Trump, el lado oscuro de la política

La tribuna

11373257 2025-03-16
Trump, el lado oscuro de la política

16 de marzo 2025 - 03:11

Fue desolador visualizar el intento de Donald Trump de humillar a Volodimir Zelensky en el Despacho Oval de la Casa Blanca. El mandatario americano hizo gala de una indecente quiebra moral, arrogancia y superioridad ante millones de espectadores de todo el mundo asombrados de tan deleznable espectáculo, la gesticulación de un tratante de ganado venido a más para conseguir un negocio en territorio de una nación soberana, Ucrania. Si hay un personaje en la política mundial que encarna el abusón de patio de colegio ese es Donald Trump, con su eterna mueca de vendedor ambulante este fanfarrón de tupé imposible y ego de rascacielos nos ha brindado uno de los espectáculos más grotescos de la historia reciente.

A medio camino entre un chamarilero enriquecido y el macarra maquillado de telenovela colombiana, Trump ha conseguido lo impensable: convertir la política en un reality show con el nivel intelectual de una pelea de borrachos. Y todo esto sin perder su capacidad de vender ilusiones de grandeza a una audiencia que aplaude cada uno de sus exabruptos como si fueran discursos de Winston Churchill. Que tiempos aquellos cuando la gobernanza de la primera democracia del mundo estaba en manos de políticos y diplomáticos sagaces comprometidos con las alianzas y estrategias que favorecieron naciones libres en un orden mundial frente a aquel “paraíso comunista” , la URSS calificada por la Unión Europa como” régimen genocida”; 89 millones de víctimas mortales según las investigaciones y datos publicados del periodista polaco Ryszard Kapuscinski, el historiador Stéfhane Courtois y el historiador ruso y Premio Nobel de Literatura, Aleksander Solzhenists. Ahora otro criminal de guerra encarna el afán expansionista/imperialista de aquel régimen de terror capaz de invadir un país soberano provocando una guerra de exterminio que dura ya tres años. A este líder agasaja Donald Trump mientras Ucrania se desangra y clama ayudas para defender su libertad. Nuestra libertad.

Con arrogancia de perdonavidas se presenta como Juez Mundial de la Paz y como el Gran Justiciero de Occidente, cuando destila un perfume de vendedor ensoberbecido. La humildad de Zelensky, su prudente réplica a tanta mentira y tanto insulto, ha colocado a Trump frente a su espejo y el mundo contempla la realidad sin tapujos. Sin pudor alguno se autoproclama defensor de los oprimidos y azote de unas élites corruptas a pesar de que él mismo ha sido el epítome del empresario cercado por asuntos judiciales. Incapaz de argumentos sólidos y fiables, gesticula, grita, insulta y repite sus eslóganes hasta convertirlos en dogmas irrebatibles. Si le contradicen, se indigna, si le desmienten, insulta y si le acusan de algo, responde con su mantra favorito: “Fake news. ¿Que un periodista le hace una pregunta incómoda? Fake news. ¿Que los números no cuadran? Fake news. En España, un líder político utiliza el mismo mantra respondiendo a todo lo que le resulta incómodo con la traducción española; fango, bulos.

A Trump hay que reconocerle una habilidad insuperable para la manipulación con tal destreza que sería capaz de convencer a sus seguidores que Ucrania invadió a Rusia con un simple tuit lleno de mayúsculas y signos de exclamación. Sus triunfos explican el estado de opinión en que se mueven millones de ciudadanos de EE UU capaces de asimilar cualquier idea delirante enfundada en un patrioterismo rudimentario; si las encuestas dicen lo contrario, es porque están manipuladas; si la justicia le persigue, es porque el sistema está podrido; si pierde unas elecciones, es porque hubo fraude. Su capacidad para reescribir la realidad es tan prodigiosa que ni los guionistas de Hollywood se atreverían a tanto. En Europa están surgiendo discípulos muy cualificados en esas artes oscuras. No es necesario señalar nombres suficientemente conocidos en esta vieja nación de caciques perpetuos.

Aún es pronto para valorar las consecuencias de las decisiones drásticas, precipitadas y alarmantes que ya están acosando las economías de las democracias europeas integradas en la UE, China, Canadá, Dinamarca, México, etc. De golpe y sin ninguna cautela Trump ha decidido apartar a EE UU de su protagonismo como líder visible de los países que forman la OTAN y la UE, abandonando incluso la Organización Mundial de la Salud, la Corte Penal Internacional y rompiendo otros vínculos con los países defensores de la democracia, la libertad y los derechos humanos.

Sin otro consenso que su egolatría ha liquidado por decreto ocho décadas de alianzas y amistad y la confianza en la que descansaba una comunidad política de valores compartidos . Su soberbia e ignorancia le han colocado en el lado opuesto de la historia de Europa y de América que marcaron Franklin Delano Rooselvet y Winston Churchill tras segunda guerra mundial. Parece que la política ha dejado de ser un asunto de verdaderos y honorables estadistas. Ahora todo se reduce a insultos y amenazas temerarias que en cualquier momento la paz de Europa regada de sangre, sudor y lágrimas puede derrumbarse por la codicia, el afán expansionista y la vileza de algunos políticos que dirigen los destinos de las principales potencias del mundo; Trump y Putin en cabeza de lista.

Trump entendió antes que nadie que la política moderna no se trata de gobernar, sino de entretener. Y en eso, hay que reconocerlo, es un auténtico maestro. No importa que sus discursos no tengan sentido, que sus promesas sean imposibles de cumplir o que sus decretos y propuestas puedan llevar a un desastre absoluto. Lo único que importa es el espectáculo, la constante confrontación, la amenazante arrogancia. Para un público exaltado y ávido de entretenimiento, eso es más que suficiente. Sin embargo, el tiempo no perdona, ni siquiera a los charlatanes más hábiles. Lo que antes fue un show delirante se ha convertido en una tragicomedia que comienza a tener respuesta en su propio país y es posible que también entre sus propios votantes.

Ahora ha asumido su papel de mercader justiciero capaz de arreglar el mundo con propuestas delirantes y humillantes para millones de palestinos y ucranianos, con gigantescos proyectos inmobiliarios en la Franja de Gaza o explotaciones mineras en Ucrania camuflados con palabras azucaradas como paz y estabilidad que apenas ocultan un afán enfermizo de poder y negocios para él y sus socios multimillonarios. En eso parece consistir su programa de gobierno. Aun asi sigue tratando de imponer una causa sostenida en slóganes y amenazas; América First, la lucha contra las elites corruptas, la defensa del “pueblo” y de las clases oprimidas mientras proclama la más inhumana ley contra inmigrantes incluso los nacidos en EE UU. Es triste reconocerlo, pero Trump es el reflejo de un mundo que prefiere el espectáculo a la dignidad política, la mentira cómoda a la verdad incómoda, y el grito de feria al razonamiento sosegado. Un mercader con careta de justiciero parloteando desde el podio de su propio ego.

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