La tribuna
José María Martínez de Haro
INMIGRACION; MENTIRAS E HIPOCRESIA
La tribuna
En algún rincón tengo los apuntes de “La Historia de Villa Olvido”. Es un pueblo extremeño situado en el regazo de una montaña muda; no replica en ecos los sonidos de nada ni las voces de nadie: Ni cantos ni silbidos de pastor, ni ladridos de su perro, ni dolondones de cencerros, ni balidos, ni pisadas de majadas. Es una montaña avariciosa y carcelera de recuerdos.
Porque estamos en Navidad y son muchas navidades las que contamos, tenemos casi saturada la capacidad de nuestro disco duro; “sin cemento”, como dicen los taurinos cuando la plaza está llena “hasta la bandera”. Hay que aligerar la memoria enviando a la papelera de reciclaje los recuerdos prescindibles, suponiendo que algunos lo sean; hay que agilizar los circuitos de la mente para poder interactuar con la vertiginosa actualidad que nos acosa y nos provoca en una infinidad de caminos informáticos. Es necesario deshacerse de recuerdos. ¿De cuáles, qué recuerdos nos sobran? Son imborrables los que en estas fechas nos traen la melancolía y el deseo imposible de volver a empezar -esos, los de la infancia. Hay que optar por otros: Los de los errores que cada uno sabe que cometió -arrogancias, traiciones, torpezas, las cobardías…, querríamos borrar todo eso que es lastre de pesares, para enfrentarnos con mejor ánimo al afán del nuevo día. Sí, sí, ya sé; es vano el intento. ¿O no...? Dicen que Elon Musk ha dado con la solución: un microchip que, alojado en el cerebro, restablece funciones de movilidad a quienes la perdieron por traumatismos o enfermedad. Ya puestos, si hay que inventar un borrador selectivo de recuerdos, pidámoslo.
A propósito de la generosidad divina del presidente -“que Mazón pida lo que necesite”-, ¿Qué recuerdo de él, Pedro Sánchez, perdurará en la memoria de los españoles de mañana? ¿Se dirá que fue quien desenterró a Franco de aquí y lo enterró allá? ¿Quién normalizó la convivencia en Cataluña regateando a los ilusos independentistas? ¿Qué fue un visionario hombre de estado cuando, contra viento y marea de derecha y ultraderecha llevó a España a su mayor gloria progresista?
En este abanico de “méritos”, la varilla de su hoja de servicios más sobresalientes empieza a destacar. A saber: Su patológico afán de poder, sus caprichosos cambios de opinión en temas fundamentales, el agravio comparativo a las demás autonomías por beneficiar a las de quienes le ayudaron a gobernar, la corrupción que propició o consintió… El día de mañana se escribirá que todo ello fue el revulsivo que la ciudadanía española necesitó para descabalgarlo del poder, y reinstalarse democráticamente en su identidad de gran país; donde cada una de las autonomías se sintió valorada por las demás, reconocida suficientemente por el Estado en su diferencia cultural, y reconociendo Euskadi y Cataluña, el protagonismo que todos hemos tenido, y tendremos, en el pasado, presente y futuro de España.
Déjenme pensar que tal cosa sucederá. Y…, a no tardar
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