Las 'otras caras de Bélmez' aparecieron en Vera hace 25 años
Fenómenos paranormales
El rostro de Cristo y otro de aspecto malvado surgieron en los cristales de dos puertas el Día de los Santos de 1997

Corría el año 1997. Vera venía de unas semanas convulsas: en el reestreno de la Plaza de Toros se escapó uno de los astados y días después un tornado azotó la Feria, causando graves daños. Hacía ya 26 años de lo sucedido en un pequeño pueblo de la sierra de Jaén, Bélmez de la Moraleda. Se había convertido en noticia nacional por la aparición de unas extrañas caras en una casa. En la calle Almería de Vera nadie podía imaginar que aquel día de Todos los Santos (o quizás el día de ánimas, no lo recuerdan ya con exactitud) iba a suceder algo similar: dos caras surgieron de la nada en los cristales de sendas puertas en la vivienda de Vicente y Antonia.
Ahora se cumplen 25 años de aquello, pero aún sigue en la memoria de todos los veratenses. Y es que fueron muchos (casi todo el pueblo) los que pasaron esos días por la vivienda para ver el extraño suceso. “Las colas llegaban hasta la gasolinera que hay a más de 150 metros”, recuerda Antonia Cortés.
Fue Frasquito, un amigo de la hija de Antonia y Vicente, el que se dio cuenta de la aparición de la primera de las caras, en el cristal de la puerta de la cocina. Antonia limpiaba a diario los vidrios de la doble puerta que separaba la cocina del resto de la casa, pero no había reparado en aquella extraña aparición. “¿Eso qué es? Ahí hay una cara en el cristal”, dijo el amigo de la familia. Enseguida la casa se llenó de vecinos. “Aquí hacemos mucha vida en la calle, incluso en verano dormíamos muchas veces fuera con colchones. Todos somos familia”, dice la dueña de la casa. Rápidamente la noticia corrió como la pólvora por todo el pueblo. Había aparecido lo que los expertos llaman una teleplastia.
Por supuesto, al principio pensaban que era una simple mancha, pero por mucho que le pasasen un trapo por encima, aquello no desaparecía. “Estaba por dentro del cristal”, dicen. De inmediato se dieron cuenta de que aquello parecía el rostro de Jesucristo. Se podían apreciar el pelo largo, la barba, la boca, los ojos…
Los días siguientes, la casa de Vicente y Antonia se llenó de curiosos. Algunos tan solo miraban aquella extraña mancha, preguntándose si realmente parecía un rostro humano o tan solo era humedad. Otros, convencidos de que estaban viendo la cara de Cristo le llevaban flores, le ponían velas e incluso se arrodillaban ante él para rezar. “Recuerdo que cuando me enteré de aquello fui con una compañera de trabajo para verlo, y estaban las monjas rezándole”, cuenta una vecina de Vera que visitó la casa en aquel mes de noviembre del 97.
Aparece un segundo rostro
Pero la cosa no quedó ahí. Apenas dos o tres días después la sorpresa fue aún mayor cuando empezó a aparecer otro rostro en el cristal de la puerta de al lado. “Era una cara que daba miedo, como con unos bigotes y barba larga, parecida a la típica imagen que hay de Cervantes”, cuenta Isabel Cortés, hermana de Antonia. “A mí se me pone la piel de gallina tan solo con acordarme”, admite.
Sobre ese segundo rostro se han dicho muchas cosas: que podía ser un familiar fallecido con el que no había buena relación; que se parecía a un antiguo guardia civil del pueblo conocido por su crueldad; o que era un espíritu en busca de redención. Sea como fuera, lo cierto es que Antonia y Vicente no conservan ninguna imagen de ese rostro: “no hicimos fotos porque esa cara la verdad es que me daba miedo”, explica la dueña de la casa. “Vino un vidente a verla y me dijo que el rostro pertenecía al espíritu de un asesino que había hecho muchas maldades en la guerra y que había aparecido ahí buscando el perdón de Cristo”, relata. Por eso, ante el temor que les daba, hicieron caso a la recomendación del médium y arrojaron la puerta en un vertedero cerca de la ciudad de Lorca (Murcia). Y nunca más se supo.
El misterio de las caras sobrepasó las fronteras de Vera y de la comarca. “Vinieron periodistas, sí, no recuerdo los nombres, pero fueron varios”, cuenta Antonia. Las televisiones locales le dedicaron programas especiales incluso con la participación de parapsicólogos llegados de no se sabe dónde. El caso de ‘Las caras de Vera’ guardaba una gran similitud con otro mucho más famoso: el de las Caras de Bélmez de la Moraleda a principios de los años 70.
Atraídos por el caso, el 15 de noviembre de desplazó hasta Vera un equipo de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) encabezado por Pedro Amorós. Analizaron el rostro aparecido en el cristal de la puerta y concluyeron que “efectivamente parecía una teleplastia”. Según Amorós, “tras una serie de preguntas y análisis de perfil psicológico, detectamos que posiblemente Antonia tuviera acrecentadas temporalmente sus facultades psíquicas”. Para que se produzcan fenómenos paranormales es necesario un activador, que muchas veces suelen ser las personas, según explica. “En este caso pensamos que Antonia era el factor fundamental para que se produjera la teleplastia”, asegura.
Además grabaron sonido, directamente del cristal, y el resultado fue sorprendente. Antonia y su familia recuerdan como se escuchaba una voz, similar a la de un niño, que decía “soy de Dios”. Una psicofonía que Amorós considera muy interesante aún a día de hoy. Aquello, lejos de asustarles, les tranquilizó. Lo tomaron como una bendición.
Ahora se cumplen 25 años de aquello. Muchas cosas han cambiado, por ejemplo, Antonia y Vicente ya no viven en esa misma casa, sino en otra enfrente. Pero esa puerta en la que apareció el rostro de Cristo sigue con ellos. Allí está, guardada en la zona que usan como trastero y para tener la ropa. Una de las caras de Vera (la que no fue destruida) jamás ha desaparecido. Para los dueños de aquella puerta eso es mucho más que una mancha o un suceso extraño: es una expresión divina y, por ello, se santiguan aún cada vez que pasan por delante: tienen fe.
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