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En marzo de 2022 el Consejo de la Unión Europea (UE) aprobó la llamada “Brújula estratégica” para dotar a la UE de un ambicioso plan de acción para reforzar la política de seguridad y defensa con el horizonte de 2030. Este plan de acción se puso en marcha semanas después del ataque ruso a Ucrania, pero 8 años después de la anexión de Crimea y el ataque encubierto a la región ucraniana del Dombás. Desde mi punto de vista, llegaba muy tarde. La Brújula Estratégica debía ofrecer una evaluación común del entorno estratégico y de las amenazas y los retos a los que se enfrenta la UE. El documento presentaba propuestas concretas y ejecutables, con un calendario muy preciso, con el fin de mejorar la capacidad de la UE para actuar con decisión en situaciones de crisis y defender su seguridad y la de sus ciudadanos.
La Brújula abarcaba todos los aspectos de la política de seguridad y defensa y se articulaba en torno a cuatro pilares: actuar, invertir, trabajar de manera asociativa y garantizar la seguridad. En lo de actuar se planteaba, entre otras medidas, crear una Capacidad de Despliegue Rápido de hasta 5 000 militares para diferentes tipos de crisis. En lo de Invertir, los Estados miembros se comprometían a incrementar sustancialmente su gasto en defensa para que se corresponda con su ambición colectiva de reducir las carencias esenciales en materia de capacidades militares y civiles y a reforzar la base tecnológica e industrial de la defensa europea.
Este plan se aprobó en 2022 cuando el mando político estadounidense mantenía una línea de actuación respecto a Rusia y la guerra de Ucrania en sintonía con la UE. Pero el cambio político estadounidense ha generado un movimiento en el seno de la UE para afrontar la nueva situación en la que el interés estadounidense en Ucrania y su acercamiento a Rusia choca con el europeo
Fruto de este movimiento en el seno de la UE, el pasado miércoles 19 de marzo, la Alto Representante Kaja kallas y el Comisario de Defensa y Espacio Andrius Kubilius, presentaron el “Libro Blanco sobre la Defensa Europea” y, junto a este documento, como parte del “Plan ReArm Europe”, un ambicioso paquete de medidas para proporcionar apoyo financiero a los Estados miembros de la UE para impulsar un aumento de la inversión en capacidades de defensa. En tanto el Libro Blanco enmarca un nuevo enfoque de la defensa e identifica las necesidades de inversión, el Plan de Rearme Europeo fortalece las capacidades de defensa paneuropeas con nuevos medios financieros. Estas medidas tienen por objeto responder a la urgencia a corto plazo de apoyar a Ucrania, pero también abordan la necesidad acuciante a largo plazo de impulsar la seguridad y la defensa de Europa.
La arquitectura de seguridad de la que dependemos en la actualidad se ha visto erosionada por el “plegado” del paraguas estadounidense, lo que nos ha obligado a este nuevo enfoque en materia de Defensa, aumentando la preparación de la UE en esta materia para construir una verdadera Unión Europea de Defensa, ya que los esfuerzos en este sentido no pueden seguir siendo limitados en tamaño, fragmentados en su alcance y dilatados en su ejecución, no quedando sólo constreñido al ámbito estrictamente militar, sino debiendo contemplar también los sectores industrial, tecnológico y de la inteligencia.
Pero a estos planes que se acaban de aprobar, desde mi punto de vista les falta el fundamental, que es un plan de rearme moral. La UE es una comunidad a la que aún no se le ha pasado la fiebre del desarme pacifista consecuencia de la Perestroika y la caída del muro de Berlín. De nada nos va a servir gastarnos 800.000 millones de euros en recursos para la Defensa, por muy bien planificado que esté, si no hay una decidida voluntad de emplear esos recursos para luchar en defensa de los valores europeos, y asumir que ello pueda costar vidas de nuestros compatriotas si fuese preciso. Quizás hemos creado una sociedad “aborregada” en un falso estado de bienestar, donde falta algo tan básico como la seguridad. Si a nivel de la UE el rearme moral es fundamental, mucho más lo es a nivel nacional, donde a los principios morales y éticos se antepone el interés personal y donde, a pesar de las guerras que nos rodean, seguimos enrocados en una cultura de paz sin Ejércitos, y donde al primero que no le gusta el término rearme es a nuestro propio Presidente. En términos absolutos, Rusia no tiene capacidad para doblegar a la UE si los europeos aunamos esfuerzos.
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