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Este 7 de octubre, en el marco de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, UGT y CCOO Almería unimos nuestras voces para reivindicar la necesidad urgente de democratizar el trabajo y garantizar condiciones laborales justas y seguras para todos los trabajadores. La democracia, tal y como la representa la Confederación Sindical Internacional, se encuentra en el corazón de nuestra acción sindical. Sin embargo, esta democracia está bajo amenaza, no solo a nivel global, sino también en nuestra propia provincia.
En gran parte del mundo, el derecho a un trabajo decente sigue siendo inalcanzable para millones de personas. La falta de acceso a la negociación colectiva, la ausencia de protección social, y la imposibilidad de afiliarse a sindicatos o ejercer el derecho a huelga, son solo algunas de las violaciones que enfrentan los trabajadores. En demasiados países, la represión sindical es una realidad cotidiana, con un 49% de las naciones encarcelando a personas por su actividad sindical, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Estas cifras no solo reflejan una crisis laboral, sino una crisis democrática de gran escala.
En Almería, la situación no es muy diferente. Los trabajadores del sector hortofrutícola, entre otros, enfrentan una grave precariedad laboral debido a la parálisis en la firma del convenio colectivo del campo. Esta realidad pone de manifiesto la falta de voluntad de la patronal agraria para reconocer los derechos básicos de los trabajadores. Desde UGT y CCOO Almería, hacemos un llamamiento firme para que la patronal retome las negociaciones del convenio colectivo, permitiendo mejorar las condiciones laborales en un sector clave para la economía de la provincia. No se puede seguir permitiendo que los trabajadores del campo sufran condiciones inaceptables mientras la riqueza que generan no se distribuye de manera equitativa.
Los sindicatos, tanto en Almería como en el resto del mundo, somos garantes de la democracia en los lugares de trabajo. A través de la negociación colectiva, hemos logrado avances significativos, como la reducción de la jornada laboral en España a una media de 38,5 horas semanales. Sin embargo, reconocemos que queda mucho camino por recorrer, ya que no todos los sectores ni todas las empresas se benefician de estos avances.
La lucha por la democracia en el trabajo es inseparable de la lucha por una sociedad más justa. No solo estamos hablando de mejorar condiciones laborales; hablamos de revitalizar la democracia en todas las esferas de la vida.
Exigir una reducción de la jornada laboral no es un capricho, es un paso hacia la humanización de las relaciones laborales, hacia la construcción de una sociedad donde la productividad y el progreso beneficien a todos, y no solo a unos pocos.
Este 7 de octubre, recordamos a todos que el trabajo decente no es solo una aspiración, sino un derecho fundamental que debemos defender colectivamente. La lucha por la justicia social, la equidad y la democracia no puede quedarse en palabras; debe reflejarse en acciones concretas, tanto a nivel global como local, en sectores como el agrícola, donde aún queda mucho por hacer.
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