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El pasado lunes el trascoro de la catedral fue el foro donde el académico de la Real Academia de la Historia, Antonio Gil Albarracín, dictó una conferencia sobre aspectos totalmente desconocidos hasta el presente acerca de la simbología existente en el templo catedralicio. El 500 aniversario del inicio de las obras de edificación de la catedral de Almería es un magnífico motivo para revisar la importancia del conjunto heráldico y simbólico que muestra a este prelado almeriense, de la orden de San Francisco, como promotor del primer templo de la diócesis.
Villalán fue nombrado obispo de Almería en 1523, meses después del terremoto que el 22 de septiembre de 1522 asoló la ciudad, dañando la catedral entonces existente, instalada en lo que había sido mezquita mayor. El obispo, que había pertenecido al círculo del cardenal Cisneros, llegó a Almería con cerca de 60 años, siendo el cuarto de los obispos nombrados para la sede almeriense tras su restauración como sucesora de la paleocristiana de Urci. A su vez, fue el primero que residió efectivamente en la diócesis.
Tras treinta y dos años al frente de la sede episcopal almeriense erigió la catedral, pues a su muerte la mayor parte de la obra se había concluido, dotando al edificio de nueve escudos heráldicos completos o resumidos. En los mismos aparecen dos perros alanos encadenados por el linaje Villalán, y cuarteles con flores de lis por el de los Fernández, o con veros, por el de los Fernández de Velasco, desde 1473 condes de Haro. También dotó a la catedral del simbolismo y leyendas que adornan el monumento, integrándolo en el neoplatonismo, corriente filosófica que avivó el presbítero florentino Marsilio Ficino, fundador de la Academia Platónica. Con la protección de los Médicis, mandatarios de Florencia, tradujo del griego al latín los textos de Platón, interpretándolos a la luz del cristianismo. Dicha corriente filosófica aparece representada en la catedral de Almería, probablemente al menos en su portada principal, en la plaza de la catedral y en el sepulcro del prelado, obra de Juan de Orea, que se conserva en la capilla del Santo Cristo, donde las figuras del emperador y del prelado se representan como figuras de tradición clásica y los santos adoptan atributos clásicos, como la clava de Hércules, para acentuar la compatibilidad entre numerosas ideas de las obras de Platón y los planteamientos del cristianismo.
También está presente el recuerdo heráldico de Fernández de Villalán en el templo parroquial de Santiago Apóstol de Almería, tanto en su portada de la calle de las Tiendas como en la capilla de Santa Lucía. El Hospital de Santa María Magdalena, recientemente restaurado y sede del Museo del Realismo Español Contemporáneo, es otro ejemplo destacable. También existen escudos de Fernández de Villalán en los muros de los templos parroquiales de la Encarnación de Vera y de San Ginés de Purchena.
Se conservan un conjunto de 13 escudos, completos o resumidos, 5 emblemas heráldicos, principalmente representaciones de perros alanos, y 4 emblemas epigráficos, uno de ellos bíblico. En total se han localizado 22 escudos y otros emblemas que recuerdan su memoria, de ellos 20 en Almería, capital del obispado desde su erección hace más de medio milenio. Un legado extraordinario que es, aun hoy, poco y mal conocido por la generalidad de los almerienses. Ni siquiera el callejero capitalino ha incluido una calle que recuerde la obra de este prelado.
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