Ángel López Moya

Los refugios de Almería

La tribuna

11996726 2025-04-23
Los refugios de Almería

El día 2 de este mes nos informaban a los almerienses, que se van a recuperar dos viejos quioscos de prensa, que fueron salidas de los refugios de la Guerra Civil. Aplaudo la decisión de todo lo que sea conservar y poner en valor cualquier símbolo que forme parte de nuestra Historia y estos vestigios de la Guerra Civil hay que conservarlos, precisamente para que nos recuerde que un guerra entre hermanos no vuelva a ocurrir jamás. Pero hoy traigo a colación este asunto porque me ha llamado poderosamente la atención, no el presupuesto, que sería lo normal: 71.790 € sino los plazos de ejecución: 8 meses 8. Se trata de dos casitas de juguete, con una superficie cada una de 6,5 metros cuadrados. Sin comentarios, pero 8 meses de ejecución es más que la duración de la remodelación de la Plaza Vieja. También he leído estos días que “los refugios pasaron desapercibidos hasta que fueron encontrados fortuitamente en 2001” o “ su hallazgo fue accidental y fueron descubiertos casualmente al hacer el aparcamiento de Obispo Orberá”. Algo de cierto hay en eso, pero los niños de mi generación jugábamos con frecuencia en las bocas de los refugios; yo concretamente en la que hay bajo el suelo del quiosco de la Plaza Marqués de Heredia; estaba tapada con una compuerta de madera, que el quiosquero levantaba y nos animaba a que bajásemos por aquella escalera lúgubre; nunca bajamos más de 2 o 3 escalones, porque el miedo siempre era superior a nuestra curiosidad y es que los refugios están a unos 9 metros de profundidad, lo que equivale a una casa de tres pisos. En 1937 el Ayuntamiento tomó la decisión de construir unos refugios, para proteger a la población de los bombardeos aéreos y los proyectiles de cañón lanzados desde los barcos de guerra que cercaban la ciudad. De su ejecución se encargó el arquitecto Municipal Guillermo Langle, aunque también intervinieron en la obra el Ingeniero de Minas Fernández Celaya y el Ingeniero de Caminos José Fornieles. En total se construyeron unos 4.5 kms de galerías, con capacidad para unas 40.000 personas, es decir para casi la totalidad de la población de la capital, que en aquellos años era de unas 50.000 almas. Fueron 16 meses de obras desde 1937 a 1938. Para su construcción se utilizaron, entre otros materiales, las traviesas del ferrocarril de Sierra Alhamilla que había sido abandonado. Se contó con la ayuda económica de particulares y mano de obra de voluntarios y con el impuesto del 1% cargado en todas las compras.

Hasta que empezaron las sucesivas remodelaciones del Paseo, existieron unos bancos de doble asiento con un respaldo en medio, que estuvieron pintados de verde. Eran de obra y en los extremos del soporte de los asientos, en su parte baja había sendas rejillas metálicas, pintadas también de verde, que pasaban desapercibidas: eran los respiraderos de los refugios. El aire se renovaba continuamente a través de unos tubos de uralita de 100 mm. de diámetro en unos casos y de 200mm. en otros. Además de estos respiraderos, que existieron, las galerías de los refugios se ventilaban por los 67 accesos que tenían. La galería principal era la del Paseo, que tenía una longitud de unos 800 m. pero existieron otros grupos de galerías de menor importancia en casas particulares, incluida la de Langle y en edificios públicos como fueron la Catedral, la Iglesia de San Pedro, la Estación del

Ferrocarril y la Plaza de Toros. Los más adinerados se marcharon a cortijos donde no llegaban los proyectiles, a la vez que se alejaban de los exaltados, que habían cometido crímenes horrendos, entre los que ellos llamaban “los ricos que nos explotan”. Al finalizar la Guerra aún se mantuvieron los refugios, pensando en la posibilidad de que España entrase en la Guerra Mundial II. En 1944 se cerraron definitivamente, cegando la mayoría de las entradas y otras las dejaron abiertas, pero colocando encima quioscos de prensa diseñados también por Langle. Algunos ya han desaparecido lamentablemente y quedan en pie el de la Plaza Virgen del Mar, disfrazado de bar y los dos que he citado al principio y que se van a recuperar, uno en la Plaza de Urrutia, frente a la iglesia de San Pedro y el otro en la Plaza Marqués de Heredia, equidistante de lo que fueron la Droguería Puerta del Sol y las Bodegas “El Uno y el Dos”

¡Larga vida a los quioscos!

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