Juan Ramón Medina Precioso

Un unicornio a la izquierda

La tribuna

Un unicornio a la izquierda
Un unicornio a la izquierda

03 de junio 2024 - 00:00

La diversidad de siglas que competirán en las elecciones europeas convierte a nuestras izquierdas en un florido pensil. Tenemos, por un lado, las izquierdas separatistas, como Bildu, BNG y ERC. Asombrosamente, se les ha sumado JpC, cuyo candidato, Toni Comín, acaba de declarar que se integrará en el grupo Izquierda (The Left) o en el de los Verdes. Los herederos de Jordi Pujol se han vuelto de izquierdas. Los inventores de la extorsión del 3% son ahora izquierdistas. ¿Qué une a esos grupos? El proyecto de plantear el derecho a la autodeterminación en la Unión Europea. Visto el monumental fracaso de su sedición en 2017 ahora quieren que el Parlamento Europeo elabore una ley de autodeterminación, a la que podrían acogerse los catalanes, los vascos, los baleares, los gallegos, los corsos, los bretones, los milaneses y tutti quanti. También proponen que todos los idiomas europeos se conviertan en oficiales, genial idea a la que nosotros aportaríamos el catalán, el vasco, el gallego, el bable y quizás incluso el silbo canario. Unas instituciones con cincuenta lenguas es su ideal.

Junto a las izquierdas separatistas tenemos a las plurinacionalistas, como Sumar, Compromiso, Comunes, Más País, Izquierda Unida (IU) y Podemos. Ahí hay que extremar la precisión taxonómica, distinguiendo entre Podemos y los demás. La diferencia básica estriba en que los liderados por Irene Montero han sido excluidos del gobierno presidido por el socialista Sánchez, mientras que los demás forman parte de ese gobierno o lo apoyan. En estas izquierdas plurinacionalistas y prosanchistas la gran damnificada ha sido IU. Se trata del grupo con más raigambre e implantación territorial, pero ha sido relegado al cuarto puesto de la lista, ocupando los tres primeros lugares los propuestos por Sumar, Comunes y Compromiso. Es el problema de una coalición formada por partidos de ámbito regional, como Compromiso y Comunes, y otros de ámbito nacional (estatal, en su jerga), como IU. Resulta así que IU tiene que ceder ante partidos como Compromiso y Más Madrid con los que tendría que competir en sus respectivas elecciones regionales. Un lío irresoluble que solo perdura gracias a la generosidad de IU, dirigida ahora por un histórico dirigente, sensato y honrado, como Antonio Maíllo. En el fondo, se trata de la herencia del Partido Comunista de España (PCE), auténtico germen y respaldo de varios de esos grupos. Sin el PCE no existirían IU, ni Comunes, ni Sumar y, quizás, ni siquiera Podemos. Pues bien, todos esos grupos comparten la paradójica idea de que España no es una nación, sino un conjunto de nacioncitas enlazadas provisionalmente en un mismo Estado. Poco importa que la Constitución se fundamente en la indisoluble unidad de la nación española y que reconozca la soberanía única del pueblo español. Y tampoco importa que el PCE, dirigido por Santiago Carrillo, fue uno de los principales artífices de la transición española que se plasmó en la Constitución. Ni que Solé Tura, entonces militante del PSUC, participó directamente en pergeñar en texto constitucional. Todo eso es un pasado a corregir para las izquierdas plurinacionalistas, que reniegan de la transición, quizás sin percatarse de que eso implica ceder todo el mérito a la corona y las fuerzas derechistas, como UCD, AP e incluso al benéfico Ruiz Giménez. Un error grosero.

Finalmente, en el florido pensil de las izquierdas plurinacionalistas aparecen el sedicente Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). ¿Cómo puede llamarse “español” un partido que no existe en Cataluña? Porque, dicen ellos, Cataluña es una nación diferente de España. Como ha señalado el ex presidente Zapatero, hay que reconocer “el pleno carácter nacional de Cataluña” en esta legislatura. De momento, han impuesto la amnistía. Ya veremos si el cupo fiscal vendrá después.

Frente a ese florido pensil de partidos que, diciéndose de izquierdas, abogan por la desigualdad territorial, con regiones con más derechos que otras, por la desigualdad económica, con regiones dotadas de cupos fiscales que las eximirán de contribuir al erario común, por la desigualdad lingüística, con regiones que discriminan al castellano, por la desigualdad jurídica, con regiones cuyos delincuentes son amnistiados o gozan de privilegios penitenciarios de los que carecen el resto de los penados españoles, solo se alza Izquierda Española. Este genuino unicornio de izquierdas defiende dos ideas muy anticuadas a juicio de los integrantes del florido pensil: que España es una nación y que la plurinacionalidad es la semilla y la coartada de múltiples desigualdades, perjudicando sobre todo a los menos adinerados. Presentemos armas ante una izquierda que no se pone cachonda con las identidades, sino con la igualdad. Que lleva en su programa la lucha contra los paraísos fiscales y propone una fiscalidad paneuropea. Y que ha sido fundada por un abogado laboralista. ¿Será Guillermo del Valle el Felipe González de nuestros días?

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