Un poco de rodilla

La tribuna

9777689 2024-12-01
Un poco de rodilla

01 de diciembre 2024 - 03:12

Hace días un amigo compartió en el chat una bellísima canción de Charles Aznavour. La escuché con mucha nostalgia y escribí en el chat” Esta canción se escuchaba en aquellos años en las discotecas y era ocasión para un baile muy “agarro” y tras la debida pausa, caricias, besos y un poco de rodilla. Minutos después lo volví a leer y estuve tentado de eliminar mi mensaje, pensé que según recientes códigos la expresión escrita y oral debiera atenerse a las estrictas normas del feminismo rampante. Pero miré el calendario y tal como imaginaba estamos en noviembre de 2024, si algunos de entonces cruzamos el desierto no me voy a someter ahora a normas impuestas así que me vine arriba y me dije, ni de coña, el mensaje se queda.

Pero precisa de alguna explicación. Quienes éramos jóvenes en aquellos años descubrimos la apertura de las primeras discotecas, antes de los años sesenta del pasado siglo en España no se conocía algo similar, para nosotros era el mejor caladero de pesca y de ligoteo que pudiéramos imaginar. Años románticos de baladas y canciones de amor. Y llegaron las canciones de Doménico Modugno, Adamo, Dalida, Gilbet Becaud, Charles Aznavour, El Dúo Dinámico, Sylvie Vartan y los bailes lentos, un avance muy considerable en el complejo laberinto de la aproximación y el flirteo. Lo cierto es que aquellos años fueron duros o muy duros para el asunto, ya saben ustedes, el único asunto que bullía en las mentes intoxicadas de testosterona en los 20 abriles. Cosas de la química orgánica nos explicaba el avispado hijo del boticario.

Pero aún en ese nuevo horizonte de posibilidades, lo cierto es que era muy difícil o imposible comerse una rosca, ni media rosca, ni siquiera un cacho de rosca. Así eran las cosas y nuestras mentes efervescentes día y noche pensando cómo. El cómo cobró forma y ocasión gracias a las canciones románticas, lentas, muy lentas que dieron pie al baile “agarrao”, o si llegaba el caso, muy “agarrao”. Bendito Aznavour. Una vez conocidas las posibilidades de estos bailes, el grupo de amigos reunimos 25 pesetas para dar una “propina” al pincha discos y que pusiera tres discos de canciones lentas seguidos y dejara el alumbrado solo con bola de cristales y luz fosforescente La norma era muy simple, si el avance de aproximación superaba el primer disco, la cosa cobraba perspectiva, si superaba el segundo disco, ya estaba casi cantado, y en el tercer disco habría que poner en práctica una técnica que nos detalló el más avanzado del grupo. Por su posición económica este amigo viajaba algunos fines de semana a Benidorm, los franceses “pied noir” habían abierto discotecas muy famosas donde surgió un espacio desconocido llamado “modernidad”. El turismo de entonces era mayoritariamente francés, algunas francesitas permisivas y atrevidas se lucían en las discotecas y eran criticadas y envidiadas por las nativas mediterráneas.

Una tarde nos reunimos con este amigo “moderno” y tras algunas consideraciones nos vino a decir que vivíamos anclados como nuestros padres en la época del pasodoble, baile típico de fiestas populares y verbenas sin ninguna posibilidad de aproximación. Que nuestra única posibilidad era la música lenta y el baile “agarrao”, pero que esto también tenía sus técnicas y sus reglas. En la primera canción solo susurros muy cerca de la oreja y palabras bonitas, en la segunda canción ensayar aproximación al tercio superior intentado levemente el contacto físico, si se interponía una barrera defensiva de codos, retirada inmediata y seguir bailando con el mayor disimulo posible. Si en la tercera canción volvíamos a la carga con intenciones plenas de establecer contacto positivo, tal vez pudiera ocurrir que la pareja de baile hubiera aceptado esas insinuaciones anteriores y bajara la guardia defensiva, sin codos por medio la aproximación estaba al alcance de la osadía y la temperatura corporal; avanzando y palpitando lentamente

hasta tocar pieza. La canción continuaba y la aproximación había establecido posiciones casi permanentes. En ese caso, tras un suspiro hondo, la tercera maniobra era ir subiendo la mano derecha acariciando la espalda suavemente hasta alcanzar el cuello, acariciándolo con la mano cálida, subiendo y bajando hasta dejarlo posado mientras encontrabas las mejores palabras sobre la belleza y el amor.

Llegado ese momento, mucha suavidad y ternura, había que jugársela a todo o nada y alcanzar el momento culmen de la aproximación insinuante, intentar acoplar un poquito de rodilla. Un amigo muy crecido y confiado en sus posibilidades llego precipitadamente hasta este punto álgido, la bofetada enmudeció la canción de Adamo, todos miramos hacia su pareja que salió enfurecida soltando algunos improperios. Allí acabaron por aquella temporada del verano del año 64 las primeras escaramuzas. Nuestro amigo justificó escuetamente su atrevimiento; “ el que va a la guerra recibe algún disparo”, yo tomé buena nota de los riesgos de la “operación rodilla”. Pasaron varios años hasta que en una discoteca muy afamada en la playa de Mojácar tuve ocasión de ensayar las técnicas recomendadas por el amigo “moderno”

Poco puedo añadir de lo que ocurrió entre las luces fosforescentes de la bola de cristales, la cosa empezó regular pero poco a poco, con las necesarias observaciones de respeto, suavidad, paciencia y ternura fui avanzando y besando,¡! Oh dioses, el beso existía como una explosiva realidad más allá de las películas de Rock Hudson !¡. Y el beso, los besos, llevaron al atrevimiento de acoplar rodilla. Y aquí estoy, feliz y con nostalgia de recordar aquellas batallas de juventud que me he permitido compartir con vds. en este artículo

Señalan los antropólogos, sociólogos y otros científicos expertos que la humanidad ha crecido y se ha multiplicado por esos atrevimientos que de algún modo alteraban las normas de conducta de las chicas y también de los chicos. La aproximación entre chicos y chicas era una aventura que habríamos de experimentar con la emoción y el misterio de lo desconocido. Era un impulso, un instinto tal vez primario algo que nacía muy adentro y que participaba del cuerpo y de alma, para llegar a esa palabra ahora desfigurada que se llama amor. Puedo dar testimonio de la aventura del flirteo, los episodios más excitantes y apasionantes de mi juventud estaban relacionados con aquellas emociones, el abrazo, el beso, las caricias, las palabras bonitas y finalmente la rodilla acoplada.

En este siglo de redes sociales e inteligencia artificial es posible que la juventud está perdiendo una experiencia mágica en el camino hacia la madurez. Las relaciones inmediatas es la forma más habitual de establecer contactos y culminar el impulso que nace en lo más hondo del cuerpo y del alma sin apenas conocer el misterio, la aventura, la emoción e incluso el temor de adentrarse en territorio inexplorado. Aquellas aventuras de aproximación las recuerdo como una de las experiencias más emocionantes y hermosas de la vida.

Bendito Aznavour.

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