El Ayuntamiento de Bacares adquiere la 'Casona', antigua residencia de obispos

Historia y futuro de una edificación singular

Un edificio del siglo XVII que conserva su traza original en prácticamente toda su fábrica

La alcaldesa, Encarna Zaguirre, pretende restaurarla para que sea un activo cultural del municipio

La 'Casona', antigua residencia de obispos almerienses ubicada en la Calle Real que busca ser declarada Bien de Interés Cultural
La 'Casona', antigua residencia de obispos almerienses ubicada en la Calle Real que busca ser declarada Bien de Interés Cultural
Iván Garrido Jorquera

31 de diciembre 2023 - 06:00

La Casona de Bacares es un extraordinario edificio del siglo XVII, con evidentes ampliaciones, restauraciones y añadidos del XVIII y del XIX, que conserva su traza original, pues los elementos del XVII se perciben en prácticamente toda su fábrica. Este inmueble ha sido adquirido recientemente por el Ayuntamiento de la localidad con el fin de convertirlo en un activo cultural. Según explicó la alcaldesa del municipio, Encarna Zaguirre, se están dando los pasos oportunos para que pronto pueda ser disfrutado por vecinos y turistas, para que se conozca esta parte de la historia de la localidad.

Entrada interior del inmueble, intacta en su trazado desde hace siglos
Entrada interior del inmueble, intacta en su trazado desde hace siglos / Iván Garrido Jorquera

Una de las características que destaca de la Casona es la conservación de buena parte de la carpintería original; la gran escalera central y las puertas de cuarterones, así como la puerta de acceso, son un magnífico ejemplo de cómo algunas casas históricas han mantenido su personalidad pese al transcurso del tiempo. También los herrajes de las puertas y la rejería de varias ventanas, nos recuerdan el vínculo que desde antiguo ha existido entre Bacares y la minería del hierro. No olvidemos que obras tan importantes como el Puente Viejo de Murcia o las rejas del crucero de la catedral de Almería, instaladas en 1667, se realizaron con el metal que salía de la Fábrica de Hierro de Bacares, una industria situada en el margen del río que lleva el mismo nombre que el pueblo, y cuya casa aún se mantiene en pie. Precisamente ese edificio, La Herrería, como la Casona protagonista de esta página, van a ser propuestos por el Ayuntamiento de Bacares como BIC (Bien de Interés Cultural); un trámite que, aunque puede ser largo y no carente de dificultades, proporcionaría a ambas edificaciones la protección necesaria para su supervivencia.

Techo de madera que no ha sufrido ninguna modificación con el paso de los años
Techo de madera que no ha sufrido ninguna modificación con el paso de los años / Iván Garrido Jorquera

Otro elemento destacable que podemos apreciar, a su vez muy poco común en la sierra de los Filabres, es la arquitectura de estructura tramada que se aprecia en diferentes partes de la casa, como son las paredes del vestíbulo y las contiguas a la escalera central. Un tipo de arquitectura de la que encontramos los primeros ejemplos durante la Edad Media y que estuvo en práctica hasta bien entrado el siglo XIX. Dichos entramados quedaron al descubierto tras una restauración parcial, realizada entre los años 2016 y 2017, y que dejó a buena parte de la edificación pendiente de una restauración integral.

No es este el único edificio del siglo XVII ubicado en Bacares. La iglesia parroquial se construyó prácticamente de nueva planta, aunque en el mismo emplazamiento que la iglesia anterior, a partir de 1688, y en la plaza encontramos otro buen ejemplo de arquitectura civil, aunque visiblemente modificado y alterado. Se trata de una casa principal, hoy dividida entre varios propietarios, que conserva un extraordinario artesonado en el cual podemos leer una inscripción que deja patente su antigüedad: “En el año del Señor de 1642 se hizo esta casa”.

Vestíbulo, donde se pueden apreciar las puertas de cuarterones
Vestíbulo, donde se pueden apreciar las puertas de cuarterones / Iván Garrido Jorquera

De la Casona, sabemos, gracias a Tapia Garrido y a lo que publicó en “El Estado de Tahal”, que en 1632 necesitaba de reparos urgentes, motivo por el cual fue prácticamente reedificada, siendo costeadas las obras con fondos de la Fábrica Mayor (obispado) y de los alquileres que se producían cuando no iban los obispos. Esa relación antes apuntada entre Bacares y los obispos de Almería sería continuada durante todo el siglo XVII, pues los prelados pasarían largas temporadas del año en su casona bacareña, aunque en aquel tiempo y según constatamos en diferente documentación, la edificación era llamada “casas obispales”.

Erróneamente, y luego repetido machaconamente hasta la saciedad, es lo que algún autor ha referido, diciendo que los obispos pasaban los veranos en Bacares; pero en modo alguno fue así. Las estancias de los prelados en la llamada perla de los Filabres se extendían a lo largo, tanto del invierno como del verano, y de ellas dejan constancia decenas de órdenes, edictos y mandamientos firmados en Bacares. Un ejemplo de ello es un curiosísimo edicto, dado el 24 de marzo de 1682 por el obispo Juan Grande Santos de San Pedro, en el que se ordenaba a los eclesiásticos de las iglesias que componían la vicaría de Serón que no vistiesen de seglar, como comúnmente hacían. Y aunque del prelado anterior, como de muchos otros que ocuparon la silla de San Indalecio durante ese siglo, tenemos constatado su paso por Bacares, quizás el obispo que más se vinculó con esta localidad de la sierra fue Fray Juan de Portocarrero. Aquí, al creer inminente una muerte que aún no se produciría, dictó su testamento ante el escribano de Tíjola Juan Paco de Molina el 29 de julio de 1623; unas últimas voluntades de gran valor histórico que sacó a la luz, y fueron publicadas por primera vez, por Antonio Gil Albarracín.

Carpintería del siglo XVII que aún conserva el inmueble
Carpintería del siglo XVII que aún conserva el inmueble / Iván Garrido Jorquera

Durante la centuria siguiente, y ya bien terciado el siglo XVIII, constatamos gracias a la ingente cantidad de información aportada por el catastro de la Ensenada (1752) que las antiguas casas obispales ahora pertenecen a una acaudalada e hidalga familia de origen manchego, los Palacio Calderón de la Barca, pasando de generación en generación la propiedad dentro de la misma familia hasta que fue adquirida por Adrián Salinas Botella, rico hacendado cuyos hijos y nietos residirían también en esta histórica casa, siendo en esa época, y tras su muerte, cuando el edificio se divide entre diferentes dueños; uno de ellos, Rafael Salinas Sobrino, hijo de Adrián, alquilaría parte de la primera planta al ayuntamiento para instalar dos escuelas de niños que estarían en activo hasta la década de 1960.

A medidos del siglo XX Bacares contaba con cinco escuelas: las dos de niños antes mencionadas, y otras dos escuelas para niñas; una de ellas situada en la primera travesía subiendo la calle Real desde la Plaza, donde ejercía como maestra Asunción Viciana Nacher. El organigrama escolar del municipio se completaba con la escuela de doña Lola, que estaba en la calle del Bosque, y era de párvulos.

Actualmente el edificio en el que residieron los obispos almerienses y habitaron linajudas familias de la nobleza es propiedad municipal, a excepción de algunas habitaciones, aún en manos de particulares.

La alcaldesa se ha propuesto conseguir que la Casona de Bacares sea un atractivo más del patrimonio cultural de la localidad; pero antes, parte del edificio, así como las cubiertas, habrán de someterse a una adecuada restauración que garantice su futuro.

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