Javier Soriano Trujillo

Es tiempo de verdaderos líderes

La tribuna

Para afrontar estos retos hacen falta verdaderos líderes con una clara visión geopolítica, de estado, que unan a la Unión Europea en torno a un objetivo común

Es tiempo de verdaderos líderes
Es tiempo de verdaderos líderes

08 de junio 2024 - 00:00

Nos encontramos en un periodo histórico en el que se está produciendo una lenta pero progresiva descomposición de las estructuras políticas y económicas instauradas tras la segunda guerra mundial, con la entrada en escena de nuevos actores que suponen un desafío para el liderazgo internacional que hemos visto hasta ahora. Frente a los actuales bloques económicos, y en un proceso de transición hacia un mundo multipolar en el que la hegemonía estadounidense parece que va tocando a su fin, nos encontramos a Naciones con economías emergentes que han ido convergiendo en torno al acrónimo BRIC, formado por las iniciales de las Naciones que crearon este grupo (Brasil, Rusia, India y China), dedicado a la geopolítica y la economía mundial, instituido con la intención de hacer frente a otras coaliciones internacionales como el G7, siendo para esas potencias emergentes una oportunidad y una alternativa al actual orden mundial.

El acrónimo BRIC fue acuñado en 2001 por el economista británico Jim O’Neill en un documento de investigación que subrayaba este potencial de crecimiento, refiriéndose a Brasil, Rusia, India y China, los miembros fundadores de esta asociación. Esta unión de Naciones con potencial de desarrollo, apunta a hacerse un hueco en la estructura política y económica mundial, hasta ahora dominada principalmente por potencias occidentales. China se ha convertido en el líder de este grupo de Naciones emergentes, desarrollando una política muy clara de control de su área de influencia inmediata y de expansión comercial global, colocando a lo largo de toda la costa asiática, desde el Mar Rojo y Golfo Pérsico hasta el Mar de China Meridional, una serie de enclaves estratégicos como bases navales, bases aéreas, puertos o prospecciones petrolíferas en territorios propios y de Naciones amigas, formando una cadena o collar que se ha venido a conocer como “collar de perlas”, con el objetivo de “controlar el Océano Índico para dominar Asia”, como afirmase hace más de un siglo el estratega naval estadounidense Alfred Mahan. Así mismo, el floreciente mercado africano es una fuente de oportunidades para estas potencias emergentes, con una fuerte presencia China, especialmente en el ámbito de las infraestructuras y recursos naturales.

Para todo este entramado económico, es preciso una red comercial global sustentada en el proyecto del Cinturón y la Ruta (Belt and Road), o también denominada la Nueva Ruta de la Seda (New Silk Road). Y una institución financiera para hacer frente a todo ello, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, una institución multilateral constituida el 25 de diciembre de 2015 con la firma del Convenio Constitutivo por parte de 57 países (37 regionales y 20 no regionales). Con sede central en Pekín (China), actualmente cuenta con 109 miembros, entre ellos nuestra Nación, y desde su creación se ha visto como un rival potencial o una alternativa al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Estas estructuras económica y comercial controladas por China (sus sedes centrales se ubican en su territorio), que surgen a inicios de este siglo, en paralelo a las existentes dominadas por las potencias occidentales (G7, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional), evidencian la guerra soterrada entre las grandes potencias por un nuevo orden mundial, del que va a depender el futuro de las alianzas y relaciones internaciones, tanto políticas, económicas como de seguridad y defensa. Un ejemplo de esta guerra soterrada es el de Argentina, donde el último gobierno peronista se postuló para ingresar en el grupo BRIC (China), que Javier Milei ha suspendido para girar a la órbita de Estados Unidos, siendo este un motivo más para ser acusado de extremista de derechas por los grupos ideológicos social comunistas.

Para afrontar estos retos hacen falta verdaderos líderes con una clara visión geopolítica, de estado, que unan a la Unión Europea en torno a un objetivo común, para no quedar relegados a un papel secundario en este nuevo orden mundial. Pero me temo que los que tenemos son sólo seudo líderes o falsos líderes, que compensan su incompetencia con un arma relativamente eficaz: el marketing político. Uno de los rasgos de estos líderes sin liderazgo es precisamente el de dedicar más energía en cubrir sus fallos que en liderar realmente el devenir de sus sociedades. Llenos de arrogancia, orgullo y soberbia, sin una leve expectativa para autocorregirse, es decir, la antítesis de un líder.

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