras que la Guardia Civil organizó el traslado en autobús de unos 280 residentes de Puerto Rey y Pueblo Laguna.

La riada de Vera de 2012

Miguel Jurado tiene su residencia habitual en Jaén y su casa de veraneo en Vera, en esa maltrecha avenida Juan Sebastián Elcano. “Acudí a otro día tempranísimo para ver los daños”, recuerda. Mientras recorría en coche los más de 200 km que separan una ciudad de otra no podía imaginar lo que encontraría. “Estaban sacando los enseres de las viviendas, había coches amontonados y me llegaba el barro hasta las rodillas; de hecho no pude entrar en mi casa hasta que compré unas botas de agua”, cuenta. Su casa ya no era un hogar, sino que tan solo quedaban cuatro pilares: “no tenía ni paredes, ni muebles; el agua se los había llevado”.

Según el informe de daños realizado por el Ayuntamiento de Vera, el desastre afectó a unas 85 hectáreas de terreno. Unas 4.300 viviendas sufrieron daños, 130 locales, 1.950 aparcamientos y unos mil vehículos arrastrados por la corriente. El periodista Ricardo Alba pudo subirse a una avioneta para hacer un reportaje aéreo unos días después. “Entre tanto escombro y basura se formó una montaña de barro y objetos”, cuenta. Le llamó la atención ver gente buscando entre esa montaña “algo que aún fuera útil, pero no eran los propietarios”.

Visita de la reina Sofía a Vera tras las inundaciones.
Visita de la reina Sofía a Vera tras las inundaciones. / EFE

La ayuda que prestó la reina Sofía

Una semana después de las inundaciones, el 5 de octubre, la reina Sofía visitaba el pabellón Blas Infante de Vera, donde se alojaban cientos de personas que perdieron sus viviendas. En 1973 también había acudido a la provincia por casusas similares. “Fue una visita muy rápida, pero lo suficiente para llevar ánimo a mucha gente, que agradecieron la presencia de una de las principales figuras del Estado”, dice el periodista Ricardo Alba.

El alcalde de Vera, José Carmelo Jorge, asegura que gracias a esta visita se aceleraron las ayudas de las diferentes administraciones. “Estamos muy agradecidos por ese viaje. Después nos invitó al Palacio Real a los alcaldes y concejales de todos los municipios afectados: Lubrín, Bédar, Antas, Los Gallardos, Vera, Garrucha, Cuevas… Fue muy amable”, recuerda.

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